(o imposibilitan) percibir, decir y representar la ciudad– en la tarea de estructurar aquellos que resultan hegemónicos, y sin perder de vista en qué medida las significaciones dominantes y un paisaje material ya existente abren y cierran posibilidades de acción y de coacción para su transformación por diversos actores. Por eso, los “sentidos de ciudad” discrepantes que ofrece la televisión resultan una vía de acceso situada para el análisis de la diversidad de experiencias de lo urbano, de su inestabilidad y dinamismo, y de su profunda imbricación con la desigualdad y el poder en Jujuy (Hall, 1995; Massey, 1994; Rose, 1995; Segura, 2015).
La mayor parte de las relaciones transnacionales, migrantes y barriales –pero también las comunitarias y familiares– se da en entornos ambientales urbanos específicos y situados. La ciudad (en tanto experiencia espacio-temporal) conecta, articula y reúne pero también desconecta, fragmenta y separa. Las narrativas televisivas ofrecen contradicciones similares, al amplificar la visibilidad y resonancia de determinados discursos y apreciaciones sobre la ciudad, pero también por su participación desigualada en las geografías amplias de las industrias culturales transnacionales y de los flujos de comunicación nacionales y provinciales, participación que se da desde entornos urbanos específicos, a los que a su vez co-produce mediante complejas prácticas de enmarcamiento y filtrado.
De manera que el tipo de intersecciones y mediaciones que presentan las situaciones sociales que analizo en este libro requiere abordar procesos que implican espacios y trayectos extensos crecientemente transnacionalizados, pero que al mismo tiempo se (re)territorializan porque están situados espacial y temporalmente y marcados por la desigualdad de base de la modernidad-mundo (Ortiz, 1996). Esas ubicaciones espacio temporales son progresivamente urbanas, aunque el lugar relativo que cada ciudad ocupa en el “tablero de la liga de ciudades” global, construido y alimentado por las dinámicas de la producción cultural transnacional (y por diversas instituciones y actores) sea diferente (Robinson, 2004 y 2006; Robinson en García Vargas y Román Velázquez, 2006).9
Las maneras de acceder a esos espacios mediante el análisis cultural ha sido seguir el hilo que enhebra la circulación de sentidos de ciudad a través de diferentes momentos del proceso comunicacional mediatizado de cuatro programas televisivos producidos localmente. Entiendo que esa elección me ha permitido observar la variedad de discursos y registros que construyen sentidos de ciudad, y las características de sus ubicaciones sociales. Ha sido una forma de ligar el espacio social de la televisión a la problemática general de la producción social del espacio a través de los sentidos de ciudad producidos por la televisión, intentando matizar la desoladora imagen del fusilamiento masivo de las audiencias populares por parte de los guionistas metropolitanos que expresara Ronsino en Lumbre (aunque sin olvidar la radical agudeza con la que esa imagen denuncia las relaciones de poder implicadas en la circulación mediatizada).
Mi camino para encontrar esos matices se ubica en el campo de la comunicación/cultura, y abreva en una apuesta interpretativa contextualista (basada principalmente en los estudios latinoamericanos críticos sobre cultura y poder, los estudios culturales británicos y la geografía feminista), cuya arquitectura teórico-metodológica repongo en la parte I de esta introducción, en la que además presento en detalle los materiales con los que se trabajó. Allí describo la tarea de articulación (Slack, 1996) que sostiene el trabajo con materiales específicos, explicitando las decisiones teóricas que guiaron el trabajo empírico.10 La primera parte de este capítulo cierra con una coda reflexiva sobre las relaciones entre la producción audiovisual y el trabajo de campo como praxis reveladoras de la relación entre la politicidad de la cultura y la producción social del espacio en áreas no centrales de Argentina, un país en el que la confrontación capital/provincias estructura continuamente la interpretación sociopolítica de la desigualdad.
En la segunda parte de la introducción se analizan algunas características contextuales e históricas vinculando a la producción televisiva con las condiciones de vida en San Salvador de Jujuy.
I.
Comunicación/ciudad (por estudios culturales)
No se trata de describir apartándonos, sino de construir un saber que nos incluya, que no podría dejar de incluirnos. La relación comunicación/cultura es un salto teórico que presupone el peligro de desplazar las fronteras. Pero, justamente, de eso se trata: de establecer nuevos límites, de definir nuevos espacios de contacto, nuevas síntesis. En vez de insistir en una especialización reductora, se propone una complejidad que enriquezca.
Héctor Schmucler (1997, pp. 150-151)
En la biblioteca de las teorías sociales y de la significación que alimentan la investigación en comunicación es posible encontrar una constelación de autores de adscripciones disciplinares (auto o hetero atribuidas) heterogéneas. La multiplicidad de autores y autoras visitados hace que Caggiano (2007) indique que, en lugar de “padres”, el campo de la comunicación (estrictamente, el de la comunicación/cultura) cuente con “tíos fundadores”. Lejos de percibir esa heterogeneidad como limitación, tiendo a comprenderla como una posibilidad contextual de movimiento que alienta la exploración teórica y metodológica. Alejandro Grimson (2011, p. 47), entre otros referentes, indica que esa potencialidad marcó su formación inicial y determinó parcialmente su apertura disciplinar y su rechazo al “monoteísmo metodológico”.
En esa misma y heteróclita biblioteca encontramos un conjunto de libros que se ocupan de la comunicación adscribiéndose explícitamente a este campo. Y en los estantes latinoamericanos de este grupo, una mirada rápida a los títulos revela que son numerosas las menciones que lo imaginan a través de metáforas espaciales y asociadas al movimiento. En ellos, la comunicación se ofrece como un mapa de rutas: caminos que unen puntos históricamente disciplinados y reconocibles de las ciencias sociales, desde y sobre Latinoamérica. Este mapa de rutas incluye tanto localizaciones particulares como trayectos y posiciones intermedias.
Ahora bien, ¿qué significa que una parte de la investigación en comunicación social pueda pensarse como un mapa de rutas, y qué consecuencias o posibilidades teórico-metodológicas ofrece? Concretamente, ¿cuáles son las rutas que permitirían recorrer la conflictividad y el poder de Salvador de Jujuy desde el análisis cultural de narrativas televisivas locales?
Vanina Papalini (2010) indica que, en términos prácticos, el conocimiento situado en el campo de la comunicación demanda resolver reflexivamente las tensiones que se producen al enfrentar los desafíos metodológicos. Deseo inscribirme en ese camino reflexivo, relatando conceptualmente cómo construí una aproximación teórico-metodológica interpretativa. Propongo la imagen del mapa de rutas, inspirada en los títulos de la biblioteca latinoamericana de la comunicación/cultura recién señalados, como figura que permite ordenar (relativamente) el relato sobre la producción de ese camino. Mapear el trayecto es una forma contextualista de explorar la biblioteca, de recorrer un estado de la cuestión articulando tales categorías, conceptos y líneas de abordaje en una reflexión situada sobre el conocimiento que se intenta producir, sin pretensiones de universalismo.
La perspectiva teórica de este libro se basa en la literatura que enfatiza el carácter de producción social del espacio (Harvey, 2005 [1997]), resalta el carácter constituyente de la cultura en ese proceso (Williams, 1997) y vincula a ambos con específicas geografías del poder (Massey, 1995). Desde allí, especifico la mirada al espacio urbano y a la industria cultural contemporánea, para analizar la conflictividad de lo social en los sentidos de ciudad ofrecidos por narrativas audiovisuales locales circulantes en San Salvador de Jujuy. Ese marco permite trabajar en la zona de confluencia disciplinar que suele nombrarse como Estudios Culturales.
Dentro de este piso fértil y amplio de los Estudios Culturales, propongo la elaboración de un conjunto teórico-metodológico que puede agruparse alrededor de la idea de configuración como principio clave de interpretación situada y contextual, y que me permitirá considerar a los procesos de significación del espacio urbano jujeño como parte constitutiva de la articulación de una serie de situaciones sociales de diverso tipo (económicas, políticas, culturales) que se acumulan y condensan en una coyuntura. Ese proceso configuracional y significativo puede interpretarse