de la vida.
Por movimiento no fisiológico se entiende un movimiento inherente anormal que es el resultado de una adaptación a un obstáculo o restricción que interfiere el movimiento fisiológico inherente y normal. Es un patrón de movimiento alterado producto de la restricción. El movimiento no fisiológico también se usa a veces para describir de modo extrínseco el movimiento inducido; sin embargo, este uso es menos habitual y no se ha previsto su aparición en este libro, ya que usamos la palabra movimiento para los que son extrínsecamente inducidos. Hay movimiento pasivo cuando el terapeuta ejecuta el movimiento y el paciente no interviene con esfuerzo alguno. El movimiento activo es, por supuesto, lo contrario e implica un esfuerzo por parte del paciente.
Una restricción es un deterioro del movimiento fisiológico normal del cuerpo. La energía inherente que genera el movimiento fisiológico está presente, pero actúa contra la restricción. Por lo general, las restricciones se producen en el tejido conjuntivo y la fascia. Son producto de una inflamación, de una adherencia, una disfunción somática o neurorrefleja. Cuando una restricción desaparece, se denomina liberación. Se manifiesta la liberación como el alivio del obstáculo o restricción contra el cual luchaba el movimiento fisiológico inherente. La resistencia se disipa y se aprecia una relajación palpable de los tejidos. La liberación es siempre un proceso terapéuticamente positivo.
El sistema craneosacro actúa mediante flexión y extensión cíclicas a un ritmo de unos 6 a 12 ciclos por minuto en circunstancias normales. La flexión es una amplitud extrema de movimiento durante la cual la cabeza se ensancha transversalmente y se acorta en su dimensión anteroposterior. Durante la flexión, el cuerpo entero gira externamente y se ensancha. Después de la flexión, el movimiento fisiológico pasa por una zona neutra en su curso a la extensión, fase durante la cual la cabeza se estrecha y elonga. Todo el cuerpo gira un poco internamente. Un ciclo completo que pase de flexión a una posición neutra y luego a extensión, y vuelta a una posición neutra y de nuevo a flexión, requiere unos 6 segundos.
Una vez que seas consciente de estos movimientos, podrás percibir cómo tu cuerpo realiza los ciclos de flexión-extensión estando de pie o caminando. Con un poco de tiempo aprenderás a sintonizar a voluntad con este movimiento fisiológico del cuerpo.
Desde el punto de vista diagnóstico, pronóstico y terapéutico, estamos interesados en el cálculo cualitativo de la fuerza de la energía inherente que genera el movimiento fisiológico, la simetría de la respuesta al movimiento del cuerpo (del sistema craneosacro y de los tejidos conjuntivos extrínsecos del cuerpo), y la amplitud y calidad de cada movimiento cíclico. ¿Se aprecia alguna barrera de resistencia?
Una barrera de resistencia es un punto perceptible durante el curso de un ciclo de movimiento normal en que el cuerpo duda o ejerce un esfuerzo adicional para seguir, o no seguir. Las restricciones del movimiento y las barreras de movimiento se caracterizan por ser rígidas o elásticas. Las barreras y restricciones rígidas representan problemas óseos en los que no se consigue el movimiento en relación con otro por estar obstruido. Las barreras y restricciones elásticas representan tensiones anormales en las meninges que impiden el movimiento fisiológico normal. Las tensiones anormales en las meninges suelen permitir la continuidad del movimiento, pero se necesita un incremento de la energía para que se produzca. Cuando encontramos un problema en las meninges durante el tratamiento, sus restricciones ofrecen una «cesión» elástica cuando se ejerce fuerza suave y directamente sobre ellas.
La respuesta del cuerpo al sistema craneosacro se basa en el concepto de la continuidad de la fascia por todo el cuerpo. El movimiento del cuerpo está relacionado probablemente con el efecto de la fluctuación del líquido cefalorraquídeo sobre el sistema nervioso, lo que a su vez influye en el tono de los tejidos corporales.
PALPACIÓN
La palpación suele definirse como una exploración por el tacto. Al desarrollo de esta habilidad está dedicado en gran medida este libro. La palpación es un arte que dejan mucho de lado los profesionales sanitarios. Incluso los «terapeutas corporales» usan con frecuencia un solo tipo de palpación y sólo desarrollan una parte pequeña de su potencial como instrumentos de palpación.
La mayoría han aprendido a practicar la palpación o tacto con las yemas de los dedos. Se supone que es el método preferido porque las yemas de los dedos son las partes más sensibles de la mano, si bien nosotros animamos a practicar la palpación con toda la mano, brazos, estómago o cualquier parte del cuerpo que entre en contacto con el cuerpo del paciente. La idea es «fundir» la porción de tu cuerpo que practica la palpación con el cuerpo del paciente. Al producirse esa fusión, la zona de tu cuerpo que palpa hace lo mismo que el cuerpo del paciente. Se sincronizan. Una vez conseguida la fusión y la sincronización, se emplean los propioceptores para determinar lo que está haciendo la parte de tu cuerpo con la que estás palpando. Los propioceptores son receptores sensoriales localizados en los músculos, tendones y fascia que te dicen dónde están las partes de tu cuerpo sin usar los ojos.
La clave para este tipo de palpación es resultar lo menos amenazador e intrusivo posible. El objetivo es conseguir que la parte de tu cuerpo que está practicando la palpación y la exploración haga exactamente lo que hace el cuerpo del paciente, o lo que estaría haciendo si no estuvieses allí. Sabemos que es imposible no causar una mínima turbación, pero hay que intentarlo. Con un contacto palpatorio suave y pasado un tiempo breve, el cuerpo del paciente parece relajarse y comportarse como si no lo estuvieras tocando. Hay que ser todo lo pasivo posible. Hay que dejar que la mano, brazo o parte del cuerpo que practica la palpación se sincronice con el cuerpo del paciente. Hay que hacer más profundo el límite entre practicante y paciente en el cuerpo del primero. Por ejemplo, si se está palpando con toda la superficie palmar de la mano la porción superior del abdomen del paciente, se posa la mano con suavidad sobre el punto de la exploración. Pronto la mano comenzará a moverse con el cuerpo del paciente. Ahora se desplaza la línea de demarcación entre paciente y practicante a la muñeca o el antebrazo. Mientras se produce esta transición, los propioceptores están aportando información procedente de la mano, muñeca y antebrazo que parecen situarse dentro del cuerpo del paciente.
Si trabajas con los ojos cerrados en un estado de concentración, es posible que la mano comience a sentir el movimiento peristáltico dentro de la porción superior del tubo digestivo del paciente. Recibirá información sobre el grado de pilorospasmo presente. Se tornará evidente la actividad del sistema de la vesícula biliar y las vías biliares, así como otros muchos fenómenos fisiológicos que están en curso debajo de tu mano. La clave del éxito en el empleo de este tipo de palpación es la fusión pacífica y poco molesta con el paciente.
Hay otro requisito que debemos mencionar. Se debe aceptar que la información que aportan los receptores sensoriales es real. Como principiante, acepta lo que parece ser sin una evaluación crítica. Una vez que hayas desarrollado en cierto grado la habilidad para la palpación, tendrás mucho tiempo para evaluar críticamente la información que te llega al cerebro a través de los sentidos.
TÉCNICAS DE TRATAMIENTO
Las técnicas empleadas en la terapia craneosacra suelen ser poco molestas e indirectas. En ciertas situaciones tal vez pases a técnicas de tratamiento directas aplicadas contra barreras de resistencia, pero sólo después de que el cuerpo del paciente haya mostrado la necesidad de ese método directo.
Una técnica indirecta, tal y como lo definimos, es aquella que libera una restricción o barrera anormal al movimiento mediante otro movimiento colaborador en la dirección de la liberación (que suele ser opuesta a la dirección de la restricción). Es un tipo de principio de «desenganche». A menudo, para liberar una traba, debemos primero exagerar el cierre. Lo mismo ocurre con la técnica craneal indirecta. El terapeuta sigue la estructura que padece restricción hasta su límite en la dirección hacia la cual se mueve con facilidad, es decir, la dirección hacia la que muestra mayor amplitud de movimiento inherente. Cuando la estructura trate de invertir esta posición extrema, el terapeuta permanece inmóvil. No se empuja contra la estructura ni se intenta aumentar el límite de la amplitud de movimiento, sino que se impide que haya movimiento alguno. Es el movimiento inherente de la estructura