José Antonio Piqueras

El pensamiento económico del reformismo criollo


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ambos reinos habían sido adquiridos al mismo tiempo para los dominios de su majestad y que estaban regidos por las mismas leyes y tenían las mismas costumbres. También el comercio con Filipinas estaba permitido solo bajo ciertas reglas estrictas y todas estas prohibiciones se habían dictado en España.

      35. Copia al virrey del 23 de junio de 1747 de la representación que el Consulado de México hizo al rey hecha en 18 de noviembre, agnm, Consulado, Vol. 269, exp. 2, fs. 25-59.

      Los albores del siglo XVIII trajeron nuevos dilemas para Portugal. Con la consolidación del poder económico y marítimo de Gran Bretaña, una cuestión central se impuso a la Corona portuguesa ¿cómo asegurar la seguridad y la integridad imperial, en una situación en la cual Lisboa debía posicionarse frente a presiones que no le dejaban autonomía de decisión?

      En este contexto ¿será que los portugueses crearon y siguieron una gran estrategia para garantizar la soberanía y la integridad del imperio en este periodo de turbulencia?

      ¿Cómo establecer una economía próspera, capaz de permitir una posición autónoma de Lisboa frente a la competencia entre los Estados modernos? Esos eran los objetivos de don Luís da Cunha (1662-1749), ministro plenipotenciario y embajador. Da Cunha fue un observador astuto, posicionado en cortes europeas como Londres, La Haya y París, entre otras. En sus misiones escribió memorias y pareceres comparando las políticas económicas de otros poderes europeos con el potencial portugués, siempre buscando comprender cómo el comercio, la diplomacia y el poder militar podían ser condensados en una gran estrategia.

      Para una mejor comprensión del alcance de las propuestas de don Luís da Cunha, debemos tener en mente el contexto de transformaciones en el cual estaba escribiendo y los dilemas que la Corona portuguesa enfrentaba.

      La Economía Política, el aumento de las tensiones internacionales y la autonomía de Lisboa

      […] the Theory of Trade is a Princely Science, and the true Regulation of it the Key of Empire.

      (Wood, 1718, citado en Armitage, 2009, p. 146).

      The interest of the King of England is to keep France from being too great on the continent and the French interest is to keep us from being masters of the sea.

      (Coventry, 1673, citado en O’Brien, 2003, p. 11).

      No podemos olvidar el hecho de que la guerra y la estrategia militar se volvieron cada vez más costosas en la Europa de la posguerra de los Treinta Años (1618-1648). En los albores del siglo XVIII, la guerra se había vuelto extremadamente onerosa, tanto por el desarrollo de nuevas tecnologías militares, como por la participación de las potencias europeas en las sucesivas guerras. El resultado fue la necesidad de la manutención de ejércitos permanentes entrenados, abastecidos y listos para entrar en combate, abandonando así la vieja costumbre de licenciar a los soldados al final de los conflictos (Parker, 2003).

      Resueltos los conflictos domésticos y establecido un nuevo status quo político, Inglaterra expandió su aparato administrativo, que sería responsable no solo de su territorio en el Viejo Mundo, sino también de sus súbditos y de sus colonias de allende del mar. Bajo el auge de sus actividades expansionistas, los gastos del gobierno británico pasaron de ser cerca de 2 millones de libras —valor medio de gasto en periodos de paz— a 150 millones de libras: un aumento de aproximadamente 75 veces (Pocock, 2003, p. 425).