los componentes de la cadena de valor, independientemente de su tamaño o naturaleza (Porter, 1985). Se pretende, entonces, establecer un lenguaje general, mediante el cual varias áreas disciplinarias se comuniquen de manera transdisciplinaria (Palmer et al., 2007).
La transdisciplina es un principio científico reflexivo e integrador, impulsado por métodos que apuntan a la solución o transición de problemas sociales y científicos relacionados, por medio de la diferenciación e integración del conocimiento, a partir de diversos cuerpos de la ciencia y la sociedad (Bergmann et al., 2005).
Ante esto, el involucrar actores externos a la academia en el proceso de desarrollo científico, tecnológico e innovativo en agricultura integra mejor el conocimiento disponible, reconcilia valores o preferencias y crea una mayor apropiación de los problemas y las opciones de solución (Lang et al., 2012). En este sentido, además de la transdisciplina, existen otros enfoques de investigación, como los basados en el manejo de los recursos naturales en el ámbito comunitario y en procesos interactivos o participativos de investigación, que sugieren mecanismos más apropiados, dirigidos a cubrir los requerimientos para resolver problemas del mundo real y alcanzar metas de sostenibilidad sectorial.
Con base en lo expuesto, en este documento se analizan los fundamentos de las agrociencias y de los procesos de innovación derivados de este modelo educativo, el cual integra disciplinas dispersas para producir conocimiento científico y promocionar una nueva cultura de la agricultura en Colombia desde la ciencia, la filosofía y la religión.
Fundamentos conceptuales del modelo de agrociencias
El análisis de la evaluación de los estudios de doctorado en los Estados Unidos reconoce que la escolaridad e investigación en campos interdisciplinarios han crecido de modo significativo en la última década. Uno de esos trabajos tiene un carácter multidisciplinario, lo cual expone que la investigación con este enfoque reúne a académicos de diferentes campos para que trabajen en un problema común; en contraste con la investigación interdisciplinaria, que ocurre cuando los campos se cambian para incorporar perspectivas de otra área.
En este análisis sobresalen las ciencias de la vida, en las cuales se inscribe la agricultura, dado que se considera que las aplicaciones prácticas del sector focalizan la investigación en procesos biológicos básicos de manera separada, independiente de otras disciplinas biológicas tradicionales (Ostriker y Kuh, 2003). Al respecto, Palmer et al. (2007) abogan por un modelo educativo transdisciplinario que incluye un pensamiento de jerarquía superior, el cual trasciende las fronteras de la disciplina y la generación de conocimientos y nuevas resoluciones no disponibles en entornos multidisciplinarios e interdisciplinarios.
El desarrollo y crecimiento sostenible de la agricultura en un país megadiverso como Colombia requiere del diseño e implementación de este tipo de modelo con un carácter multidimensional y una integración local de visiones económicas, ambientales y sociales en la producción no solo de alimentos tradicionales, sino de aquellos con características funcionales agregadas. El modelo lo soporta una estructura de servicios académicos a la producción primaria y a procesos agroindustriales, los cuales, en conjunto, deben producir un menor impacto sobre los valores ambientales y sociales de un territorio en particular.
En este contexto, diferentes tipos de ciencias que cubren un amplio rango de disciplinas se tienen que integrar para configurar en lo local un marco orientador que dé respuestas a algunos de los retos complejos prioritarios que tiene la agricultura: el uso eficiente del agua, la resistencia de los cultivos y los animales a los pesticidas, la reducción de las pérdidas de poscosecha, el mejoramiento de la logística de las cadenas de producción y la configuración de formas más sostenibles de producción (Beddington, 2010).
Así, el modelo educativo de agrociencias interioriza estos desafíos y despliega un enfoque transdisciplinario que trasciende los límites de las disciplinas tradicionales adscritas a la agricultura con un nuevo conocimiento, cuyos resultados prácticos sobrepasan los ambientes multidisciplinarios e interdisciplinarios. La especialización y creación de conocimiento en agrociencias se realizan en un entorno de altas restricciones para el desarrollo de procesos interactivos que fomenten diferentes tipos de innovación; en consecuencia, se requiere de otras formas de trabajo académico, en las cuales el saber de todos los participantes se use de un modo novedoso y diversas disciplinas o experiencias se conjuguen con creatividad para forjar pensamientos e ideas. A este nuevo papel de la ciencia y la sociedad, orientado a desplegar procesos de innovación, Johansson (2004) lo denomina intersección.
Las agrociencias realizan esta intersección mediante una integración de la agricultura en el marco de una visión futurista de la investigación, el desarrollo tecnológico, la producción primaria y la transformación. Esta integración cubre fundamentalmente la oferta global de alimentos, a través de distintas cadenas de producción, pero con un mayor énfasis en el sector primario y en los procesos de planificación y protocolos de manejo y control para la toma de decisiones de carácter funcional en el ámbito de la unidad de producción “finca” y de su nicho de mercado. Desde lo conceptual, la integración de la agricultura se relaciona con la coordinación de las actividades estructurales y funcionales en una tipología de sistema de producción en particular. Esto conlleva la coordinación de decisiones por parte de diferentes actores en los aspectos estratégico, táctico y operacional.
El análisis de las cadenas de producción en agrociencias con diferentes tipologías de actores involucra niveles graduales de eficiencia y responsabilidad, en concordancia con las expectativas de los consumidores frente a un producto. En este escenario se combinan factores intrínsecos del producto con factores tecnológicos que conducen a cambios estructurales en el sector primario de la producción en su relación con la sociedad.
Se plantea, entonces, pasar de una agricultura orientada hacia el producto a una enfocada al servicio. Esto con el desarrollo de interacciones entre diferentes constituyentes de la cadena de valor y con grandes retos para el futuro, que incluyen: soluciones de ciclos de vida cortos, mercados más dinámicos y competitivos, alimentos especializados que integran la composición nutricional del producto con su expresión funcional y la evaluación de diferentes niveles de compensación con la sostenibilidad y valoración de los impactos socioambientales de las cadenas de producción (Vermeir y Verbeke, 2006). La respuesta a estos desafíos anticipa futuras regulaciones del producto en lo que respecta al consumidor.
Fundamentos de la innovación
Una invención es el resultado de un proceso de alta creatividad con productos que van más allá del conocimiento actual; así, está constituida por una idea inicial que puede requerir una posterior colaboración, un desarrollo o un análisis para evaluar su potencial verdadero, lo que se convierte en un insumo para crear innovaciones asociadas a un paradigma, como el de la agricultura sostenible (Elkington, 1999; Leeuwis et al., 2006; Beddington, 2010). En este sentido, la innovación hace referencia a la entrada en un mercado específico de una nueva ciencia o de un producto basado en la tecnología.
La transición de la invención a la innovación es en extremo compleja; además, está poco documentada y poco estudiada. Su distribución geográfica se concentra en regiones donde la inversión en investigación y desarrollo tecnológico es alta, y existen redes con capital de riesgo, una infraestructura complementaria y fuertes enlaces estratégicos universidad-industria (Schot y Geels, 2008).
Por lo general, estos procesos se inspiran en una política estatal, local y regional, soportada con la creación de las redes y un ambiente adecuado para el éxito de los emprendimientos. El flujo de recursos financieros a determinados mercados y áreas geográficas lo definen los retornos económicos proyectados para estas inversiones. Al respecto, Arrow (1988) plantea que, por definición, las innovaciones son uno de los componentes que, como mínimo, se deben analizar en una economía, por el hecho de que constituyen el factor más importante de contribución al crecimiento per cápita local, de una región o un país. Las inversiones en investigación básica y aplicada no solo aportan al desarrollo de invenciones basadas en la ciencia, sino también a la promoción del talento para el emprendimiento, prerrequisito fundamental para converger en una innovación comercial.
Entonces, la innovación se concibe a modo de una nueva forma de