a los jugadores para jugar al baloncesto en la universidad. A medida que los jóvenes se van desarrollando físicamente, las diferencias en talla y fuerza crecen en la universidad más que en el instituto. Los programas de baloncesto masculinos y femeninos actuales integran el juego del pívot en todas las posiciones en el ataque de media cancha. Los entrenadores de instituto ayudarían mucho a sus jugadores si los prepararan para afrontar retos como hacer turnos en la universidad, desarrollar el juego de pívot de todos los jugadores que mostraran signos del talento necesario para operar cerca de la canasta. Los entrenadores tienen que encontrar una forma de hacerlo sin importar las limitaciones del tiempo y el espacio de la práctica que muchos deben afrontar actualmente. La creación de un equipo multidimensional desarrollando jugadores multidimensionales tiene muchas recompensas y ha de ser el objetivo de todo entrenador.
Planificación para un juego interior suficiente
Tras comprobar el talento individual y calcular unos turnos para el equipo, en entrenador puede prever todas las combinaciones de sus jugadores en la cancha en cualquier momento. Comenzando con la combinación que ofrezca la mayor fuerza del equipo, el entrenador puede avanzar creando grupos adicionales basándose en situaciones hipotéticas. Por ejemplo, si se supone que dos jugadores específicos pueden hacer falta, lesionarse o no jugar por cualquier otra razón, se crea una nueva combinación.
Del mismo modo, el entrenador puede identificar los puntos débiles en ciertas alineaciones. Puede que una combinación en particular no ofrezca la destreza necesaria para el rebote. Otro puede presentar demasiadas responsabilidades defensivas en la zona.
El siguiente paso consiste en desarrollar ejercicios prácticos para reforzar los puntos fuertes y minimizar los débiles de cualquier grupo de cinco jugadores que pueda situarse en la cancha. Por ejemplo, puede hacerse una serie de rebotes formando pare-jas con jugadores con el mayor tamaño, la mayor fuerza y habilidad con el balón. Una serie de lanzamientos en el interior puede realizarse con jugadores con capacidades ofensivas y defensivas similares.
En alguna ocasión, el entrenador puede probar a un jugador en lo que parezca ser una situación desigual, por si acaso el equipo necesita que ese jugador ayude a cubrir una zona débil. Por ejemplo, un jugador más bajo puede sentirse más cómodo en el perí-metro. Pero si el jugador tiene un alcance más largo, una velocidad superior o una excelente capacidad de salto, puede ser capaz de cubrir a jugadores más altos. Este jugador puede aprovechar practicando en esa posición antes de tener que hacerlo durante un partido.
Cuando el entrenador desarrolla planes prácticos diseñados para aumentar la profundidad del equipo a través del desarrollo de jugadores multidimensionales, la efectividad sostenida del equipo en los partidos aumenta. Además, a medida que muchos jugadores comienzan a mejorar su juego interior y exterior, el nivel de la competición en la práctica también aumenta. Esto sólo puede hacer bien al equipo.
Conclusión
Jugar al baloncesto es divertido. Cuantas más cosas puedan hacer los jugadores con el balón –y en todos los espacios de la cancha–, más divertido será este deporte para ellos. Éste es el motivo por el cual, en los partidos amistosos, a los jugadores interiores les gusta irse al perí-metro y a los escoltas les encanta jugar en el interior y anotar. Los jugadores grandes se divierten botando el balón por la cancha y haciendo movimientos de uno contra uno desde arriba o desde el alero. A los jugadores bajos les gusta expandir su juego haciendo de poste o enganchándose a la canasta. Los jugadores actuales consideran esta versatilidad en las posiciones como parte del juego y como una oportunidad para emplear todas sus habilidades. Los jugadores y equipos que mejor usen sus capacidades individuales y colectivas en todas las áreas de la cancha –incluido el poste– serán recompensados.
Rara vez un jugador posee todas las herramientas físicas necesarias para el juego de pívot ideal. Aún existen jugadores o entrenadores que creen que la ausencia de uno o dos atributos valiosos incapacitan a un jugador para sobresalir en el área del poste alto. El error de esta presunción es evidente si se observa el gran éxito de muchos pívots que hoy se consideran estrellas.
Por ejemplo, Wes Unseld fue un gran pívot de la Universidad de Louisville y luego un all-star de la NBA cinco veces con los Baltimore/Washington Bullets. Wes no llegaba a los dos metros de altura, era lento y no saltaba mucho. Sin embargo, Wes compensaba esas deficiencias físicas con su gran complexión, una gran comprensión del deporte, su excelente juego de pies y su posicionamiento y su implacable determinación para jugar mejor que otros jugadores con más talento natural. Éste es el motivo por el cual los entrenadores no deben infra-valorar a aquellos jugadores con menos talento físico cuando les enseñan las habilidades del juego de pívot. Los jugadores que carecen de alguna herramienta física necesaria para sobresalir en el poste no deben desanimarse y dejar de desarrollar su juego en el interior. Los jugadores persistentes y los entrenadores pacientes al final alcanzarán su recompensa si continúan trabajando para desarrollar capacidades de poste, incluso aunque sus activos físicos no sean tan impresionantes. Gracias a la experiencia, sabemos que si un jugador puede coger el balón, desea jugar un partido y se muere por aprender y trabajar duro, los beneficios bien valen la inversión.
Dicho esto, ¿por dónde empezamos para desarrollar las herramientas motrices necesarias para tener éxito en el poste? Los capítulos 2, 3 y 4 cubren los tres primeros pasos: equilibrio, juego de pies y velocidad. Las tres son habilidades que aportan las bases que los jugadores necesitan para abrirse, anotar, bloquear, rebotear, defender y jugar en un partido. Dentro de estas bases, el equilibrio es un prerrequisito del juego de pies, y el juego de pies, de la velocidad de movimientos.
Al igual que el átomo es el componente básico de la vida, el equilibrio es el componente básico del rendimiento en el baloncesto. Piénsalo. La eficacia de todos los movimientos que realiza un jugador de baloncesto en la cancha depende del equilibrio. Sin un buen equilibrio, no se puede hacer ningún corte con rapidez, no se puede lanzar con rapidez y no se puede saltar con rapidez. Sobre todo, el baloncesto es un deporte de velocidad. Si un jugador pierde el equilibrio y tiene que recuperarlo antes de moverse, el resultado es la inseguridad. Como todos sabemos, “el que duda, pierde”. Este principio queda demostrado en el baloncesto.
Debido al gran grado de contacto cerca de la canasta, el equilibrio en esa zona es más importante todavía. Cualquier jugador que entre en la botella puede sufrir empujones o tirones o puede caerse al suelo. En la botella, los jugadores suelen perder el equilibrio más que en cualquier otra zona de la cancha. Por lo tanto, es obligatorio que todo el que juegue en el interior tenga un buen equilibrio.
Equilibrio corporal
Los jugadores interiores que tengan un mal equilibrio corporal, o una mala distribución del peso, mostrarán algunos de los siguientes síntomas o todos ellos: se tropiezan solos cuando paran, comienzan o cambian de dirección, son descoordinados, les falta juego de pies y velocidad y suelen estar muy rectos. Al ver a estos jugadores, se observa que la posición de la cabeza casi nunca está entre los pies.
Al salir del instituto, ninguna universidad llamó a George Mikan. Cuando Ray Meyer comenzó a trabajar con él en DePaul, lo primero que entrenó fue el equilibrio de Mikan. Mikan estaba demasiado recto. Sin el equilibrio adecuado, el jugador tiene menos control sobre su cuerpo. Y si no se controla el propio cuerpo, no se pueden controlar los movimientos de uno mismo ni del balón. El equilibrio corporal es fundamental para maniobrar y controlar las habilidades ofensivas y defensivas necesarias para practicar este deporte. Como norma general, los jugadores más altos se encuentran en desventaja en ese sentido en comparación con los jugadores que de forma natural están más cerca del suelo; su centro de gravedad está más arriba y no están acostumbrados a flexionar las rodillas.
El equilibrio corporal perfecto requiere una distribución igual del peso en una línea imaginaria que pasa por los pies, las caderas y la cabeza (ver figura 2.1). Las rodillas han de flexionarse casi a 90°, la espalda ha de estar casi en vertical, la cabeza y la barbilla han de estar levantadas y los pies un poco más separados