puede ser muy larga.
Hubo dos intentos fallidos de trasplante. El primero se dio debido a que una mujer había tenido un accidente de tránsito y sus riñones eran totalmente compatibles con los de Fernando, pero no pudo lograrse porque la autoridad competente no se presentó a certificar el fallecimiento de la muchacha, de modo que desgraciadamente fue enterrada con todos sus órganos, a pesar de que la familia estaba de acuerdo en donarlos en buen estado. El segundo caso no fue posible porque había una persona en espera con mayor grado de compatibilidad con el donador.Un día, al regresar de impartir una conferencia en Boston, Fernando empezó a sentirse sumamente mal. Al llegar a México, de inmediato fue a ver a su doctor, quien le dijo: “Esto está llegando a su fin; o te dializas, o te trasplantas o te mueres”. |
Las opciones eran desesperanzadoras porque Fernando no quería dializarse y sus posibilidades de un trasplante eran muy remotas, pues los únicos parientes y posibles donadores eran su esposa y su madre. La primera fue descartada porque su tipo de sangre no era compatible y la segunda, por su edad avanzada tampoco parecía ser una opción. No obstante, la madre de Fernando insistió y acordaron hacerle pruebas para conocer el riesgo. Los resultados sorprendieron a los médicos, porque la señora estaba en óptimas condiciones y las venas que conectaban sus riñones con el sistema circulatorio, perfectas.Mientras tanto, Fernando empeoraba; se sentía siempre cansado y agotado. El monitoreo que le hacía su médico indicaba que sus riñones prácticamente ya no funcionaban y su doctor sentenció: “Fernando, tenemos que hacer el trasplante ya o de lo contrario te mueres. Tú decide”. |
Finalmente, la operación de trasplante se realizó el jueves 12 de diciembre de 2002, día de la Virgen de Guadalupe. Por ser día festivo y puente, los quirófanos estaban tranquilos, condición favorable, porque la compleja operación requería tiempo y paciencia. El riñón de la madre de Fernando empezó a funcionar de inmediato en su hijo. A los cinco días Fernando regresó a su casa y, un día después de que su madre fuera dada de alta, sus vidas parecían regresar a la normalidad, pero el doctor le dijo a Fernando que tendría que cambiar su estilo de vida. Debía dejar de trabajar. La noticia nuevamente lo impactó por lo que eso significaba para él, un hombre cuya vida profesional era en gran parte lo que lo hacía pleno, además de que sus éxitos tenían muchos efectos en la empresa donde laboraba.Al llegar a casa, Fernando y su esposa tuvieron una larga e intensa conversación y tomaron una decisión. Fernando debía dejar de pensar en él y comenzar a pensar en su familia. Su madre había arriesgado su vida y él seguía pensando en sus triunfos profesionales. Al día siguiente Fernando fue a ver al presidente de su compañía, que era en ese momento su jefe directo, y le notificó que desgraciadamente tenía que dejar de trabajar en la empresa. |
De enfermo renal a emprendedor socialDespués de haber vivido lo que sufre un enfermo renal, Fernando decidió que tenía que hacer algo para contribuir en la solución del problema que representa esta enfermedad en México. Conoció a mucha gente que no tuvo oportunidad de recibir un riñón y vio cómo morían muchos pacientes por la falta de posibilidades para dializarse.Finalmente, a Fernando le impactó saber que también los niños sufrían esta dolencia, de modo que la enfermedad no solo atacaba a la población adulta: en aquel año se calculaba que 15,000 menores la padecían en nuestro país; para las fechas de redacción del presente caso se habla de 18,000. Es difícil precisar el número porque no hay un registro exacto, pero la Fundación cuenta con datos de las condiciones de sobrepeso y obesidad en la población, las cuales predisponen enfermedades estrechamente vinculadas con las enfermedades renales. |
• En México, entre la población infantil de 5 a 11 años de edad, encontramos que 1 de cada 4 tiene sobrepeso y obesidad.• En la población de 12 a 18 años de edad la situación empeora, porque el sobrepeso y la obesidad ya se manifiesta en 1 de cada 3 jóvenes.Las cifras ofrecen un escenario espeluznante. Hoy se estima que alrededor de 140,000 personas adultas padecen insuficiencia renal crónica (IRC).[2] |
Por otra parte, en 2002, cuando Fernando se hizo el trasplante, se calculaba que cerca de 60,000 enfermos renales crónicos no eran atendidos de forma adecuada, de modo que no solo había una considerable incidencia y prevalencia de casos, sino que el tratamiento no era el idóneo.En estas fechas se estima que de los pacientes que requieren tratamiento sustitutivo con diálisis, solo uno de cada dos tiene acceso al tratamiento en instituciones públicas de salud, como IMSS, ISSSTE, SEDENA, PEMEX y NAVAL. El seguro popular no cubre el tratamiento con diálisis en adultos. |
En aquellos días, Fernando averiguó que no existía una fundación o institución para ayudar a las personas sin seguro social o sin seguro de gastos médicos mayores. Investigó cómo funcionaban esas instituciones en otros países y le pareció viable iniciar una fundación en México. Como expatriado español, sabía de la Fundación Íñigo Álvarez de Toledo de su país natal, cuyo impacto social era muy importante. También pensó buscar, a mediano plazo, financiamiento adecuado para comenzar a montar clínicas de hemodiálisis que permitirían acercar la solución a la población más necesitada.Al darse cuenta de la magnitud del problema que sería desarrollar una fundación como la que tenía en mente, Fernando comenzó a hablar del proyecto con amigos y profesores del IPADE. Conoció al doctor Gregorio Obrador, director de la Escuela de Medicina de la Universidad Panamericana, quien se interesó mucho por el proyecto y le ofreció ayuda. |
El doctor Obrador invitó a Fernando a acompañarlo a una reunión con destacados médicos que formaban un órgano llamado COMPETIR (Comité Permanente del Tratamiento de la Insuficiencia Renal). El presidente del comité y, posteriormente, la Academia Nacional de Medicina, lo impulsaron a crear la fundación, pero no tenía experiencia alguna en el sector social ni el capital necesario que supliera su inexperiencia.En ese contexto, fue fundamental que Fernando coincidiera con Juan Pablo Llamas y David Trejo, egresados y compañeros suyos del programa de Alta Dirección del IPADE, con quienes compartió el proyecto de la fundación. Ambos se entusiasmaron con la idea y convocaron una comida para buscar más ayuda, sobre todo a la hora de diseñar el “modelo de negocio” de la fundación. |
Después se sumaron otras personas afines al proyecto, como es el caso de John Gardner y otros, cuyo esfuerzo sería fundamental. Para concretar el nacimiento de la OSC (organización de la sociedad civil), necesitaban financiamiento de arranque y una figura jurídica adecuada para conseguir donativos deducibles en el futuro. Fueron dos cuestiones que resultaron desgastantes y hubo quienes abandonaron el proyecto.Finalmente, con la ayuda de Ernesto Bermejo, abogado especializado en el manejo y puesta en marcha de fundaciones, el 6 de agosto de 2004 se firmó la escritura de constitución de la Fundación Mexicana del Riñón, A.C. (FMR). Para arrancar, cada uno de los patronos fundadores aportaron 10,000 pesos y nombraron a Fernando como presidente del patronato y del consejo directivo, que se constituyó formalmente a los pocos días. |
El inicio fue complejo: había mucho que hacer, poco dinero y muy poco tiempo, pues componían el patronato prestigiosos médicos y empresarios que debían atender otras actividades. No obstante, todos ayudaban aportando tiempo, donativos y, la mayoría, ambas cosas.Apenas fue posible, se incorporó a la Fundación una gerente, Gaby Guraieb, que se dedicaría de tiempo completo al proyecto y trabajaría junto con Fernando en las áreas estratégicas. Más tarde se incorporaron nuevos patronos, se sentaron las bases operativas y pusieron en marcha las primeras campañas, por ejemplo: “Tu ayuda es vida” y “Amigos de la Fundación”. Se lanzó también un boletín electrónico de noticias y, sobre todo, se daba a conocer la Fundación, con un gran trabajo de relaciones públicas. |
En los primeros años, el enfoque de la Fundación fue más interno que externo, pues era fundamental garantizar su continuidad. Ciertamente se había lanzado una campaña de recaudación de fondos que se usaron para ayudar a alguna persona a conseguir un trasplante, comprar medicinas y repartirlas, pero el foco era garantizar la operación; había un flujo constante de aportaciones provenientes de quienes daban cantidades pequeñas y algunos donativos, pero los gastos administrativos se comían casi todos los recursos.La Fundación sufrió la partida, primero de Fernando hacia España, en 2005, aunque seguiría dirigiendo remotamente la FMR y, en 2006, la separación de Gaby, quien recibió una oferta de trabajo en otra empresa. Ese momento implicaba el riesgo de perder lo logrado, pero también la oportunidad para redefinir la estrategia y dar el gran paso hacia la institucionalización, el crecimiento y la consolidación. |
El cambio de estructura y estrategiaLa Fundación llevaba varios años con avances parciales y se planteó revisar las estrategias y forma de operar. Fue evidente que si querían una institución fuerte, necesitaban al frente
|