alt=""/>
Los profesores deciden crear el cargo de director espiritual para tratar de dar un cauce a la rebelión. Es designado para el cargo el P. José Kentenich, un joven profesor que no ha cumplido los 27 años. Su tarea consistía en “explicar y hacer penetrar el reglamento”7. Tarea nada fácil, dadas las circunstancias. Además tiene la fama del profesor Keating: aplica métodos no convencionales que ya le han acarreado más de alguna crítica.
Más tarde le cuenta a la Hna. M. Annette8 que después de recibir el nombramiento se va a rezar al Coro de la Capilla del Colegio, donde los alumnos “rezan” el Rosario. Viendo el desorden y los golpes que se dan entre ellos, se dice: “las cosas no pueden empeorar demasiado con mi método, así que haremos la prueba”.9
El 27 de octubre de 1912 es su debut como Director espiritual. Hagamos un paralelo entre los dos profesores para descubrir como enfrenta cada uno esta situación tan semejante:
El profesor Keating lleva a sus alumnos a la sala de los trofeos para darles su frase programática: “Carpe diem”, mientras que la divisa que el nuevo Espiritual les da es su programa: “Bajo la protección de María queremos aprender a educarnos a nosotros mismos como personalidades libres, recias y llenas de Dios”
El objetivo que pone ante sus ojos no es el de pasar por encima de la estructura del colegio sino la conquista de su personalidad porque sólo así podrán poner los medios que los avances científicos colocan a su disposición para el bien de la humanidad y no para el propio beneficio:
“El dominio que tenemos de los poderes y fuerzas de la naturaleza no ha marchado a la par con el dominio de lo instintivo y animal que hay en el corazón del hombre. Esta tremenda discrepancia, esta inmensa grieta, se hace cada vez más grande y profunda. Y así tenemos ante nosotros el fantasma de la cuestión social y de la ruina social, si es que no aplicamos enérgicamente todas las fuerzas para producir muy pronto un cambio”.10
Y para ello alude a una palabra absolutamente inconcebible en aquel entorno y momento histórico: La autoeducación.
“Que jamás nos acontezca saber varias lenguas extranjeras, como lo exige el programa escolar, y que seamos absolutamente ignorantes en el conocimiento y comprensión del lenguaje de nuestro propio corazón. El grado de nuestro avance en la ciencia debe corresponder al grado de nuestra profundización interior, de nuestro crecimiento espiritual. De no ser así, se originaría en nuestro interior un inmenso vacío, un abismo profundo, que nos haría desdichados sobremanera. ¡Por eso: autoeducación!”.11
Para el P. Kentenich la autoeducación juega un rol importante, porque nos hace dueños de nuestra vida y nos ayuda a enfrentar las dificultades desde nuestras posibilidades reales, como personalidades libres y recias.
¿Cómo concibe cada uno el papel que debe desempeñar en la educación de los jóvenes? Mientras que el profesor Keating alude al poema dedicado a Abraham Lincoln y les dice que le pueden llamar: “Oh capitán, mi capitán”, el joven sacerdote se pone a su nivel, él no les va a enseñar, sino que van a aprender juntos, unos de otros. Ese concepto es también algo absolutamente nuevo en la Alemania prusiana de principios de siglo y menos en ese internado:
“Queremos aprender. Por tanto, no sólo ustedes, sino también yo. Queremos aprender unos de otros, porque nunca terminaremos de aprender, mucho menos tratándose del arte de la autoeducación, que representa la obra y tarea de toda nuestra vida”.12
Por último, el profesor Keating se denomina a sí mismo: “Un gigante mental que tienen ahora ante Uds.” y un segundo después cuando requiere que un alumno lea un poema dice: “Señor Pitts, un apellido muy poco agraciado ¿Dónde está Ud. Señor Pitts?” De esta manera remarca una cierta distancia entre los alumnos y él, mientras que el joven sacerdote se coloca ante ellos con la conciencia de su limitación:
“Me pongo, por lo tanto, enteramente a su disposición, con todo lo que soy y tengo; con mi saber y mi ignorancia, con mi poder y mi impotencia, pero, por sobre todo, les pertenece mi corazón”.
Y por último, sabe que la persona crece en comunidad por eso anuncia la creación de comunidades libres, con el anhelo de crear un espacio para la iniciativa de los estudiantes, motivados por la confianza y la búsqueda de su propio ideal personal. Y lo hacen juntos, no separados, de esta manera les regala una base segura y confiable:
“Queremos crear esta organización, nosotros, no yo. Porque en este sentido no haré nada, absolutamente nada, sin el pleno consentimiento de ustedes. No se trata aquí de un trabajo pasajero, sino que de una estructura que sirva para todas las generaciones futuras. Los sucesores de ustedes han de alimentarse del celo que ustedes muestren, del conocimiento de sus almas y de su prudencia. Estoy convencido de que si todos cooperan, haremos algo que valga la pena”.13
Así les da un futuro, una continuidad, les arropa en su anhelo de construir un mundo nuevo. En este contexto tales frases como “no dejes de soñar, sé inconformista, encuentra tu pasión, elige tu camino, cambia tu punto de vista, nada es imposible, sé un librepensador, extrae el meollo a la vida con moderación”, tienen un ancla, un sentido que puede llegar a ser creador, por lo menos esa estructura que juntos puedan llegar a crear, está llamada a servir a las generaciones futuras, sus sucesores se alimentarán del esfuerzo que ellos hagan en conquistar su mundo interior. Eso parece ser un camino a seguir.
¿Quién es este profesor que además parece dominar la vida? ¿De dónde saca estas ideas? ¿Cómo se atreve a realizarlas en medio de un entorno tan adverso? Y parece que este modesto comienzo sí que fue factor de cambio porque ahora nos encontramos con un movimiento internacional, que agrupa a un número de personas imposible de precisar, que se alimentan de su espiritualidad y que demuestran ser capaces de enfrentar grandes desafíos sin quebrarse. Esto es lo que él dice de sí mismo:
“Surgió de mi propia estructura psicológica: el hombre animado por el espíritu, ligado a ideales, vinculado íntimamente a una comunidad y dedicado al apostolado universal. Les confieso que desde mi infancia fue ésta mi orientación personal fundamental. Comprenderán entonces que desde el momento que fuera designado oficialmente como educador, no haya podido hacer otra cosa que impulsar la consigna de acabar con todo formalismo. Lo que hay que formar es el hombre ligado a ideales y dedicado al apostolado universal. Desde el principio existió en mi el deseo de formar hombres que fuesen autónomos e independientes”.14
¿De dónde saca el P. Kentenich esas ideas, esa convicción? Sólo se puede entender por la acción del Espíritu Santo por el que se hacen nuevas todas las cosas. Ahora estamos ante la confusión y el caos creciente, ¿qué resuena en nosotros cuando traemos a la conciencia estas palabras del Génesis?
2. “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.”15
El viento de Dios, el Hálito del Altísimo, Ruha Elohim16, que aletea sobre las aguas, sobre la superficie del Abismo envuelto en tinieblas, es la fuerza creadora de Dios que se dispone a actuar amorosamente sobre el universo caótico.
¿Quién es ese viento de Dios? Es el Aliento de Dios por el que hace nuevas todas las cosas, es como un viento que está alrededor de todo y de todos. Puede ser un viento impetuoso, como el que envolvió a los apóstoles reunidos con María en Pentecostés y también una brisa suave como la que envuelve al profeta Elías17. Es el Espíritu que impulsa la Iglesia que nace de doce hombres ignorantes y llenos de humanidad tambaleante a enfrentar a los ricos y poderosos de su patria y a todo un imperio con sus manos vacías. El libro de los Hechos de los Apóstoles está traspasado de esta realidad, por ejemplo, cuando son apresados porque han realizado un milagro se dice que Pedro contesta lleno del Espíritu Santo, y el Sanedrín “Viendo la valentía de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin instrucción ni cultura, estaban maravillados”18 y cuando se les amenaza con castigos ellos oran y cuando acaban su plegaria “retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu