Carme Tulon Arfelis

Cantar y Hablar


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de género pop o de voz hablada ha de ser fiel a la fisiología vocal.

      Muchos métodos no son lo suficiente escrupulosos con esta fisiología; ello me ha llevado a escribir la presente obra.

      El lector encontrará a lo largo de este libro no solamente la descripción de un método o técnica vocal, sino todos los elementos que le han de permitir conocer con una cierta profundidad los mecanismos vocales. El conocimiento general de la voz y, sobre todo, el conocimiento de la propia voz, hace que el orador o cantante desarrolle una mayor sensibilidad ante los problemas vocales que se le puedan presentar. Saber cómo actuar ante un conflicto vocal es de suma importancia para evitar la instauración de un mal hábito que, tarde o temprano, nos conducirá a una disfonía y, posiblemente, a una lesión vocal.

      A lo largo de esta obra se presentan ejercicios vocales, físicos, respiratorios, de relajación, de articulación, de automasaje, de dicción, de interpretación, etc., los cuales van a permitir cuidar nuestro aparato fonador con un mayor conocimiento de causa.

      C.Tulon

      1 En esta obra la denominación pop engloba todos los géneros entendidos como no líricos, clásicos o cultos; por ejemplo: música popular, jazz, rock, etc.

       2. La voz

      ¿Qué es la voz? La voz es un sonido que, producido por la laringe y amplificado por las estructuras de la resonancia, nos permite la comunicación oral, y alcanza en el canto su máxima expresión y belleza.

      El proceso de la voz se inicia con la voluntad. En principio aparece el deseo de emitir un sonido, y éste desencadena en el sistema nervioso central un gran número de órdenes que pondrán en funcionamiento todos los elementos que configuran la voz: mecanismos de la respiración, de la fonación, de la articulación, de la resonancia, de la expresión, etc.

      Cuando queremos emitir un sonido, sea para hablar, cantar, etc., las cuerdas vocales se cierran. En esta situación, el aire espirado no encuentra vía libre para salir y se crea una presión; cuando ésta alcanza un grado determinado, vence la resistencia que le ofrecían las cuerdas vocales y al pasar a través de la hendidura que éstas le dejan las hace ondular (o vibrar), produciendo un leve sonido que será mas grave o más agudo según el grado de tensión a que sean sometidas (entre otros condicionantes). El sonido resul-tante se ampliará al pasar por las cavidades de resonancia. Estas cavidades son los espacios vacíos de la vía respiratoria: tráquea, laringe, faringe, boca y fosas nasales. El resonador natural de la voz es la boca para los sonidos orales, y las fosas nasales para los nasales. El resto de cavidades son auxiliares de los resonadores principales y entran en acción según el tipo de sonido que queramos producir. El mal uso de estos resonadores nos conducirá a lesiones en las cuerdas vocales, o a la pérdida de posibilidades vocales, ya que su uso es antinatural.

      La función primaria de la laringe no es la de configurar sonidos, sino que su misión es la de evitar la entrada de cuerpos extraños a la vía respiratoria baja. Esta función esfinteriana sirve también para levantar peso y empujar las vísceras abdominales hacia abajo (p. ej., al defecar o parir).

      El hombre, en su evolución, ha desarrollado la capacidad de producir la voz y el lenguaje, y, en su búsqueda, la posibilidad de utilizar la voz como instrumento musical, y mediante este instrumento liberar sus emociones más profundas. Pero cantar con placer significa dominar la voz de manera que no nos plantee dificultad alguna, que todo nuestro ser pueda convertirse en música. Cantar tiene que ser una unidad física y psíquica sin nada que la perturbe.

      Cuando nuestra voz no nos ofrece las posibilidades que necesitamos, es cuando hay que someterse al aprendizaje de una técnica vocal que nos permita cantar cómodamente, y algo que resulta igual de valioso: preservar nuestro aparato fonador de cualquier daño.

      El lenguaje es el medio del que nos valemos para comunicarnos con nuestros semejantes. A través del lenguaje expresamos nuestras ideas, nuestras emociones. Mediante el habla nos mostramos tal como somos, tanto en lo físico como en lo psíquico. La voz nos representa. Es nuestra tarjeta de presentación. Pero este elemento básico de comunicación no siempre está a la altura de nuestras necesidades, sobre todo si la voz es nuestra herramienta de trabajo. Así muchos profesores, actores, comerciantes, etc., no se sienten dueños de su voz. Esto les supone una impotencia vocal difícil de resolver sin ayuda.

      Salvo malformaciones congénitas, todos llegamos al mundo con un aparato fonador que nos va a proporcionar una voz óptima. Si observamos el llanto de un recién nacido, podemos ver su capacidad de resistencia sin que se advierta el menor cansancio o señal de pérdida de calidad en el sonido. Simplemente, su aparato fonador es perfecto, funciona correctamente y puede pasar del llanto al bienestar, sin transición, porque en su garganta nada le molesta.

      Hay individuos que conservan este buenhacer vocal a lo largo de toda su vida. Ahora bien, si por carácter o demanda social o laboral este mecanismo se pierde, hay que acudir al foniatra u otorrinolaringólogo, y si es necesario someterse al aprendizaje de una técnica vocal1, que devuelva a la voz todo su potencial sonoro.

      La voz está concebida para hablar y no hay razón para no complacernos con el uso de este maravilloso instrumento.

      Este maravilloso instrumento nos permite, además de hablar, cantar.

      Todos tenemos voz. Todos podemos cantar. Cantar bien es ponerle color a los sonidos. Cantar sin limitaciones físicas ni psíquicas es entrar en comunión con los dioses.

      Esta comunión podemos establecerla desde cualquier posibilidad vocal. Hay grandes voces, pequeñas voces y voces medianas. Debemos adaptarnos a nuestra categoría vocal y trabajarla hasta sacar todo su potencial.

      Cantar con tonos e intensidades que no nos son propios es acabar con las posibilidades de nuestro aparato fonador. En mi orden personal de prioridades, lo primero es la integridad vocal, y lo segundo, cantar, ya que no concibo lo uno sin lo otro. Sacar lo mejor de cada voz, éste es el objetivo, pero una voz es para toda la vida, y esto conlleva trabajar desde la doble vertiente de la salud vocal y el canto.

      Existen tres tipos de alumnos: los que llegan a la consulta con una lesión vocal, los que padecen cansancio vocal y falta de recursos técnicos y los que, antes de intentar la aventura del canto, quieren trabajar su voz. Naturalmente, estos últimos son los que llegan psicológicamente mejor dispuestos, pues a los otros les mueve ya la necesidad de poder seguir cantando.

      Para los unos y para los otros está concebida esta obra.

      Este libro presenta una técnica vocal innovadora por su aparente simplicidad. Se trata de un método que respeta absolutamente los mecanismos naturales de la voz.

      Se trabaja y potencia el resonador natural, la boca, sin esfuerzos musculares ni respiratorios de ningún tipo. Cantar es una actividad consustancial en el ser humano y sus posibilidades son muchas sin necesidad de técnicas artificiales y antinaturales que, en ocasiones, conducen a la pérdida de la voz, o, cuanto menos, a la incomodidad en la ejecución vocal.

      El lector encontrará todas las propuestas de trabajo argumentadas en el uso natural y fisiológico de la voz. No obstante, conviene advertir que es difícil trabajar sin un guía vocal (el profesor de canto), que es quien conoce la técnica y la manera de aplicarla con rigor; en el autoaprendizaje no se puede garantizar tanto el éxito como cuando existe la figura del profesor.

      Los estilos musicales son variados y muy distintos entre sí. Desde la ópera a la música pop (pasando por el jazz, el flamenco, el rock, etc.), la gama es muy amplia. Cuando se trata de instrumentos musicales, su elección viene dada por cada estilo; pero solo tenemos una voz. En este caso lo que debemos hacer es trabajar el timbre vocal adecuado al estilo que queremos cantar. El timbre se consigue adaptando el molde bucal (órgano elástico y flexible que nos permite trabajar con los grupos de armónicos deseados). Evidentemente, no es lo mismo trabajar la voz para la ópera que para la música