el defensivo.
2. El conocimiento monográfico de los espacios de juego respecto a dónde y cómo ejecutar las acciones de forma metódica y sistemática para asegurar el éxito de cada iniciativa.
3. El uso del factor sorpresa con el objetivo de sacar ventaja a los desequilibrios puntuales y temporales de la organización ofensiva o defensiva del equipo adversario.
IMPORTANCIA
La estructura del juego del fútbol pasa inicialmente, en su fase organizativa, por una etapa geométrica de ocupación racional del espacio. Todavía se trata, sea cual sea la forma de colocación de los jugadores sobre el terreno de juego, de una forma geométrica implícita, que no permite la ocupación total y, por lo tanto, es la disposición establecida en el inicio del partido y no se puede conciliar con las modificaciones situacionales en el transcurso del juego. En este sentido, los equipos ocupan el espacio de juego con el objeto de asegurar las disposiciones básicas de los jugadores dentro del equipo para que establezcan líneas de fuerza unitarias y homogéneas, que constituyen el cuadro de referencia de la red de comunicación del equipo o de la interceptación de las uniones entre los adversarios. Después de que el balón se pone en movimiento, efectúan con cierta libertad, de sector a sector y de carril a carril, movimientos compensatorios en los que la ocupación sea la apropiada en cada momento en relación con el contexto situacional del juego para asegurar las respuestas tácticas específicas (inmediatas y preeminentes) en orden a la consecución de los objetivos del equipo. En la línea de los racionamientos formulados, es el método de juego el que establece los principios directores de la forma general de la organización del ataque o de la defensa, racionalizando simultáneamente la coordinación/sincronización de los comportamientos individuales y colectivos en función de los contextos situacionales del juego. La coherencia y la dinámica (ritmo) de estos comportamientos (tanto en el proceso ofensivo como en el defensivo) están coordinadas por la necesidad de equilibrar el reparto de los jugadores (de las fuerzas) sobre el terreno de juego. Esta coordinación será tanto más eficaz cuanto más se traduzca su expresión final de forma unitaria y homogénea, no dando lugar a compartimentos estancos que sólo conducen al equipo a una mayor permeabilidad de su organización. Bajo estas circunstancias, la observación de la articulación dinámica de la estructura del equipo en el espacio refleja indudablemente desplazamientos con tendencias a:
1. Apoyar o presionar al jugador en posesión del balón y los espacios que lo rodean. En este campo se observan desplazamientos alrededor de ese espacio de juego en el sentido de facilitar el movimiento y la progresión del balón cuando es una situación ofensiva u oponiéndose si se trata de una situación defensiva.
2. Romper la organización defensiva con el objetivo de asegurar condiciones contextuales favorables en la creación de situaciones de finalización con elevadas probabilidades de éxito.
3. Equilibrar la organización defensiva en el sentido de evitar la posibilidad de la progresión del equipo adversario hacia las zonas propicias de finalización o de crear situaciones eminentes de finalización, y, cuando están en posesión del balón, equilibrar su organización ofensiva por medio de la vigilancia de los espacios vitales de juego o el marcaje de los adversarios que no están directamente implicados en el proceso de la recuperación del balón, los cuales se posicionan para poder preparar o dar continuidad al ataque de su equipo cuando se verifica la recuperación del balón.
OBJETIVOS
Se plantean ante el cuadro referencial establecido que se deriva de la racionalización y coordinación que caracterizan todo el método de juego (tanto ofensivo como defensivo), por un lado, y debido a la variación secuencial y a la velocidad de ejecución de los procedimientos técnico-tácticos que definen el tiempo y el ritmo del juego propio del equipo, por otro lado. Los métodos de juego buscan crear constantemente condiciones más ventajosas en términos de número de jugadores, espacio de juego y tiempo con el objetivo esencial de establecer los principios que definen la línea general de coherencia de los procedimientos en relación con:
1. El reparto de los jugadores sobre el terreno de juego, particularmente a través de sus continuos desplazamientos ejecutados con el objetivo de equilibrar dinámica y automáticamente el sistema táctico de su equipo, y, simultáneamente, desequilibrar el de los adversarios inmediatamente después de ponerse el balón en movimiento.
2. El orden y las relaciones recíprocas de los jugadores en su colaboración (con sus compañeros) y con los adversarios (con los componentes del equipo adversario).
3. La orientación de los comportamientos técnico-tácticos en función de los objetivos táctico-estratégicos momentáneos del juego, de los contextos situacionales, de las fases (ofensivas y defensivas), de las etapas en las que el equipo se encuentra y de los factores que condicionan la solución del contexto situacional.
4. La velocidad más o menos elevada de ejecución de las acciones técnico-tácticas de los jugadores, manteniéndose elevados niveles de adaptación al problema expuesto y de eficacia en la solución de un elevado número de opciones.
5. La iniciativa que los equipos deben tener ante el adversario independientemente de poseer o no el balón. En este sentido, cada equipo ha de hacer uso de la iniciativa tomando decisiones, anticipando y aplicando comportamientos cuyas variaciones secuenciales serán imprevisibles a los ojos del adversario, con el objetivo de establecer un elevado nivel de presión y agresividad (ofensiva y defensiva).
ELEMENTOS DE BASE
Los elementos de base de los métodos de juego, tanto ofensivos como defensivos, comportan los siguientes atributos:
• Fundamento frente a finalidad
La concepción de cualquier método de juego ofensivo o defensivo se estructura en un primer análisis según un fundamento, pues establece sus principios y bases, y con una finalidad que expresa una intencionalidad que da un significado a todas las actividades de la organización del equipo. De hecho, la organización del equipo se basa en el conjunto de actitudes y comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos, los cuales determinan un fundamento sólido, por un lado, para la comprensión situacional del contexto y, por otro, con una finalidad objetiva para la solución de esas situaciones de juego. Sólo así es posible desarrollar y evolucionar de las respuestas menos complejas hacia las más complejas. En estas circunstancias, siempre que un equipo retrocede en su rendimiento, tanto en el plano individual como en el colectivo, sin que se observen razones aparentes, los medios de entrenamiento se deben direccionar e intensificar planteando ejercicios cuyo contenido contemple profunda y predominantemente los fundamentos y las finalidades de la organización del equipo.
• Simplicidad frente a complejidad
La organización del equipo de fútbol bajo una perspectiva metodológica se tiene que basar en una doble articulación:
1. En la simplicidad de la comprensión de sus fundamentos y finalidades en lo que concierne a su articulación entre los diferentes jugadores y sectores del equipo.
2. En la simplicidad de su aplicación práctica, que se expresa por la solución eficaz de las situaciones problemáticas del juego. Cuanto mayor es la capacidad de los jugadores en su inteligencia táctica, ejecución motriz y talento, más compleja puede ser la organización ofensiva o defensiva de un equipo. Además, el pensamiento y las acciones de carácter «simple» deben permanecer como elementos referenciales de fundamento en todo el método y el ritmo de juego, al que sustentan, en último término, con su eficacia.
• Adaptación frente a flexibilidad
La conceptualización y la construcción del método de juego tanto ofensivo como defensivo se debe basar esencialmente, en un primer análisis,