rel="nofollow" href="#ulink_f91bd4b0-aefd-55da-8646-061e30e7ef94"> 3.1 El desafío de cuestionar el sujeto de la salud pública
3.2 La salud pública tradicional y su concepción del sujeto
3.3 El perfil del sujeto moderno
3.4 Cuestionamientos a la estabilidad del sujeto moderno
3.5 Conclusiones y posibilidades
4.2 Sobre la determinación social
4.4 Determinando modos de vivir
Cap. 5 El modelo de aseguramiento en salud: lejos de la cooperación
5.2 Salud y protección social en Colombia en los últimos cien años
5.3 La reforma a la seguridad social en los noventa
5.5 Las redes no emergen en este sistema
5.7 Nuevas posibilidades: lo local y cambio en los agentes de la acción
5.8 Hay otras formas de organizar el sistema de salud
Cap. 6 Paradigmas en la enseñanza y el aprendizaje en la salud pública
6.2 Generalidades de la educación en salud pública
6.3 Educación y competencias en salud pública
6.4 Estrategias innovadoras en la educación y/o investigación en salud pública
No hay ningún problema más importante, sensible, difícil, complejo como el estudio y la explicación de los sistemas vidas. Dicho grosso modo, esa es la finalidad de las ciencias de la vida. Ahora bien, quizás el caso o la expresión más fundamental de los sistemas vivos sea la salud. Este es, dicho de modo genérico, el tema de las ciencias de la salud.
La comprensión más tradicional de la salud la entiende como un problema específica o determinantemente humano. Esto es un error. La salud –como la enfermedad– son fenómenos, experiencias, comportamientos, que suceden en muchas otras instancias antes y después de los seres humanos. Se enferman los ríos y las selvas, se enferman los animales y las plantas, y se enferman incluso los materiales (y este es el objeto de la ingeniería o de la física de materiales, por ejemplo).
Dicho de otra manera, la salud humana es imposible sin la salud en general del planeta; esto es, de los otros, del medioambiente y de los animales y las plantas, entre otros. De esta suerte, el cuidado de la salud implica una visión radical, a saber: una comprensión no-antropocéntrica o no-antropomórfica de la salud, así como de la enfermedad.
En el panorama académico y científico, el grupo de investigación Complejidad y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad El Bosque se ha dado a una tarea singular: pensar la salud –y no ya única o principalmente la enfermedad–. Por consiguiente, se trata de pensar –aprender, investigar y demás–, en términos perfectamente distintos a expresiones como “el continuo salud-enfermedad” o “la salud como la ausencia de enfermedad” y otras expresiones semejantes.
Pensar la vida es una sola y misma cosa que pensar la salud, y hacer posible a la una es exactamente lo mismo que cuidar, posibilitar y exaltar a la otra. Y sin embargo, se trata de tareas de una inmensa dificultad. Sostenemos expresamente que, grosso modo, la historia de la humanidad en Occidente no ha pensado en la salud, solo en la enfermedad. Lo cual es importante, pero es perfectamente insuficiente.
Hemos emprendido un viaje, y en los viajes largos y signados por la incertidumbre hay que andar muy bien pertrechados. Pues bien, sin la menor duda, las ciencias de la complejidad constituyen la mejor de todas las ayudas para pensar la vida, para pensar la salud, y para hacerlas a ambas posibles, tanto como quepa imaginar.
Existen numerosas dificultades, retos y obstáculos en este viaje. Algunos son: el reconocimiento expreso de que la principal fuente de mortalidad son las fallas médicas; no existe hasta la fecha una teoría (general) acerca de la vida y los sistemas vivos; no hay una teoría unificada de la biología; en las acciones y decisiones médicas, la piedra de toque al final de la cadena es el paciente, y por tanto su núcleo familiar y social –algo que la auditoría médica desconoce–; hay quienes creen que se puede enseñar, hoy, en el marco de la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento, por ejemplo, cómo cuidar la salud –otro error craso–. Precisamente por ello –hoy por hoy– hablamos de comunidad de aprendizaje, aprendizaje significativo, aprender a aprender, por ejemplo.
Este libro hace una apuesta: deben ser posibles otras