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libro gracias a sus muchos años de investigación. A lo largo de la elaboración del manuscrito, aportó observaciones valiosísimas a partir de su comprensión del estado de fluencia. La Dra. Jackson fue la fuerza directriz que llevó este trabajo tan necesario a convertirse en realidad. Sus estudios y entrevistas específicos acerca de la fluencia con atletas encauzó en la misión de escribir el libro que está a punto de leer. Durante una temporada de excedencia, visitó la Universidad de Chicago, donde consultó al coautor y confirmó su compromiso con el proyecto. La Dra. Jackson realizó la mayoría de las entrevistas de los materiales que se citan en este libro. Hemos intercalado citas que parecían apropiadas de personas reconocidas; estos materiales provienen de variedad de fuentes impresas, incluyendo periódicos y semanarios deportivos.

      No sugerimos que éste sea el trabajo final y definitivo en el tema de fluencia en el deporte. Muchos autores e investigadores han hurgado en esta intrigante área de estudio, y nosotros hemos añadido en la sección de notas al final del libro varios de sus trabajos relacionados con este tema, que pueden ser relevantes para su información.

      Tanto si es usted un atleta que busca maximizar sus actuaciones y experiencias deportivas, como si es un entrenador que trata de ampliar sus métodos y conocimientos para comunicárselos a sus jugadores, o bien es un estudioso del deporte que desea aprender más datos sobre esta importante área de estudio, esperamos que la experiencia de la lectura y sus resultados valgan el tiempo invertido.

      agradecimientos

      Escribir este libro, en sus varios estadios desde su concepción hasta su producción final, ha sido una meta ansiada que no hubiera sido posible sin el apoyo y la ayuda de numerosas personas. Mi gratitud va en primer lugar dirigida a Mihaly Csikszentmihalyi, con quien tengo el honor de ser coautora de este libro. Tener la oportunidad de escribir mi primer libro con un autor de best-sellers y la autoridad más prominente en la fluencia ha sido efectivamente un privilegio especial.

      He sido también afortunada al conocer a mentores y amigos como Dan Gould, Jay Kimiecik, Herb Marsh, Ken Ravizza y Tara Scanlan, cada uno de los cuales me ha dado apoyo y ayuda a medida que desarrollaba mi trabajo en el área de la fluencia. Ha habido otros muchos pertenecientes campo de la psicología del deporte que me han aportado coraje, colaboración o feedback. En particular, quisiera mencionar a Steve Ford, Doug Newburg, Glyn Roberts, Gary Stein y Pat Thomas por su contribución en las investigaciones acerca de la fluencia en el deporte. El tiempo dedicado en la Universidad de Chicago me permitió interactuar con una serie de estudiantes de la fluencia, y me gustaría agradecer especialmente a Antonella Delle Fave (Universidad de Milán), Jeanne Nakamura, John Patton y Jennifer Schmidt por sus preciadas conversaciones y colaboraciones.

      A los atletas y entrenadores que han participado en los estudios de la fluencia, y a los muchos amigos que he hecho a través del deporte que me han ayudado a observar y experimentar la fluencia en acción, gracias por sus percepciones.

      Rainer Martens, quien respondió de manera entusiasta ante mi idea original de escribir este libro y me ofreció apoyo continuo a medida que éste tomaba forma, ha permitido la realización de este proyecto. Todo el equipo de la editorial Human Kinetics involucrado en el libro en sus diferentes fases me ha brindado una estimulante colaboración. Especial agradecimiento a Anne Heiles por su apoyo entusiasta y su atención al detalle, y a Laurie Stokoe por su ayuda concienzuda.

      A mi marido Stephan, gracias por tu inagotable paciencia, estímulo y apoyo durante los tiempos de desafío en que el libro ha sido escrito; y gracias también a nuestro hijo Jack, mi fuente de alegría e inspiración.

      Susan A. Jackson

       Comprender la fluencia

       PARTE 1

      capítulo

      1

       Fluir

      Si se detiene a pensar, estará probablemente de acuerdo en que cuando dejamos que las cosas ocurran, la vida puede ser bastante ingrata. Mucho de lo que realizamos en nuestras vidas es estresante, desde las épocas en que sentíamos verdadero pavor ante la posibilidad de que el profesor nos llamase a la pizarra, hasta los años en que el trabajo, la familia o la salud se convirtieron en las principales preocupaciones. Aunque estos tiempos son mucho más seguros y cómodos que cualquier otro momento de la historia, los peligros e incomodidades no están nunca demasiado lejos. Y cuando no estamos estresados o ansiosos, rozamos el aburrimiento en una bochornosa clase, oficina o apartamento.

      Sin embargo, el valor de nuestras vidas depende ampliamente de cómo nos sintamos con nuestras experiencias a medida que nos desplazamos del nacimiento a la vejez. Algunos de nosotros desperdiciaremos la oportunidad de experimentar la vida como hubiera podido ser: un estado maravillosamente divertido, estimulante y satisfactorio, debido a que año tras año nos sentimos estresados y aburridos.

      A pesar de todo, en la actualidad la vida ofrece una gran riqueza, y ciertamente no es completamente estresante y aburrida. Hay momentos que nos liberan del caos diario como faros alumbradores. Bien podría decirse que el esfuerzo completo de la humanidad a través de tantos milenios de historia ha intentado capturar esos momentos fugaces de plenitud y convertirlos en una parte más cotidiana de la vida. Los rituales religiosos, las obras de arte y las actuaciones musicales son algunos de los ejemplos de cómo nos proponemos reemplazar «la naturaleza violenta de los colmillos y las garras» por prácticas sistematizadas que incrementan nuestra calidad de vida.

      Uno de estos frutos de la civilización es el deporte. Desde el alba de los tiempos, hombres y mujeres han aprendido a utilizar su cuerpo de manera que proporcionase el máximo placer físico y disfrute mental. Y estas actuaciones y pruebas atléticas han sido tan intensas que en algunas culturas llegaban a ser las piezas centrales de las celebraciones religiosas. Desde los Juegos Olímpicos en la Antigua Grecia a los juegos de balón de los mayas, las competiciones atléticas reglamentadas han servido de demostración concreta de la superioridad del espíritu sobre la materia, de la esencia divina presente potencialmente en el cuerpo físico.

      Mucho ha llovido desde esos tiempos, y ahora la mayor parte de la gente se ve atraída por el deporte por razones más prácticas: desean mantener su peso o su presión sanguínea bajos, quieren sobresalir en la competición o sueñan con ganar mucho dinero en las ligas profesionales. Pero, cualesquiera que sean las razones que motivan al atleta, la esencia del deporte es la calidad de las experiencias que proporciona. Contrariamente a lo que ocurre en la mayor parte de asuntos de la vida, el deporte puede ofrecer un estado anímico tan gratificante que uno lo practica por la única razón de formar parte de ello. Aquí vemos cómo un nadador que entrevistamos describe este tipo de experiencia:

      Las veces que he estado más satisfecho con mi actividad, he experimentado una sensación de unidad con el agua y con mi estilo, y también con todo el resto de elementos a mi alrededor... Estaba verdaderamente en sintonía con lo que hacía. Sabía exactamente cómo iba a efectuar la prueba, y simplemente sabía que lo tenía todo bajo control; y cuando empecé y me fijé con atención en todo lo que hacía el resto de la gente... Estaba totalmente absorbido en mi estilo, y sabía que los estaba superando, pero no me importaba. Quiero decir, no es que no me importase; yo me decía «¡Vaya, está yendo fenomenal!» Y simplemente nadé y gané, y tenía toda la situación bajo control. Me sentí verdaderamente fenomenal.

      Un corredor ofreció una descripción similar:

      Sentía que lo controlaba todo de verdad, me sentía fantástico todo el tiempo, y no sentía el dolor que normalmente debería sentir en una carrera así. Simplemente, disfruté realmente de la experiencia de correr, y de verdad hice, probablemente, la carrera más exitosa de toda mi vida... No fue tan dolorosa como las otras. Sentía que dominaba la situación, me sentía muy fuerte. Era capaz de correr como lo había planeado... Me sentía absolutamente concentrado. Me sentía, ya sabes, como dicen los atletas: «Sentí un clic»; me sentí grandioso todo el tiempo.

      Atletas en todos los deportes, alrededor del mundo entero, alcanzan