se puede perder, ya que las rutinas pueden pensar por nosotros. Nos quedamos con algo que se ve bien en el exterior, pero que está lleno de nada más que los huesos de una relación que falleció tiempo atrás. Eso es cierto para cualquier relación romántica, incluida nuestra relación con Dios. Jesús criticó a los líderes religiosos de su época por eso: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas, que son como sepulcros blanqueados! Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre” (Mateo 23: 27).
¡Ay, ay! Duele. Eso va a dejar una cicatriz.
No me malinterpretes. Muchas parejas tejen una maravillosa rutina romántica en el ritmo de su relación, y así disfrutan una regularidad que, en el caso de Bob y Sue, se había convertido en una rutina de muerte. Otra pareja podría comer en el mismo restaurante con regularidad porque se conocieron allí por primera vez y el ambiente les recuerda su historia romántica. Para ellos, la regularidad mejora su intimidad, la forma complementa la sustancia de su relación. No hay nada intrínsecamente incorrecto con el patrón. Pero cuando el patrón es todo lo que les queda, el amor se va. Lo mismo ocurre con toda tradición religiosa.
Debemos recordar que el enemigo no es la tradición en sí, sino la dependencia total de ella y de la rutina hasta el punto en que nos desconectamos de la intimidad pensada, decidida e intencional. Dios detesta que eso suceda. Más de una vez en la Biblia, cuando Israel insistía en sus tradiciones religiosas, pero olvidaba el corazón de todo, se lo dijo:
“Yo aborrezco sus fiestas religiosas;
no me agradan sus cultos solemnes.
Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal,
no los aceptaré...
Aleja de mí el bullicio de tus canciones:
no quiero oír la música de tus cítaras.
¡Pero que fluya el derecho como las aguas,
y la justicia como arroyo inagotable!” (Amós 5: 21-24; ver también Isaías 1: 10-18).
Seguramente, estas palabras son igualmente aplicables a la iglesia cristiana. En el capítulo 4 echaremos un vistazo a la fealdad de la historia de la iglesia cuando los cristianos cometen el mismo error, siguiendo los movimientos religiosos, pero olvidando el corazón de Cristo. Y, como música de fondo, es posible que escuchemos el eco de la voz de Dios en el pasaje anterior: Yo aborrezco sus fiestas religiosas cuando ustedes no viven su fe con la totalidad de sus vidas.
¿Eh? y R
1. ¿Cuáles son tus reacciones a la “parábola” en este capítulo? ¿Te ves en la historia? ¿Ves a Dios?
2. Si vemos a una pareja en el mismo restaurante cada semana, ¿podemos juzgarlos por haber perdido el amor en su relación? Del mismo modo, si conocemos personas que participan en rutinas o tradiciones diarias o semanales para mejorar su vida espiritual, ¿podemos juzgarlas por ser demasiado religiosas?
3. ¿Cómo crees que las tradiciones y las rutinas pueden...
… ayudarnos a desarrollar nuestras vidas espirituales? Piensa en ejemplos.
… obstaculizar nuestro crecimiento espiritual? Piensa en ejemplos.
“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera”.
—Mateo 23: 25-26, MSG
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