de desventaja a los atacantes que poseen el balón buscando intervenir sobre él, aunque sea momentáneamente, para interrumpir el proceso ofensivo del adversario. El hecho de que las reglas del juego permitan cierto contacto físico (la carga) en la disputa del balón sitúa bajo una fuerte presión al jugador que posee el balón. En estas circunstancias, los defensas aumentan las dificultades inherentes a la protección y a la conservación del balón por parte del atacante si le cargan legalmente por medio del contacto físico, alejándole o desequilibrándole respecto a la situación del juego. Es éste el objetivo esencial en el que se basa la acción técnico-táctica de la carga.
Las superficies corporales de contacto permitidas por las leyes del juego son hombro contra hombro y hombro contra la espalda. Por ello, aunque existe la restricción de que sólo se pueden utilizar estas superficies de contacto, la carga tiene que ser obligatoriamente realizada en cierto momento de la disputa del balón. De hecho, todas las cargas «fuera o dentro del tiempo» se consideran legales o ilegales en función de los criterios del árbitro. Independientemente de los presupuestos legales referidos anteriormente, los presupuestos técnicos de la ejecución de esta acción están basados fundamentalmente en un tiempo correcto de carga sobre el jugador que posee el balón, y esto ocurre cuando éste se apoya en la pierna más alejada por las siguientes razones: se vuelve más difícil para él recuperar el equilibrio o no rmalmente la pierna más alejada es la que protege o conduce el balón. Por ello, el jugador, al desequilibrarse, tendrá menos posibilidades para controlar el balón.
• La técnica del portero
Entendemos por «técnica del portero» todas las acciones técnico-tácticas específicas que ejecuta durante el proceso ofensivo de su equipo.
Las acciones del portero comprenden técnicas que buscan fundamentalmente la protección de la portería: evitar el gol.
En el plano defensivo, el comportamiento técnico-táctico del portero presenta dos vertientes fundamentales: seguir atentamente el proceso ofensivo del adversario y, al estar ubicado en un lugar privilegiado dentro del área del terreno de juego, asumir la orientación verbal de sus compañeros a nivel individual o colectivamente respecto a sus posicionamientos y los desplazamientos de los atacantes, siendo igualmente el elemento preponderante en la formación de las barreras, estableciendo de esta forma una relación de comunicación extremadamente viva y contagiosa; toda vez que el objetivo del juego es el gol, normalmente es responsabilidad del portero ser el último que intenta evitarlo, a través de una variada gama de acciones técnico-tácticas, como, el bloqueo, el despeje, etc.
5.2. ACCIONES COLECTIVAS OFENSIVAS Y DEFENSIVAS
En relación con el nivel de preparación de un equipo (tanto ofensiva como defensivamente), se refleja un modelo de organización básica que se asienta fundamentalmente en:
1. Las acciones técnico-tácticas individuales y colectivas que buscan la coherencia de los movimientos de los jugadores dentro del subsistema estructural (sistema de juego y tareas tácticas) desarrollado por el equipo y una ocupación racional y constante del espacio de juego (desplazamientos ofensivos y defensivos y compensaciones/permutas).
2. En las acciones técnico-tácticas individuales y colectivas que buscan una solución temporal a las situaciones momentáneas del juego (combinaciones tácticas, desdoblamientos y temporizaciones).
3. En las soluciones estereotipadas de las partes fijas del juego (esquemas tácticos ofensivos y defensivos).
LAS ACCIONES COLECTIVAS OFENSIVAS
• Los desplazamientos ofensivos
Los desplazamientos ofensivos son los comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos desarrollados con un absoluto respeto a los principios (generales y específicos) del ataque que buscan asegurar como finalidad la cooperación y la coherencia dinámica de los movimientos dentro del método ofensivo desarrollado por el equipo para el cumplimiento de los objetivos fundamentales del ataque (finalización-progresión y mantenimiento).
Los desplazamientos ofensivos que realizan los atacantes buscan como último objetivo el control del ritmo y del tiempo del juego en función de los objetivos tácticos del equipo durante el desarrollo del partido y mantener la iniciativa en el juego, sorprender al adversario y cansarle físicamente, obligándole a jugar bajo una gran presión psicológica y a entrar continuamente en crisis en el pensamiento táctico. Bajo esta perspectiva, los desplazamientos ofensivos tienen como objetivos los tres siguientes:
1. El equilibrio o el reequilibrio constante en el reparto de las fuerzas del método ofensivo utilizado en función de las situaciones del juego. Cualquiera que sea el sistema de juego utilizado por un equipo, la relación geométrica implícita en ese dispositivo no permite ocupar todo el espacio de juego. De ahí que los cambios constantes de las condiciones del juego determinen permanentes desplazamientos de los jugadores para equilibrar o reequilibrar el reparto de fuerzas sobre el terreno de juego. De esta forma la dinámica de un equipo debe asegurar:
A. Constantes desplazamientos que respeten siempre la relación de la distancia entre jugador-balón-compañeros-adversarios, es decir, que el equipo juegue como un bloque homogéneo entre los diferentes jugadores y sectores evitando que el equipo se disperse o esté separado entre sus líneas a lo largo del terreno de juego. Esto concreta automáticamente una disposición geométrica en la que se equilibra o reequilibra la organización dependiendo de las situaciones momentáneas del juego.
B. La constitución de asociaciones básicas entre varios jugadores (apoyo, cobertura y movilidad) formando unidades funcionales en las acciones colectivas del ataque. Se crean de esta forma más hipótesis al jugador que posee el balón, dándose la posibilidad de una opción más óptima en la situación momentánea del juego y no obliga a un individualismo excesivo por falta de apoyo o de cobertura de los compañeros de su equipo.
2. Crear, ocupar y utilizar de forma eficaz los espacios de juego. Los jugadores en el proceso ofensivo deben tomar conciencia y valorar constantemente su contribución al desarrollo eficaz de la acción ofensiva. Por esto el juego sin balón no consiste sólo en ejecutar cierto número de desplazamientos con el objetivo de intervenir sobre él, sino que ha de asegurar a través de sus desplazamientos el «arrastre» de uno o más adversarios dejando libres de vigilancia determinados espacios de juego que son más favorables para la consecución de los objetivos tácticos momentáneos del ataque. Como resultado de estos desplazamientos, se busca igualmente aumentar los espacios entre los defensas, tanto en el sentido longitudinal como en el transversal, para descoordinar y desequilibrar la ocupación racional del espacio de juego y, consecuentemente, el debilitamiento del método defensivo del adversario. Después de la creación de los espacios libres es necesario ocuparlos y utilizarlos de forma eficaz y resultan esenciales los desplazamientos rápidos hacia esos espacios, para los que