hondo y luego abrir la puerta. Me volteo un poco para que no pueda notar que la estaba mirando por la ventana.
“Hey”, digo yo cuando me ve. Me levanto. “Llegaste.”
Cady se sonroja y se para a mi lado. “Así es.”
“¿Qué tal un abrazo? Es importante el tacto en nuestra relación”, bromeo yo.
Un ligero rubor cubre sus mejillas, pero Cady abre sus brazos para mi abrazo y presiona su cuerpo contra el mío. Es mucho más pequeña que yo, es casi delicada en mis brazos. Aunque eso me hace pensar cómo se sentiría debajo de mí o encima, gimiendo mi nombre.
Mi pene se pone atento. La suelto y retrocedo rápidamente.
“Aquí, ven a sentarte. Tenemos una mesera…” le digo y la llevo hacia mi pequeña cabina en la esquina con una mano en su espalda. Miro alrededor y le hago una señal a la mesera.
La joven que nos atenderá se acerca. Ella tiene rizos dorados, un vestido de cuero negro y algunos tatuajes muy interesantes.
Si no estuviera tan ocupado intentando follarme a Cady, seguramente estuviera hablando con ella.
“¿Necesita ver un menú?” le pregunta a Cady.
Veo que Cady observa a la mesera, pero no puedo leer ninguna reacción. ¿Qué está escondiendo? Me pregunto.
“Quiero un vodka y una gaseosa con limón extra”, dice Cady.
“Yo quiero otro old-fashioned”, digo yo con una sonrisa.
Mientras la mesera se dirige al bar, puedo ver esa mirada calculadora de nuevo en el rostro de Cady. La misma mirada calculadora de antes, solo que esta vez fue por la interacción que tuve con la mesera. No sé lo que está pensando, pero es mejor no arriesgarme.
Necesito algunas preguntas para distraernos a ambos.
“De acuerdo. Algunos datos rápidos sobre mí”, digo yo. Su mirada gris ahora está atenta, tanto que parece quemarme.
“¿Oh?” dice Cady, arqueando una ceja.
“Sí. Nací en Asheville, Carolina del Norte. Mis padres son un contratista y una maestra de escuela. Tengo un hermano menor por dos años.” Pauso por un momento. “Tengo treinta y cinco años y creo que ya te dije cuál es mi trabajo.”
“Sí, lo hiciste”, dijo Cady y se recostó en su asiento. Luego escondió un poco de su cabello oscuro detrás de su oreja. Pienso que luce como una modelo, con su labial rojo y su cabello peinado.
“Dame tus datos rápidos”, sugiero yo. “Ya sabes, para que nuestra ‘relación’ pueda continuar.”
Cady sonríe al ver mi uso de las comillas en el aire.
“Es justo. Nací en Santa Fe” dice ella. “Crecí en el sistema de acogimiento familiar, enviada de un hogar a otro. Tengo treinta y tres y ya te conté cuál es mi trabajo.”
“Una abogada, ¿cierto?” pregunto yo.
“Mmmmm. Una litigadora civil”, afirma Cady.
Noto que cuando se mueve, Cady me permite echarle un vistazo a su escote. No me voy a quejar por algo como eso. La mesera trae las bebidas y yo no le doy ni un vistazo.
Veo un poco de satisfacción en su sonrisa. Bingo, pienso yo. Así que te gusta ser el centro de atención, ¿eh?
Escondo mi sonrisa detrás de mi trago. Cady bebe del suyo y deja una marca perfecta de labial en el borde del vaso.
“¿Supiste algo de tu ex?” pregunta Cady.
¿Mi ex? Comienzo a recordar la noche y luego recuerdo lo que le dije. Mentí sobre que Emily estaba ahí, pero dudo que a Cady le importe.
“Ni una palabra. Me hiciste un gran favor”, digo yo y me acerco. Casi estoy tocando su brazo. El próximo paso es pasar mi brazo casualmente por alrededor de su hombro.
Pronto.
“Tendré que recordarlo”, dice Cady y me sonríe. “Para extorsionarte.”
Yo sonrío. “Definitivamente. Siéntete libre de extorsionarme lo que quieras. Soy todo tuyo.”
“¿Ah sí?” dice Cady y se sonroja.
“Oh sí. Soy un buen tipo para… ya sabes.”, digo yo con un guiño.
“Ya veo. Entonces si le pregunto a la mesera y al bartender cuántas chicas has traído aquí antes…”
Atrapado. Así que notó el tipo de bar que era.
“Me apego a la quinta enmienda con eso”, digo yo y levanto mi mano derecha.
“Sí, este lugar me da una sensación de ser para citas de Tinder. Un lugar en el que no me gustaría sentarme si no estuviera usando bragas, solo para asegurarme”, bromea Cady.
“¿Entonces estás usando bragas?” digo yo y sonrío. No puedo evitar coquetear con Cady. Ella logra que lo haga muy seguido.
Cady luce avergonzada. “Quizás.”
Estiro mis brazos casualmente y luego deslizo uno alrededor de sus hombres y me acerco un poco. Sus pechos y sus exuberantes caderas están tocando mi brazo y mi pierna. Cady me mira con sus enormes ojos grises. Sus labios rojos son una tentación perfecta.
Pronto.
“Déjame adivinar”, digo yo. “¿Unos shorts? O… no, tengo tu número. Una pequeña tanga negra.”
Cady se sonroja hasta el comienzo de su cabello.
“Una dama no habla de su ropa interior en público.”
Yo me inclino a su oído y le susurro. “Lo descubriré tarde o temprano, ¿cierto?”
Desearía poder tomar una fotografía de su expresión en ese momento. La combinación perfecta de shock y lujuria suprimida en su rostro.
Casi se me rompe el corazón cuando Cady se voltea y toma de su bebida. Pero estoy a un paso de descubrir lo que le gusta. Creo que le gusta que le hable sucio y eso me ha puesto incluso más duro que antes.
Me relajo, mantengo mi brazo sobre sus hombros y cambio el tema. Hablamos sobre mis tatuajes y un poco sobre nuestros trabajos.
Parece aliviada, aunque noto que la tensión no ha abandonado su cuerpo. Hablamos un poco y pedimos más bebidas. Le coqueteo y ella se sonroja.
Me gusta la forma en que logro hacerla sonrojar una y otra vez. Me hace preguntarme cómo luce su cara cuando tiene un orgasmo. Apuesto a que hace una increíble O con su boca.
Planeo descubrirlo en persona esta noche.
Estoy un poco distraído mirando su cuerpo mientras hablamos. Sus piernas son largas y tonificadas, cada centímetro que está mostrando es perfecto. Usualmente prefiero las mujeres bajas, pero las largas piernas de Cady me tienen pensando todas las posiciones en las cuales quiero colocarla.
¿Me montaría como un semental o le gustaría que la follara por atrás?
Y no me hagan hablar de sus tetas. Son más grandes que algunas de las mujeres con quien salgo y me imagino que sus pechos desnudos deben ser fantásticos.
“Lo siento, ¿qué preguntaste? Estaba ocupado mirándote”, dije yo, encogiéndome de hombros.
Cady se sonroja. “Pregunté si en tu familia hay enfermedades del corazón. O alguna enfermedad genética.”
Paso mi mano por mi boca y mi barba mientras pienso. ¿Creo que no?
“No lo creo, no. ¿Por qué tantas preguntas médicas?”
Pero ella no responde mi pregunta y sigue con otra pregunta.
“Umm.