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Transfeminismo o barbarie


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veía bien. Estaba en la televisión La Veneno, en «Cruzando el Mississippi» y parecía que éramos todas lo mismo, que éramos lo que el heteropatriarcado denominaba, el objeto».

       (Laura Bugalho, entrevista personal)

      Y como señala Miriam Solá (2013: 19), en las jornadas de Córdoba aparece por primera vez el término transfeminista, en las ponencias «El vestido nuevo de la emperatriz» del Grup de Lesbianes Feministes de Barcelona y en «¿Mujer o trans? La inserción de las transexuales en el movimiento feminista» de Kim Pérez.

      Cuando llegan las jornadas feministas estatales de Granada en 2009, se produce un giro importante, que es especialmente significativo. Ya no se trata de algunas mujeres trans que hacen una ponencia importante en las jornadas, sino que se produce un encuentro intergeneracional donde se plantea la necesidad de cuestionar los binarismos –no solo el de género–, aparece una apuesta por abordajes interseccionales y la transexualidad está en el centro del debate. La propia Isabel Franc, en el monólogo que inauguraba las jornadas, planteaba jocosamente que este debate se produce como un encuentro entre las diferentes olas feministas, entre aquellas que han leído a Simone de Beauvoir –y hablan de un sujeto político mujer, así, en singular– y sus hijas, que leyeron a Paul Preciado ¡y han hecho talleres Drag King! En estas jornadas se lee el «Manifiesto para la insurrección transfeminista» donde se articula esta nueva alianza transfeminista (Solá 2013, 22). Sobre la trascendencia de este encuentro en Granada Justa Montero señala la aportación que hacen algunas personas que traen su experiencia crítica sobre la sexualidad y la transexualidad:

      «En Granada lo que pasa es, primero, que viene precedido de grupos que empiezan a tener un trabajo real, concreto, con mujeres trans y de reflexión sobre la transexualidad, en general. De todo lo que representa, el cuestionamiento que supone al binarismo. (...) Y luego, por otro lado, son unas jornadas donde se plasma un cambio generacional, vamos, no un cambio, sino un diálogo intergeneracional, donde hay una incorporación de toda una generación de mujeres que ya parten de tenerlo mucho más integrado en su discurso. Aunque sean pequeños sectores, son activistas que tienen muy integrada la crítica al binarismo, a las identidades fijas.

      (Justa Montero, entrevista personal)

      De esta manera, se visibiliza la pluralización de los debates feministas que están teniendo lugar en el Estado español en ese momento, abiertos a lecturas críticas sobre los feminismos, interesados por la teoría queer, por la crítica antirracista y decolonial, desde las mujeres con diversidad funcional, entre otros posicionamientos. Y se hace evidente la permeabilidad y receptividad que existe para entender no solo las realidades trans sino la relevancia que tienen estos debates para los movimientos feministas, ya que ayuda a avanzar sobre la pregunta relativa al sujeto político. De hecho, estas jornadas suponen una entrada clara en los feminismos de la tercera ola, que reconocen la diversidad del sujeto(s) político de los feminismos. También en 2009, como señalan Sam Fernández y Aitzole Araneta (2013), se produce un cambio en la hegemonía de los debates sobre los derechos trans, con la irrupción de la demanda por la despatologización de la transexualidad «lo que antes había sido una lucha minoritaria pasaba a liderar el cambio de perspectiva de las demandas trans dentro del movimiento» (Fernández y Araneta, 2013, p. 52).

      Cristina Garaizabal señalaba la voluntad de encuentro y lucha común de estos movimientos sociales, así como el papel que ha jugado la coordinadora feminista en facilitar estos encuentros:

      «Es la primera vez que lo trans se dirige al feminismo, en el 2009. Es la primera vez que grupos trans interpelan directamente al feminismo, es decir: “Queremos estar ahí porque creemos que lo que queremos decir tiene algo que ver con lo que estáis haciendo”. Y entonces, yo creo que, en parte, en la ponencia sobre la política sexual del movimiento feminista, las organizadoras de las Jornadas piensan: “Pues tiramos al menos de dos personas que conocemos que han estado en la Coordinadora, que pueden hablar de esto y que pueden simpatizar con el asunto trans”, y nos llaman a tí, Lucas, y a mí.

      (Cristina Garaizabal, entrevista personal)

      Esta sororidad quizás inesperada está basada en un interés político común sobre las libertades sexuales, basado en amistades y vínculos personales de cuidado que se trazan al menos desde los años noventa (Platero y Ortega, 2016). Un movimiento trans liderado básicamente por mujeres, como señalaba Juana Ramos en una entrevista personal:

      «Hubo una apertura del movimiento feminista hacia la realidad transexual y en el caso concreto de las mujeres transexuales. Porque en aquella época, la transexualidad masculina todavía no era muy conocida aquí, en el Estado español. Básicamente, quienes estaban representando al movimiento trans eran mujeres. Luego ya, a partir del año 95-96, empezaron a aparecer en los colectivos hombres transexuales, pero antes no».

      Una característica de este movimiento feminista plural de la tercera ola, con respecto a la pregunta sobre sujeto político, es que se plantea no solo la pluralidad de la encarnación de las mujeres, sino también la participación de los hombres. Temas como la masculinidad femenina, los hombres trans en el feminismo o la sexualidad disidente de las mujeres estuvieron muy presentes en las jornadas, con sendas ponencias. En este sentido, Cristina Garaizabal señalaba que:

      «Es evidente que es un reto ya abierto... al feminismo. El tema en el 93 era: “¿Quién decide quién es mujer y por qué?”. El problema es que en el 2009 no es ese el debate. Porque en el 93 el sujeto del feminismo siguen siendo las mujeres. Cada cual que lo entienda como le dé la gana y ese es el debate: “¿Qué es ser mujer?”. Pero en el 2009 el problema que se plantea ya no es ese porque, como entran los trans masculinos, el asunto es “¿por qué los hombres no?”, “¿todos los hombres son opresores?”, “¿el sujeto del feminismo son solo las mujeres?”. El sujeto del feminismo son los… discriminados por el sistema de géneros».

      (Cristina Garaizabal, entrevista personal)

      Una de las aportaciones claras de estos debates, como señalaba Sam Fernández en 2018, es un debate que plantea un cuestionamiento al esencialismo biológico del sujeto político mujer, como apunta Aitzole Araneta:

      «“El feminismo ha podido influir al movimiento trans en ser más crítico”, ese cuestionamiento del orden social y de las normas, en base a lo “biológico” o tomando como dogmas de fe formas de ser, roles, etc. En cuanto al cuerpo sexuado, es una de las líneas distintivas del feminismo. Así que sí, –el feminismo– ha dado herramientas de análisis retóricas y prácticas –también desde varios lados nuevas normatividades–, para repensar y repensarse lo trans y el movimiento trans».

      (Aitzole Araneta, entrevista personal)

      Como señala Sam Fernández, lo que sucede en 2009 es de «una apelación al feminismo desde el feminismo», y añade, «en esa apelación no se puede separar lo feminista de lo trans, ya que estaba plenamente articulado en esa alianza, donde había gente que se definía como trans y otra no». A esas jornadas de Granada llega un feminismo, que se podría definir como cabreado, que plantea «el feminismo será transfeminismo, o no será». Muestran un hastío con la agenda política existente, y que pone un límite a cómo se han tratado algunos temas como, por ejemplo, el trabajo sexual o las genealogías feministas. Por otra parte, como señalan Fernández y Araneta, en estas jornadas se interpela a un movimiento feminista plural para que haga suya la demanda de la despatologización trans, disipando el silencio feminista ante dicho señalamiento y movilizando a las personas trans desde el feminismo, y tercero, supone un desafío a una parte del feminismo más tradicional y binario (Fernández y Araneta, 2013, p. 52-53). Así, surgen preguntas comunes que facilitan el debate, pero también hay resistencias y asperezas ante tal interpelación doble:

      «Si se ha conseguido hasta ahora [una posición común] es precisamente la de seguir indagando en este tema de ¿qué nos hace mujeres? ¿Qué nos hace hombres? ¿Qué es ser mujer? Y esos momentos donde confluye esta España, este proceso histórico, estas jornadas... Sigue siendo un tema que está en la agenda de los movimientos feministas del Estado español, el tema por ejemplo de la despatologización, de lo que pasa con los profesionales sanitarios, la educación, las identidades sexuales… Diría que aquello se desinfló