situación de juego para aislar a un compañero y resolver rápidamente la acción ofensiva.
5. Establece la posibilidad, debido a que el proceso ofensivo se desarrolla frecuentemente en espacios reducidos, de que el equipo adversario se concentre en esos espacios facilitando las acciones de marcaje y, por injerencia, dificulte la progresión del ataque.
6. Disminuye la eficacia del método defensivo, si no se corrigen rápidamente los posibles desequilibrios en la organización del equipo inmediatamente después de la pérdida del balón. Este hecho es significativo y comprensible, pues debido a un mayor tiempo de posesión del balón y a la utilización de un número de jugadores muy elevado es normal que el equipo tienda al desequilibrio defensivo. Además, inmediatamente después de la pérdida del balón el equipo está más expuesto y vulnerable a las acciones ofensivas caracterizadas por una elevada velocidad de ejecución.
ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LOS MÉTODOS OFENSIVOS
Cualquier método de juego ofensivo se fundamenta en diferentes presupuestos que orientan y potencian sus objetivos. En este sentido, vamos analizar cinco aspectos esenciales del problema: el equilibrio defensivo, la velocidad de transición, el relanzamiento del proceso ofensivo, los desplazamientos en amplitud y profundidad y la circulación táctica.
• El equilibrio defensivo
El primer aspecto fundamental en la organización de cualquier método ofensivo es tener presente que la fase de ataque comienza antes de la recuperación del balón. De hecho, los jugadores que intervienen directamente en las acciones que buscan concretar esa recuperación deben asumir actitudes y comportamientos técnico-tácticos para alcanzar los siguientes objetivos:
1. Preparar mentalmente la acción ofensiva ocupando y explorando espacios vitales de juego que puedan ser utilizados para el lanzamiento del ataque.
2. Obligar a sus adversarios directos a preocuparse más por la defensa de su propia portería que por el ataque a la adversaria y también a la organización del proceso ofensivo de su equipo.
3. Forzar al equipo adversario a atacar en inferioridad numérica, una vez que se ha establecido el equilibrio defensivo, en la mayor parte de las situaciones sobre la base de la superioridad numérica.
• La velocidad de transición
Uno de los presupuestos esenciales de cualquier método de juego ofensivo es la velocidad de transición, que posee dos aspectos fundamentales:
1. Las actitudes y los comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos subyacentes de la fase defensiva a la ofensiva, inmediatamente después de la recuperación del balón. En este sentido, al consumarse la recuperación del balón, todo el equipo debe reajustar sus comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos en la respuesta a cuatro cuestiones fundamentales: quién (todos los jugadores del equipo), cuándo (en el momento inmediato a la recuperación del balón), dónde (en cualquier espacio de juego) y cómo (ocupando espacios apropiados, estableciendo líneas de pase, utilizando rápidos cambios de ritmo y dirección, y ejecutando procedimientos técnico-tácticos individuales y colectivos).
2. La rápida transición del centro de juego desde la zona de recuperación del balón en dirección a los espacios predominantes de finalización. Disminuye bajo esta perspectiva el tiempo de la fase de construcción/elaboración del proceso ofensivo con el objetivo de que la organización defensiva adversaria no tenga el tiempo necesario para poder evolucionar hacia un organización más estable y cohesionada de su método defensivo.
• El relanzamiento del proceso ofensivo
Se establece como un momento fundamental de cualquier método atacante establecido por el equipo. Los objetivos de unificar el relanzamiento del proceso ofensivo radican en:
1. Aprovechar el momentáneo desequilibrio en el que se encuentra el equipo que atacaba y que tiene que pasar a defender. Este hecho es, en la mayor parte de las situaciones, la llave para un ataque con éxito.
2. Reaccionar inmediatamente todos los jugadores a través de movimientos escalonados en amplitud y profundidad para establecer líneas de pase (opciones tácticas) y disminuir la posibilidad de que se realicen acciones de marcaje.
3. Maximizar las acciones técnico-tácticas de relanzamiento de este proceso evitando la pérdida inmediata de la posesión del balón, que se traduciría en cierto intervalo de tiempo, en un nuevo cambio de actitud de los jugadores (defensiva-ofensiva-defensiva) y en el desequilibrio de toda la organización del equipo en ese momento. De esto se infiere la necesidad de asegurar la posesión del balón para que el equipo encuentre una forma segura y eficaz, por un lado, pero tan rápida como sea posible, por otro, para la progresión desde éstas hacia las zonas predominantes de finalización.
4. Hacer una correcta lectura de la situación del juego, que consecuentemente determina qué forma de organización ofensiva va a darse (contraataque, ataque rápido o ataque posicional) teniendo en cuenta que el relanzamiento del proceso normalmente tiene lugar en situaciones de gran presión sobre el jugador que posee el balón.
• Los desplazamientos en amplitud y profundidad
Cualquier método ofensivo se construye con constantes desplazamientos de los jugadores que no tienen el balón. Estos desplazamientos se realizan en diferentes ángulos y hacia diferentes espacios; nunca se debe perder el contacto visual con el balón y al mismo tiempo hay que tener una visión lo más amplia posible del terreno de juego en la exploración de espacios de juego para la progresión del balón. Los desplazamientos en amplitud y profundidad han de buscar los siguientes objetivos:
1. Crear el mayor espacio de juego estableciéndose, por un lado, la posibilidad de que los jugadores tengan más tiempo para ejecutar sus comportamientos técnico-tácticos y, por otro, obligar a los defensas a tener que optar frecuentemente entre marcar un espacio vital o a un adversario.
2. Proporcionar al compañero que posee el balón el máximo de alternativas en la solución técnico-táctica de la situación momentánea de juego.
3. Dificultar el trabajo defensivo unido a un deficiente marcaje a los atacantes directos y la imposibilidad de establecer una mutua cobertura defensiva.
• La circulación táctica
Cualquiera que sea el método de juego ofensivo aplicado por un equipo con un determinado nivel de organización refleja de forma más o menos explícita un conjunto diferenciado de circulaciones tácticas que representan, en último caso, formas de coordinación de las acciones individuales y colectivas de varios jugadores, que buscan esencialmente asegurar la creación de contextos de juego propicios para la concreción de las situaciones de finalización y de culminación de todo un proceso ofensivo con la acción técnico-táctica del remate. Estas etapas del proceso ofensivo sólo podrán tener una elevada tasa de éxito a través de una coordinada orientación y regulación preestablecida con la utilización de los medios de entrenamiento suficientemente ejercitados (volumen e intensidad) en el ámbito de la estandarización, por un lado, y de la variación situacional, por el otro.
Bajo esta perspectiva, la circulación táctica considera una forma evolucionada de reglas (más o menos complejas) la participación consciente de todos los elementos del equipo en el juego colectivo con el objetivo de superar los obstáculos puestos por el equipo adversario y crear situaciones de gol inminente. Es en este cuadro conceptual donde los ejercicios