Jürgen Weineck

Anatomía deportiva


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–no hay dolor en reposo– sin presencia de hematoma o de interrupción de la continuidad.

      Desgarro de las fibras musculares

      En el desgarro de la fibra muscular se ha producido una rotura con una interrupción de la continuidad de algunas o varias fibras musculares de un músculo (Maibaum et al., 2001, 124).

      Los factores que pueden favorecer el desgarro muscular son la sobrecarga crónica (p. ej., por sobreentrenamiento), la presencia de infecciones (dientes en mal estado, fiebre ganglionar de Pfeiffer, etc.), un déficit de hidratación (exicosis marcada) o la existencia de trastornos de la inervación.

       Diagnóstico

      Las distensiones y los desgarros musculares presentan diferentes síntomas dolorosos. En la distensión muscular suele haber dolor de aparición lenta y el músculo afectado no presenta dolor en reposo. En el desgarro de fibras musculares, en cambio, existe dolor agudo punzante e intenso y se presenta –igual que en el desgarro del músculo– dolor en reposo. La existencia de un desgarro muscular completo se manifiesta en general con un abultamiento visible y palpable y con un hematoma (Menke, 2000, 66).

       Terapia

      En todas las lesiones musculares debe considerarse la regla RHCE: Reposo, Hielo, Compresión y Elevación.

      Mientras que en una distensión muscular se espera una curación completa en un período de 8 a 10 días, en el desgarro de la fibra muscular pueden transcurrir hasta 6 semanas hasta que sea posible la aplicación completa de la carga.

      En los desgarros que representan más de una cuarta parte del diámetro total del músculo y que van asociados a un hematoma notable estará indicada una intervención quirúrgica, igual que en las roturas musculares completas (Menke, 2000, 67).

      Desgarro muscular

      En el desgarro muscular suele producirse una rotura total o parcial de un tendón que ha sufrido alteraciones degenerativas y que se rompe al verse sometido a una carga intensa o, a veces, por la aplicación de cargas cotidianas (ver desgarro tendinoso, pág. 31).

      El desgarro muscular, al igual que el desgarro de fibras musculares, se caracteriza por la presencia de un dolor intenso, punzante y agudo, y la imposibilidad inmediata de soportar la carga. Según la magnitud del desgarro se producen una o varias interrupciones de la continuidad (abultamiento en el trayecto del músculo) y la formación de un hematoma. Contrariamente a la distensión muscular, existe dolor en reposo, cuya intensidad se corresponde con el grado y la extensión del hematoma que lo acompaña.

      Contusión muscular

      Por la aplicación de una fuerza externa (golpe o patada) se pueden producir contusiones musculares al realizar deportes de juego o de lucha. Debido a su localización expuesta, el m. vasto intermedio se ve frecuentemente afectado –esta porción del m. cuádriceps femoral queda directamente situada sobre el fémur y es difícil esquivar un golpe (Menke, 1997, 101).

       Diagnóstico

      Dolor muscular marcado y limitación funcional. Normalmente aparece un hematoma marcado que puede ser objetivado mediante ecografía.

       Terapia

      Aplicación de la regla RHCE para evitar o reducir la formación de un hematoma. A continuación debe llevarse a cabo un tratamiento físico con electroterapia y drenaje linfático, así como la ingestión de medicamentos antiinflamatorios y analgésicos.

      Cuando se ha producido un hematoma masivo, se plantea también la posibilidad de efectuar una punción.

      Los hematomas que acompañan la lesión deben ser observados atentamente, puesto que pueden provocar un retraso en el proceso de curación y una osificación muscular.

      Para evitar las típicas complicaciones posteriores a una contusión muscular, es decir, la aparición de miositis osificante (osificación de la musculatura) con la limitación funcional que ello representa, se debería evitar la aplicación de masajes inadecuados y precoces y de una carga demasiado precoz.

      Las lesiones musculares en la región del muslo representan hasta el 60% de todas las lesiones musculares (Menke, 2000, 65).

      Tal como se puede ver en la tabla 4, las lesiones musculares en el muslo afectan principalmente a los músculos cuádriceps femoral, isquiocrurales y aductores.

      Las características básicas del organismo vivo son la excitación, la conducción del estímulo y la respuesta al estímulo. En los seres unicelulares, todos los niveles tienen lugar en una célula. En los metazoos (organismos tisulares) y en el hombre, el estímulo nervioso es transmitido por un tejido conductor especial, el tejido nervioso.

      Éste está formado por células nerviosas, fibras nerviosas y neuroglia.

      Las células nerviosas –también denominadas neuronas o células ganglionares– están localizadas en la sustancia gris del encéfalo (aprox. 100 mil millones de células) y en la médula espinal, así como en los ganglios espinales y en los ganglios del sistema nervioso vegetativo. Existen diferentes formas (unipolares, bipolares, seudounipolares y multipolares, que es la forma más frecuente) y tamaños (su tamaño varía entre 4 µm y 120 µm).

      La conglomeración de muchas células nerviosas es denominada ganglio, y en la región del encéfalo, núcleo. Las células nerviosas cumplen la función de conducción y transmisión de señales.

      Cada célula nerviosa está compuesta por:

      ■Un cuerpo celular (pericarión).

      ■Prolongaciones celulares cortas (dendritas).

      ■Una prolongación celular larga (neurita o axón).

      El pericarión, formado por el núcleo de la célula y el citoplasma que lo rodea, constituye el centro trópico de la célula nerviosa. Su superficie puede absorber estímulos excitadores e inhibidores. La sustancia de Nissl, localizada en el citoplasma, es el lugar donde se produce la síntesis proteica (proteína de estructura y de transporte). La neurita (como sistema de salida de estímulos) recorre frecuentemente trayectos muy largos (nervio ciático) hasta ramificarse en sus terminaciones sinápticas.

      Conjuntamente con la superficie de la célula, las dendritas, que están recubiertas por una corteza sináptica (ver fig. 35) con un mínimo de un millón de sinapsis (Kluger, en Hotz, Weineck, 1983, pág. 28), modulan la actividad de la célula nerviosa mediante la integración de los diferentes estímulos e inhibiciones sinápticas. La membrana del soma y de las dendritas está altamente especializada en aquellas zonas en las que se produce el contacto sináptico con otras células nerviosas.