José Antonio Piqueras

El pensamiento económico del reformismo criollo


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La primera preocupación que don Luís da Cunha externó a su discípulo es el pobre equilibrio entre los intereses portugueses y los de sus vecinos españoles. Era una prioridad, entonces, disminuir las ventajas comparativas que el gobierno de Madrid exhibía sobre el poder de los secretarios de Estado en Lisboa, ya que solo de esa manera la independencia política del Reino de Portugal estaría definitivamente asegurada.

      La mejoría de la explotación del territorio y el fomento del crecimiento de la población productiva deberían ser acompañados por una nueva política de alianzas y por el fortalecimiento del poder militar de la Corona. En asuntos militares, don Luís defendió la formación de un escuadrón de guerra y una marina mercante, para la nacionalización efectiva del comercio ultramarino y para la defensa del imperio. El ejército, a su vez, debería ser profesionalizado para que al menos pudiera garantizar la defensa del reino y los territorios de ultramar. Estos objetivos solo se cumplirían a largo plazo. Hasta que se alcanzara dicha estructura, no había forma de escapar de la alianza inglesa y del apoyo de su armada (Cunha, 2001, pp. 273-276).

      Una solución al lujo profano fue retomar la política de manufacturas del reinado de don Pedro II (1667-1706). Dirigido por don Luís de Menezes, 3er conde de Ericeira (1632-1690), este esfuerzo intentó reequilibrar las finanzas públicas en un contexto de crisis. La Corona portuguesa extrajo del comercio colonial y de los derechos de aduana una parte significativa de sus ingresos, por lo que fue trágico para el Estado reducir el comercio y bajar los precios de los productos portugueses durante el último cuarto del siglo XVII. Además de la crisis internacional, los gastos de la Guerra de Restauración