Bruxy Cavey

El fin de la religión


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se traduce como señal, algo que apunta hacia la verdadera naturaleza del mensaje y la misión de Jesús. Este milagro no se trata solo de proporcionar un refrigerio a los huéspedes sedientos. Aquí hay más cosas en juego.

      Piensa en el simbolismo radical involucrado en este evento. La idea de convertir milagrosamente el agua en un líquido completamente diferente no debió haber sido novedosa para los invitados de la fiesta. Como judíos, deberían estar íntimamente familiarizados con la historia de Moisés, el legislador, a quien se le otorgó el poder de convertir el agua en sangre (ver Éxodo 4: 9), un símbolo del juicio de Dios. Ahora, Jesús viene con el poder de convertir el agua en vino, un símbolo de la bendición y la alegría de Dios (ver Salmo 104: 14-15). Algo estaba cambiando. En las Escrituras hebreas, escritas mucho antes del tiempo de Jesús en la tierra, Dios había profetizado que un día levantaría a un profeta “como” Moisés (Deuteronomio 18: 18).3 “Como”, esto es, que se asemejaría en algunos aspectos, pero que sería obviamente diferente. Moisés y Jesús le ofrecieron a la gente la libertad de todo lo que los esclavizaba, ya fuera Egipto, por un lado, o el pecado y el egoísmo, por el otro. Moisés logró esa libertad para el pueblo de Dios a través de demostraciones de ira y juicio de parte de Dios. Jesús la ofreció al mostrar la gracia y la misericordia de Dios. Esto no quiere decir que el Dios del Antiguo Testamento y el revelado a través de Jesús estén en desacuerdo o sean contradictorios. Solo significa que respondió de manera diferente a la humanidad en dos momentos diferentes de nuestro desarrollo y en dos contextos diferentes. Examina la relación de cualquier padre con sus hijos a lo largo de los años y verás cuán radical es el cambio en el estilo de crianza a medida que los niños maduran y las circunstancias se desarrollan.

      Por supuesto, no es extraño reconocer que el mensaje de Jesús fue de bendición y alegría. Pero, mientras continuaba contemplando esa “señal”, me di cuenta de que, a través de su milagro, Jesús no solo estaba, agregándole contenidos a la tradición religiosa establecida. La estaba subvirtiendo. ¿Notas, entonces, el escándalo?

      Echa un vistazo al versículo 6. Juan nos dice que Jesús no hizo que el vino se sirviera de los recipientes ordinarios reservados para el vino. Al contrario, les dijo a los sirvientes que usaran los recipientes sagrados reservados para un ritual religioso. Cuando investigué este detalle más a fondo, descubrí que una de las tradiciones de algunos grupos religiosos de ese tiempo (especialmente las de un grupo influyente llamado los fariseos) era la habitual limpieza ritual de las manos. Ellos sumergirían sus manos en agua sagrada como una forma de simbolizar un deseo de permanecer puros del pecado del mundo (ver Marcos 7: 1-4).

      ¿Por qué, entonces, usaría Jesús estos frascos de piedra sagrada para que contuvieran el agua convertida en vino? Con toda seguridad, había otros recipientes disponibles que podían haber contenido el néctar de la alegría. Si se habían quedado sin vino, obviamente debía haber por ahí un montón de vasijas “vacías” dispuestas a recibir el líquido milagroso. Los frascos, las jarras, las botellas, los barriles y los odres de vino (lo que fuera que estuvieran usando) estaban ahí, vacíos, a la espera de ser llenados. Entonces, ¿por qué las vasijas de piedra? ¿Por qué los iconos sagrados de la tradición religiosa? ¿Por qué hacer intencionalmente algo tan ofensivo?

      Tenía ante mí un hecho inesperado, pero innegable: a través de su primer milagro, Jesús profana intencionalmente un ícono religioso. Elige deliberadamente esos recipientes sagrados para desafiar al sistema religioso, convirtiéndolos de iconos de purificación personal en símbolos de celebración relacional. Jesús nos lleva del agua bendita al vino de bodas. Del legalismo a la vida. De la religión a la relación.

      Jesús parece estar diciendo que su mensaje de amor —un amor de aceptación radical— es demasiado grande para ser contenido en las viejas formas de la tradición religiosa.4 Su vino nuevo exige odres nuevos (ver Mateo 9: 17).

      Yo sabía que frente a eso tenía que hacer a un lado mis presupuestos religiosos y dejar que el Jesús de las Escrituras fuera quien la Biblia dice que es, y no aquel que dos mil años de historia y tradición de la iglesia dicen que debería ser. Así comenzó mi búsqueda intencional de un Jesús tridimensional, más allá de las vidrieras de la religión que lleva su nombre.5 Quería aprender más sobre —y más de— el Jesús que cree que nuestro mundo necesita más vino y menos religión. Ahora sé que esta historia milagrosa y singular es simplemente la punta de un témpano de hielo irreligioso que se esconde en la Biblia.

      Los escritores de los evangelios, los cuatro libros bíblicos que registran la vida de Cristo, usan una palabra griega fascinante para describir el efecto que Jesús suele producir en su auditorio religioso. Ellos describen a Jesús como un skandalon, es decir, un escollo, una ofensa, un escándalo. Su énfasis parece ser que Jesús es una roca sobre la cual puedes construir tu vida tanto como tropezar con ella. Cualquiera que se aferre demasiado a sus preconceptos religiosos, tarde o temprano se ofenderá con Jesús. A menos que, por supuesto, haga lo que innumerables cristianos han hecho y domestique al Jesús histórico a través de años de tradición conservadora.

      Afortunadamente, el registro bíblico no permitirá que la agenda no religiosa de Jesús sea tan fácilmente descartada. Su espiritualidad subversiva fue un estilo de vida por el que estuvo dispuesto a morir y, como veremos más adelante, fue a través de su muerte que finalmente declaró el fin de la religión.

      En la segunda parte, exploraremos más ejemplos del comportamiento y la enseñanza de Jesús que son escandalosos para los conservadores religiosos de cada generación. Pero antes de eso, hay algunas cosas que deben decirse, incluida la importante tarea de aclarar nuestros términos, como lo haremos en el próximo capítulo.

      Eh? y R

      1. Volvamos al juego de asociación de palabras.

      - Si yo digo “Jesús”, ustedes dicen…

      - ¿Por qué vienen a tu mente estas palabras en particular?

      2. Jesús hizo una audaz declaración simbólica en la boda en Caná cuando profanó las tinajas de agua bendita con el vino de la fiesta, reemplazando así la ceremonia con la celebración. Si Jesús viniera hoy, ¿qué tradiciones sagradas o creencias de larga data crees que necesitaría desafiar para poder expresar su opinión?

      3. Observa que Jesús y sus discípulos estaban en la fiesta de bodas porque fueron “invitados”. Si estuvieras en una fiesta, ¿querrías que Jesús estuviera allí? ¿Por qué sí? ¿Por qué no?

      4. Una lectura detallada del texto de Juan 2 revela que el agua se convierte en vino solo cuando los sirvientes realmente siguen las instrucciones de Jesús para servirla. Al principio, Jesús no realiza el milagro para que los sirvientes vayan a contarlo a los demás. Antes bien, la participación de los sirvientes se convierte en parte de la transformación. ¿Qué lecciones hay allí para nosotros?

      “El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas”

      Mateo 22: 2

1 Sayers, Creed or Chaos?, pp. 6-7.

      Capítulo 2

      Religión, espiritualidad y fe

      La revelación de Dios es la abolición de la religión.

      —Karl Barth

      Por religión las personas tienden a referirse a los sistemas de creencias establecidos de la Realidad Última y de las instituciones que los