en decúbito supino. Las apófisis espinosas de la VII vértebra cervical y las primeras vértebras dorsales superiores deben cruzan la palma de la mano. La otra mano se coloca sobre la pared torácica anterosuperior de modo que cubra las articulaciones esternoclaviculares, la horquilla suprasternal y las regiones costocondrales superiores. La mano situada debajo del paciente actúa de base firme y sustentante, mientras que la mano en la superficie anterior inicia la aplicación de fuerza compresiva anteroposterior. El grado de fuerza aplicada aumenta lentamente hasta que, en circunstancias normales, se libera el estrecho superior y se dilata lateralmente de forma simétrica por ambos lados (ILUSTRACIÓN 5.9).
Ilustración 5.8.
Adición de rotación de la porción inferior del cuello sobre las vértebras dorsales superiores mientras se mantiene la lateroflexión.
Si se aprecian movimientos inherentes de deslizamiento lateral, torsión o rotación entre las manos, habrá que seguir estos movimientos. Se aplicará una fuerza compresiva suficiente para que los movimientos prosigan hasta conseguir la liberación. La necesidad de seguir el tratamiento se determina repitiendo el procedimiento y evaluando si en el movimiento se aprecia simetría.
Al aplicar las técnicas para las tres restricciones transversas descritas anteriormente, el movimiento anormal debe seguirse mientras se mantiene la fuerza compresiva al nivel mínimo requerido para asegurar su continuación. Esto supone que la fuerza usada se ajuste constantemente según la respuesta del cuerpo a la presión. Si la fuerza es excesiva, generará una contracción defensiva del tejido. Esto eliminará el movimiento de equilibrio inherente que es el efecto terapéutico que se trata de inducir. Demasiada fuerza es contraproducente.
Ilustración 5.9.
Posición de las manos para liberar el estrecho superior del tórax.
Cuando se siga un movimiento anormal para conseguir un punto de equilibrio y se produzca la liberación del tono hístico, hay otra regla a tener en cuenta: el movimiento de vuelta no debe ir en la misma dirección que el de ida. De lo contrario, estarás dejando que se repita el patrón adaptativo desequilibrado. Deja que los tejidos se muevan por donde quieran excepto de vuelta por la misma vía de ida. Una vez ejecutadas las técnicas unas cuantas veces, el significado de estas palabras te resultará evidente. Por ahora, tal vez parezcan un tanto oscuras; sin embargo, recuerda que si una de las manos sigue una rotación anterior dextrórsum deberás seguirla; no dejes que gire en dirección sinistrórsum. Deja que se produzca un deslizamiento lateral, una torsión o una liberación, todo excepto que el movimiento de vuelta sea igual que el de ida.
BASE DEL CRÁNEO
En el capítulo 13 se describen todos los músculos y fascias que se insertan en la base del cráneo. Son muy numerosos y pueden provocar interferencias acusadas con la función del sistema craneosacro cuando se aprecia tensión anormal, hipertonía o contractura.
La base del cráneo se libera para mejorar la movilidad libre del occipital y los temporales como respuesta a las actividades del sistema hidráulico que se producen dentro de la bóveda del cráneo y el conducto vertebral. Debe liberarse después de que el terapeuta haya equilibrado y liberado la entrada torácica. La liberación de los líquidos del cráneo, que a menudo se consigue mediante el tratamiento con éxito de las restricciones de la base del cráneo, debe contar con una salida. La entrada torácica congestionada crea una resistencia al retorno venoso que interfiere con el drenaje de líquidos de la bóveda del cráneo. Esta situación, si está presente, debe remediarse antes de liberar las restricciones de la base del cráneo y equilibrar su movimiento (APÉNDICE D).
La técnica para liberar la base del cráneo recurre a una presión profunda en los tejidos de la región suboccipital del cuello. Se colocan los dedos verticalmente de modo que las yemas actúen de fulcro sobre el cual se equilibra la región cervical superior del paciente en decúbito supino (ILUSTRACIONES 5.10A y 5.10B).
Los pulpejos de los dedos deben mantenerse en contacto con el occipital. La cabeza del paciente debe situarse por encima de las palmas de las manos.
Ilustración 5.10A.
Liberación de la base del cráneo.
Ilustración 5.10B.
Liberación de la base del cráneo.
La fuerza terapéutica corresponde únicamente al peso de la cabeza del paciente. A medida que los tejidos de la región suboccipital comienzan a relajarse por la presión de las yemas de los dedos, la cabeza del paciente empezará a asentarse en las palmas de las manos. Se continúa aplicando la presión en la región suboccipital en dirección anterior. Se mantiene el contacto de los pulpejos con el occipital. No hay que dejar que los tejidos muevan tus dedos en dirección inferior o caudal.
Finalmente, a medida que se relajen los tejidos, notarás la firmeza del arco posterior del atlas. Con lentitud, el atlas comenzará a alejarse del occipital, lo cual se manifiesta como una sensación de «flotación». Mientras flota, síguelo y «equilíbralo». Una vez que parezca libre del occipital, sostén el atlas en sentido anterior con las yemas de los dedos anulares. Mueve el occipital suave y delicadamente en dirección posterior con las yemas de los dedos corazón. Este procedimiento permite un mayor alejamiento del occipital del atlas, y descomprime la región de los cóndilos del occipital.
Esta técnica no sólo moviliza la base del cráneo, sino que también libera el tejido que rodea los agujeros yugulares. Esto mejora el drenaje de líquidos de la bóveda del cráneo por las venas yugulares y reduce la congestión intracraneal de líquidos. La reducción de dicha congestión contribuye a su vez a favorecer la movilidad del sistema craneosacro.
Los nervios glosofaríngeo, vago y accesorio pasan por los agujeros yugulares (ILUSTRACIÓN 5.11). La liberación de cualquier insuficiencia de estos agujeros suele tener un efecto beneficioso sobre la función de dichos nervios.
Ilustración 5.11.
Estructuras de la base del cráneo que reciben un influjo favorable por la liberación de la base del cráneo.
OTRAS RESTRICCIONES TRANSVERSAS
Cualquier articulación constituye una posible restricción transversa al movimiento deslizante libre de la fascia orientada longitudinalmente. Esto compete a las caderas, rodillas, tobillos, hombros, codos, muñecas e incluso dedos de las manos y los pies.
La restricción en cualquiera de estas regiones afecta la fascia que, a su vez, deteriora en cierto grado el movimiento libre del sistema craneosacro. El tratamiento se basa en localizar la posición neutra de la articulación y mantenerla hasta que se libere el tejido. En los círculos osteopáticos, esta técnica suele llamarse técnica funcional de posición y sustentación (APÉNDICE E).
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