Liliana Chacón Jaramillo

Competitividad e innovación


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      Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. (2019). Developing Sustainable Value Chains for Small-Scale Livestock Producers. Roma.

      Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (s. f.). Objetivos de Desarrollo Sostenible. https://www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals.html

      Quispe, G. (2016). Visiones del desarrollo endógeno desde las comunidades locales. Perspectivas, (37), 95-122.

      Universidad de La Salle. (2017). Documento maestro del programa de Doctorado en Agrociencias. Autor.

      Vázquez-Barquero, A. (2002). Endogenous Development and Globalization. EURE, Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Regionales, 26 (79), 47-65.

      Von Grebmer, K., Bernstein, J., Hammond, L., Patterson, F., Klaus, L., Fahlbusch, J., Fritschel, H. et al. (2018). 2018 Global Hunger Index. Forced Migration und Hunger. https://www.globalhungerindex.org/pdf/en/2018.pdf

      Von Grebmer, K., Ringler, C., Rosegrant, M., Olofinbiyi, T., Wiesmann, D., Fritschel, H., Yohannes, Y. et al. (2012). 2012 Global Hunger Index. http://cdm15738.contentdm.oclc.org/utils/getfile/collection/p15738coll2/id/127150/filename/127361.pdf

      * Ph. D. y magíster en Salud y Producción Animal de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, D. C.). Directora del Doctorado en Agrociencias y profesora asociada de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: [email protected]

      La innovación en agrociencias

      Resumen

      LA INVESTIGACIÓN CLÁSICA EN AGRICULTURA tiende a ser disciplinaria, a pesar de que las sociedades rural y urbana esperan que tenga un carácter transdisciplinario con una interacción dinámica y proactiva entre el sector de la producción, la academia y los hacedores de política sectorial. Así, la agricultura en Colombia requiere del diseño y desarrollo de un modelo de estudios de doctorado multidimensional y de una integración de visiones económicas, ambientales y sociales. En este documento se analizan los fundamentos de las agrociencias y de los procesos de innovación derivados de un modelo educativo que integra disciplinas dispersas para producir conocimiento científico y promocionar una nueva cultura de la agricultura desde la ciencia, la filosofía y la religión. Las inversiones en investigación básica y aplicada no solo contribuyen al desarrollo de invenciones basadas en la ciencia, sino también a la promoción del talento para el emprendimiento, prerrequisito fundamental para converger en una innovación comercial con una nueva visión en materia de eficiencia ambiental y justicia social. Ante esto, el modelo de agrociencias se orienta hacia valores agregados relacionados con la seguridad alimentaria y la conformación de una estructura de servicios para la producción primaria y la agroindustria. El enfoque transdisciplinario del modelo estimula elementos de innovación en el ordenamiento de agroecosistemas y de sus propiedades en materia de productividad, estabilidad, resiliencia y equidad. Así, la innovación social se aborda desde el valor agregado compartido y las necesidades de investigación y transferencia de tecnología para mercados de bajos ingresos.

      Palabras clave: educación ambiental, innovación educativa, agricultura orgánica.

      Introducción

      Una pregunta que siempre se hace desde la academia está relacionada con los procesos de investigación y desarrollo tecnológico: ¿cuál es su contribución estratégica a las aplicaciones prácticas en la agricultura? En este sentido, por tradición, la investigación clásica tiende a ser disciplinaria, pero las respuestas que esperan las sociedades rural y urbana en la agricultura tienen un carácter transdisciplinario; además, están asociadas con el diseño y desarrollo de un modelo de investigación y transferencia de tecnología que requiere de una gestión científica y tecnológica orientada hacia una interacción dinámica, proactiva, entre el sector de la producción, la academia y los hacedores de política sectorial.

      El modelo se fundamenta en la promoción del desarrollo sostenible desde tres dimensiones: lo social, lo económico y lo ecológico, en un contexto de producción que implica la integración sistémica de la agricultura con los recursos naturales (Leeuwis et al., 2006; Smeets, 2011). En consecuencia, la sostenibilidad de ambos factores en un entorno específico de producción comprende el análisis del estado de su manejo y desempeño en el espacio-tiempo, a través de cuatro propiedades esenciales: productividad, estabilidad, resiliencia y equidad (Scheffer et al., 2001).

      Durante las últimas tres décadas, a la agricultura, en específico, a la agricultura animal, se le ha atribuido un profundo crecimiento y desarrollo tanto en producción como en productividad, lo cual ha sido posible a partir del continuo esfuerzo de innovación realizado por diferentes grupos de investigación de las universidades públicas y privadas, y por el sector productivo (Van Latesteijn, 1998); sin embargo, la mayoría de los crecimientos sectoriales ha producido efectos negativos en el ambiente físico-social, ante la presión de una demanda continua y creciente por alimentos, y la disponibilidad a escala de otros bienes o servicios sectoriales.

      De esta manera, uno de los retos para la educación clásica universitaria en agricultura es considerar nuevas y emergentes tecnologías en la formación tradicional para aportar al desarrollo de una agricultura sostenible, en el marco de una gran diversidad de situaciones socioeconómicas y ambientales, la cual, según Richard Smalley, Premio Nobel de Química 1996, abarca: energía, agua, alimentos, ambiente, pobreza, terrorismo, guerra, enfermedad, educación, democracia y crecimiento poblacional (Smalley-Curl Institute, 2008). Así, las problemáticas son dinámicas, complejas de definir en conjunto y, a menudo, mal entendidas o ambiguas, por tanto, se prestan a interpretaciones conflictivas.

      Una problemática que merece atención estratégica es la extrema pobreza que aflige al planeta, la cual requiere de una nueva visión desde la academia, sector que tiene el desafío de contribuir a la solución de inconvenientes estructurales que, en particular, afectan al sector rural. En la actualidad, se estima que cuatro billones de personas —alrededor del 44 % de la población global— viven con ingresos per cápita menores de dos dólares; los modelos de negocio las referencian como un mercado de bajos ingresos (Prahalad, 2004).

      La pobreza es la debilidad del mundo. Se expresa con la carencia de todos o algunos de los elementos que favorecen el bienestar humano, los cuales dependen de un suficiente ingreso para obtener una provisión de alimentos adecuada y una vivienda apropiada para la familia; pero también intervienen otras dimensiones: la salud, la seguridad, la aceptación social, el acceso a las oportunidades, la capacidad para decidir con libertad (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, 2008). En este sentido, una lectura más integral e innovadora de la pobreza debe abordar a las comunidades rurales pobres desde el punto de vista del asistencialismo tradicional y desde su consideración a modo de un núcleo fundamental de la población humana, como un mercado blanco proveedor y consumidor de productos específicos o servicios (Michelini, 2006).

      Cada día, la ciencia se divide más en disciplinas especializadas, por tanto, lo más importante para el investigador es alcanzar principios unificadores que ayuden a entender no solo el comportamiento de las partes individuales de un sistema, sino también de su conjunto, es decir, de las partituras individuales de las piezas que lo componen. Esta orquestación revela que la meta no es entender el comportamiento de las cosas: es establecer su composición y cómo estas trabajan de forma integral, a manera de un todo.

      En el caso de la agricultura,