Alfonso López Quintás

Infierno - Divina comedia de Dante Alighieri


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lo infinito y lo eterno; además, hay un asunto —la atracción por la mujer o por el hombre— que se percibe como determinante respecto a todo lo demás.

      Toda la aventura de Dante y la razón de la Divina comedia arrancan de ahí, de un acontecimiento que se percibe como decisivo. Porque, al ir creciendo, es como si Dante con el rabillo del ojo custodiase ese acontecimiento, ese encuentro, que aún no sabe descifrar, pero que está, que es un hecho y en cuanto tal permanece para siempre. Hasta que, justo en su dieciocho cumpleaños, Dante ve otra vez a Beatriz; entonces tiene lugar el acontecimiento definitivo; según el relato de Dante, ella no le dirige una sola palabra, pero sí una mirada, un gesto de saludo, una sonrisa. Pero Dante se toma esa sonrisa totalmente en serio, la siente y la vive como una declaración, como si Beatriz le dijera: «Sí, tenías razón. Desde que viniste al mundo, tenías el presentimiento de que una mujer podría ser el cauce en el que se cumple la promesa de bien que es la vida. Muy bien, lo has adivinado, hiciste bien al esperarme; ahora puedes vivir todo el alcance de tu deseo».

      Pero esa chica que le ha prometido la felicidad muere. Y aquí empieza a nacer la Divina comedia. En mi opinión, si no se entiende esta dinámica, no se entiende nada de la poesía de Dante: la Divina comedia brota de esta herida, de la ira de Dante ante semejante injusticia.

      Esa ira que en nuestra literatura probablemente tenga su ápice en Leopardi. Leopardi tiene el mismo problema, el mismo que tenemos todos: ¿es posible que la vida sea un fraude, un engaño escandaloso por el que vengo al mundo deseando, sintiendo lo infinito y lo eterno, casi saboreando con antelación un encuentro decisivo que me cambia la vida, y que luego todo acabe en nada? «¡Oh natura, oh natura! / ¿por qué no cumples luego / lo que ayer prometías?, ¿por qué tanto / a tus hijos engañas?», grita Leopardi.38 No es cuestión de ser creyente o no, bautizado o no, es el reto que tienen que afrontar todos los hombres. La Divina comedia es la respuesta de Dante a este desafío.

      1 Vida Nueva I, p. 537.

      2 Vida Nueva II, p. 537.

      3 Cfr. Romano Guardini, La esencia del cristianismo, Ediciones Cristiandad, Madrid, 2006, p. 17.

      4 Vida Nueva II, p. 537.

      5 Infierno V, v. 39.

      6 Vida Nueva III, pp. 537-538.

      7 Vida Nueva III, p. 538.

      8 Ibidem, p. 532.

      9 Rimas IX, p. 842.

      10 Liberazione n. 2, letra y música de Claudio Chieffo, en Cancionero de Comunión y Liberación, Madrid, 2004, p. 342.

      11 Vida Nueva V, p. 539.

      12 Vida Nueva X, pp. 541-542.

      13 Vida Nueva XI, p. 542.

      14 Vida Nueva XXI, p. 549.

      15 Ibidem.

      16 Vida Nueva XXIII, p. 551.

      17 Ibid.

      18 Infierno III v. 64.

      19 Vida Nueva XXIII, pp. 551-552.

      20 Ibid.

      21 Ibid.

      22 Ibid.

      23 Vida Nueva XXVI, p. 556.

      24 Vida Nueva XXVIII, p. 557.

      25 Lam 1,1.

      26 Vida Nueva XXVIII, p. 557.

      27 Vida Nueva XXVIII-XXIX, pp. 557-558.

      28 William Shakespeare, Hamlet, acto I, escena V.

      29 Vida Nueva XXX, p. 558.

      30 Citado en Romano Scalfi, «Passione ecumenica e missionaria», en L’altra Europa, 3/2003, ahora disponible en italiano en la página web http://www.russiacristiana.org/ne3_2003/scalfi309.htm; traducción nuestra.

      31 Vida Nueva XL, p. 564.

      32 Ibid.

      33 Nota del traductor: en el original «beatriz» está escrito en minúscula.

      34 G. Leopardi, «A Silvia», vv. 36-39; en op. cit., p. 327.

      35 G. Leopardi, «Pensamientos» LXVIII; en op. cit., pp. 465-466.

      36 Vida Nueva XLII, p. 564.

      37 G. K. Chesterton, El hombre vivo, Valdemar, Madrid, 2010, pp. 201-231.

      38 Ver aquí nota XXXIV.

      CANTO I

      Te conviene seguir otro camino si quieres huir de este lugar salvaje, replicó al verme llorar. (I, vv. 91-93)

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      Dante se encuentra perdido en una «selva oscura» (vv. 1-12) y busca salir de ella subiendo por la ladera de una colina (vv. 13-30), pero le salen al encuentro tres fieras que le empujan de nuevo hacia dentro (vv. 31-60). En ese momento, se encuentra con Virgilio que, después de presentarse y escuchar su petición de auxilio (vv. 61-90), le propone salir de la selva por otro camino, atravesando todo el más allá (vv. 91-136).

      El primer canto sirve como introducción a toda la obra. Como es sabido, la Divina comedia está compuesta por cien cantos: 33 en Paraíso y Purgatorio respectivamente, y 34 en el Infierno. El canto de más del Infierno es el primero y tiene un objetivo muy preciso: ayudar al lector a entender cuáles son las condiciones previas para emprender el viaje. De hecho, con los primeros versos Dante declara directa y abiertamente el origen y el propósito de la obra (vv. 1-3).

      A la mitad del camino de nuestra vida me encontré en una selva oscura, porque había perdido la buena senda.

      «A la mitad del camino de nuestra vida me encontré». Con esta aparente falta de concordancia, este aparente error gramatical, es como si Dante dijera: «Estoy hablando de mí, pero hablo también de la vida de todos. Las cosas que he visto son una respuesta al deseo de mi corazón; pero mi corazón es igual que el de cualquier otro hombre, por lo que esas cosas pueden ser de interés para todos, describen de alguna manera la experiencia que tenemos todos». Así que, ante este nuestra vida imperioso y potente, cada cual debe tomar una decisión. Porque, si el lector no elige, si no decide aceptar la invitación a reconocer que lo que se cuenta en la Divina comedia también es para él, es inútil que la lea, ya que no le sacaría ningún provecho. Es una verdadera responsabilidad que el lector tiene que asumir. Dante la definirá con el precioso término «piedad» (Inf. II v. 5),1 una tierna devoción hacia sí mismo: «Tened piedad de vosotros mismos, tened un momento de ternura verdadera hacia vosotros mismos, una estima sincera por vosotros mismos. Hace falta quererse bien, hace falta tener algo de estima por la propia humanidad para poder comenzar a caminar en la vida. Este es el punto de partida».

      La expresión «a la mitad del camino de nuestra vida» conlleva otros significados.

      Dante sitúa su viaje en la Semana Santa de 1300, año del primer jubileo de la historia cristiana, convocado por el papa Bonifacio VIII. Dante, que había nacido en 1256, tiene 35 años. Esta decisión tiene un valor simbólico evidente, dado que, como el salmo dice que «aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta…» (Sal 90,10), 35 años serían la mitad de la vida de un hombre,