el occipital, mientras otro palpa el sacro, dándose a uno a otro indicaciones verbales sobre cuándo comienza y terminan las fases de flexión y extensión. También puede hacerse colocando una mano sobre el sacro y la otra sobre el occipital del sujeto a fin de monitorizar simultáneamente los movimientos de flexión y extensión en ambos extremos del tubo dural.
La palpación simultánea del sacro y el occipital por un solo examinador se realiza fácilmente con el paciente en decúbito lateral (ILUSTRACIÓN 3.9). En esta posición, el paciente puede tener una almohada debajo de la cabeza para que el cuello no se arquee hacia un lado. El encorvamiento o lateroflexión del cuerpo puede interferir con la sincronía del movimiento entre el occipital y el sacro. Esta interferencia se manifiesta cuando el sujeto presente lateroflexión extrema del cuello mientras se palpa el ritmo craneosacro en el occipital y el sacro.
Ilustración 3.9.
Exploración de la sincronía del movimiento entre el occipital y el sacro.
Con algo de experiencia, usando cuerpos vivos como ayuda para el aprendizaje, comenzarás a apreciar diferencias significativas en la amplitud del movimiento, su simetría y la energía que genera dicho movimiento de una persona a otra. Almacena todos estos datos en la memoria. Almacena información sobre lo que es normal con el fin de ser consciente de las variaciones de la norma. Finalmente, estas variaciones adquirirán un significado diagnóstico fisiopatológico.
La musculatura paravertebral es otra área de palpación de utilidad diagnóstica (ILUSTRACIÓN 3.10). Con el sujeto sentado o en decúbito prono, se palpa el ritmo craneosacro en las regiones paravertebrales del occipital hasta el sacro. Se mantienen las apófisis espinosas entre los dedos. Los cambios en el ritmo craneosacro de las regiones paravertebrales pueden usarse a nivel diagnóstico para localizar compresiones de las raíces nerviosas y lesiones en la médula espinal. El músculo denervado presenta un movimiento fisiológico de entre 20 y 30 ciclos por minuto (APÉNDICE B). Esta información puede usarse durante el diagnóstico diferencial entre el dolor de una disfunción somática y la compresión de una raíz nerviosa.
Ilustración 3.10.
Palpación de la musculatura paravertebral.
Como con cualquier otra destreza, el desarrollo de la sensibilidad para la palpación requiere práctica. La experiencia adquirida durante el tiempo de práctica en el que varios grupos reducidos de practicantes trabajan juntos con un enfoque acrítico es de lo más productivo.
Recapitulando, no dejes que el intelecto ponga obstáculos al desarrollo de tus habilidades para la palpación. Familiarízate con este uso de las manos. Una vez que sepas «a fondo» lo que tus manos pueden hacer, tendrás mucho tiempo para ejercer una crítica intelectual. Brinda al «hemisferio derecho» del cerebro una oportunidad de demostrar su capacidad sin que el «hemisferio izquierdo» se escandalice continuamente diciendo «¿qué sucede?» o «¿es posible?». Aprende practicando.
Capítulo 4
Técnicas para la modificación del ritmo craneosacro
Hasta el momento se ha practicado la palpación de movimientos y ritmos fisiológicos, teniendo cuidado de no interferir con sus actividades normales. El propósito ha sido estudiar y aprender del cuerpo en su estado natural de reposo pero dinámico. Hemos aprendido que la práctica del tacto por parte del examinador (o mejor dicho el «descubridor») confiere seguridad al practicante. No debe haber amenaza a la que el cuerpo del sujeto pueda responder mediante rigidez refleja de la musculatura, sea consciente o inconsciente.
Ahora deberás familiarizarte y tener experiencia en el uso de técnicas que modificarán la actividad rítmica del sistema craneosacro. Los fines no son otros que el descubrimiento, diagnóstico, tratamiento y pronóstico.
Comparadas con la palpación que has aprendido hasta el momento, las técnicas que modifican el ritmo craneosacro pueden parecer bastante invasivas; sin embargo, comparadas con las técnicas manipulativas empleadas ordinariamente por médicos y terapeutas, estas técnicas siguen siendo muy suaves. Se trata de engañar al sistema craneosacro, no de maltratarlo, aturdirlo ni asustarlo. Hay que aproximarse como harías con un niño tímido o un animal del que quieres ganarte la confianza. No hay que forzar el sistema craneosacro a que haga movimientos que no sean fisiológicos. El objetivo es simplemente impedir que retorne de un movimiento extremo por la vía usual, y animarlo a que halle una ruta nueva. Este descubrimiento encubierto de nuevas rutas introduce una movilidad añadida al sistema y a su reserva de movimientos.
Una de las formas más sencillas de aprender a modificar con suavidad el ritmo del sistema craneosacro es empezar por los pies. Mientras descansan los talones en las manos en movimiento, se «sintoniza» con la rotación externa (la fase de flexión del ritmo craneosacro), vuelta a la posición neutra, la excursión hacia la rotación interna (extensión craneosacra), etc., a medida que el ritmo se repite (ILUSTRACIÓN 4.1).
Mientras descubres este movimiento, contesta estas preguntas. ¿Parece simétrico el movimiento? ¿Giran los pies externa o internamente con mayor facilidad? Como ejemplo, digamos que el pie izquierdo gira más hacia fuera que el derecho, y que ninguno de los dos pies gira internamente con la misma facilidad o hasta donde lo hacen externamente. Para cambiar esta situación todo menos perfecta, acompaña ambos pies hasta la amplitud extrema de movimiento que puedan alcanzar con la máxima facilidad. En nuestro ejemplo, esto significa que acompañes ambos pies durante la rotación externa. Cuando los pies se hayan movido todo lo posible en rotación externa (en este caso, el pie izquierdo gira externamente más que el derecho), opón resistencia a que vuelva a la posición neutra deteniendo el movimiento con las manos. No hagas más fuerza en rotación externa; sólo opón resistencia a la vuelta a la posición neutra de los pies situados en posiciones extremas de rotación externa.
Mientras se opone resistencia a la vuelta a la posición neutra al aplicar una fuerza suave sobre los pies del sujeto, otro examinador, que vigila la cabeza, sentirá una resistencia sutil a la vuelta de los huesos del cráneo a la posición neutra y a la fase de extensión del ritmo craneosacro. La vuelta a la posición neutra y el movimiento de extensión se producirán en la cabeza, pero con menos facilidad. Este cambio perceptible en la cabeza se debe a la resistencia ejercida al manipular los pies del sujeto. A medida que el sistema craneosacro vuelve a la fase de flexión, apreciarás un movimiento añadido en rotación externa en uno o ambos pies.
Ilustración 4.1.
Palpación del ritmo craneosacro en los pies.
Se sigue esta rotación externa muy de cerca. Se llega con cuidado al límite articular, igual que si mantuvieras un sedal de pesca tenso al sacar un pez del agua, o como mantendrías el parachoques delantero de un automóvil pegado al parachoques trasero de un coche que estás empujando. Cuando la rotación externa alcanza el límite de su nueva amplitud de movimiento y trata de volver a la posición neutra, las manos del terapeuta se vuelven de nuevo inamovibles. El resto del sistema craneosacro volverá a su pesar a la posición neutra. Luego, ante la nueva resistencia incrementada, pasará a la fase de extensión. Este proceso puede presenciarlo un examinador que controle la actividad situado a la cabeza del sujeto.
Cada vez que los pies giran un poco más externamente, se llega con cuidado al límite articular y se opone resistencia a la rotación interna. Después de algunas repeticiones (el número diferirá, por lo general entre 5 y 20), el movimiento total del sistema craneosacro se