en revolucionar la agricultura, en especial entre productores de subsistencia en los países en desarrollo. Este planteamiento no solo se orienta a incrementar la oferta de alimentos, sino también a crear trabajos y nuevos ingresos por la venta de la producción excedente.
Ante lo expuesto, Polak (2005) muestra que las herramientas modernas de producción en agricultura son demasiado costosas para usarlas en pequeñas áreas y que la competencia por productos tradicionales no es posible, debido a la alta eficiencia y los subsidios que acompañan esta producción a escala. Sin embargo, los pequeños productores de escasos recursos pueden encaminar la producción de cultivos no tradicionales con un alto valor agregado teniendo como ventaja comparativa, frente a los cultivos de escala, los bajos costos de mano de obra.
Se pueden construir, entonces, puentes entre el negocio y la pobreza con un beneficio mutuo para las partes involucradas. Los beneficios van más allá de la rentabilidad, de los altos ingresos, y se desarrollan con la inclusión de innovaciones, la construcción de mercados y el fortalecimiento de las cadenas de oferta. Los resultados incluyen altas productividades, desarrollos sostenibles y un elevado empoderamiento de los pequeños y medianos productores del mercado (PNUD, 2008).
En la actualidad, la innovación social es la fuerza orientadora de los cambios y del hallazgo de terrenos comunes para la creación de valor compartido, en específico cuando se dirige a mercados de bajos ingresos. Esta innovación combina tres elementos: el concepto de creación de valor compartido, la teoría de la fortuna en la base de la pirámide y el enfoque de emprendimiento social corporativo (Kanter, 1999); a través de estos, los mercados de bajos ingresos contribuyen a los retos globales de seguridad alimentaria y, en simultáneo, generan una mayor rentabilidad para los pequeños y medianos productores. En este sentido, la innovación social se puede llevar a cabo mediante tres niveles: el desarrollo de modelos alternativos de negocio, la creación de productos y el diseño y formulación de estrategias de comunicación social.
Desde la transdisciplina, el modelo de agrociencias está representado por la producción orgánica, que involucra otras ciencias diferentes a las asociadas con la agricultura, como la ecología, la naturaleza, la salud humana, la filosofía, la ética y la religión. Esta producción implica la participación de muchos actores sociales y elementos organizacionales que promueven el valor intrínseco de la naturaleza y la configuración de nichos de mercado. Así, se concibe como una forma más sostenible de producción de alimentos (Lockeretz, 2011).
Otro ejemplo es la llamada agricultura de cuidado, la cual abarca una amplia variedad de operaciones y actividades que soportan procesos de bienestar humano y animal, y que se dan en un contexto extenso de la agricultura (Dessein, 2008). En este modelo, las actividades realizadas en las fincas relacionadas con cultivos y animales, el ambiente de las fincas y los elementos asociados con el paisaje natural se orientan a la promoción de la salud individual, así como al bienestar de los humanos, mediante la prestación de servicios fundamentalmente a jóvenes (recreación, educación) y personas mayores (salud, bienestar) (Dessein et al., 2013).
Un tercer ejemplo es la caracterización de nichos de desarrollo tecnológico e innovación, los cuales emulan el Silicon Valley, nombre que es sinónimo del éxito económico y del conocimiento como una fuerza que guía la ingeniería, la innovación, el emprendimiento y la cooperación entre el sector académico y la comunidad. Holanda desarrolla este tipo de modelos con el diseño del Valle de los Alimentos, establecido por Wageningen Foundation City of Life Sciences en 1997 (Crombach et al., 2008).
Conclusiones
El modelo de agrociencias tiene un carácter multidimensional con una visión integral de aspectos económicos, ambientales y sociales de la agricultura, así como una orientación estructural y funcional hacia valores agregados relacionados con la nutrición y seguridad alimentaria de Colombia, y con el potencial de conformación de una estructura de servicios a la producción primaria y la agroindustria en contextos específicos de producción locales y regionales.
El enfoque transdisciplinario de este modelo se expresa a través de diferentes escalas con elementos de innovación social y productiva en el ámbito del ordenamiento territorial en agroecosistemas, con un análisis de sus propiedades en materia de productividad, estabilidad, resiliencia y equidad. El modelo académico aborda la innovación social desde la perspectiva del valor agregado compartido y de las necesidades de investigación y transferencia de tecnología para mercados de bajos ingresos.
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