entonces, he comenzado a ver bebés en todos lados. No solo eso, fui al ginecólogo y a un especialista en fertilidad. Una vez que descubrí que físicamente estoy apta para tener un hijo, me obsesioné un poco.
¿Pero pueden culparme? ¿Quién no querría la oportunidad de tener un hijo, pasar todo el amor y cariño que no recibieron de niños? El sistema de acogimiento familiar no me ayudó mucho, pero eso no le sucederá a mi hijo.
Enjuago mi cabello y me pongo impaciente. No tengo tiempo para pensar en lo que mi terapista llama mi crisis de fe en mí misma. Salgo de la ducha y me doy cuenta de que Olive debe estar por llegar.
Milo pasa entre mis pies y comienza a maullar.
“¡No te voy a dar comida enlatada!” le digo. “Sin importar lo lindo que seas o todo el ruido que hagas.”
Avanzo rápido para vestirme y maquillarme, sigo secando mi cabello mojado con una toalla cuando suena la puerta. Corro hacia el frente y miro la cámara. Olive me sonríe, su cabello rojo es imposible de confundir. Presiono el botón y le abro la puerta.
Voy a la cocina para buscar el café y luego pasarlo al mostrador de la cocina para encender la cafetera. Mientras reviso las opciones, Olive entra. Está vestida como le pedí, lo que significa que lleva Versace del año pasado y sus terceros mejores Louboutins.
Yo estoy con jeans y un top extra grande, pero oye, cada uno con lo suyo, ¿cierto?
Le sonrío. Ella puede usar lo que quiera; la mujer mide metro cincuenta, pesa casi nada y tiene un corazón de oro puro.
“¡Hey!” dice Olive, mostrando una caja rosada de pasteles. “¿Adivina quién compró croissants de chocolate de Amélie?”
“Oh, me salvaste la vida”, le digo. “Estaba feliz de no tener que estar hoy en la oficina. Acabo de poner a preparar café.”
Olive sonríe. Ella es una abogada defensiva increíble en mi firma y le pagan muy bien por ello.
“Un café suena bien”, anuncia Olive. “Y va muy bien con los croissants.”
Le quito la caja y abro la tapa para olfatear esta delicia. Puedo sentir a Olive mirándome. Olive no pedirá detalles, pero por la forma en que toca el mostrador con sus dedos, ella está ansiosa por saber lo que sucedió anoche.
Yo la miro. Con sus rasgos diminutos, sus pecas abundantes y sus ojos verdes, ella es demasiado adorable como para ocultarle algo.
“¿Cómo te fue en tu cita con Roberto?” le pregunto, ladeando mi cabeza a un lado. Milo se sube al mostrador y yo lo ahuyento al instante.
Olive me señala la caja para que se la lleve y selecciona uno. “Estuvo bien. Solo fue la tercera cita, así que no tengo nada nuevo que reportar.”
Olive me mira de forma sospechosa y muerde su croissant.
“¿Quieres saber lo que pasó anoche?” suspiro yo.
“Oh dios mío, sí, sí quiero”, dice Olive, luchando para sentarse en uno de los asientos que están al otro lado de la cocina.
Yo hago una mueca. “Su nombre es Jett, era muy caliente y rechazó tener sexo conmigo.”
“¿Hizo qué?” preguntó Olive, indignada.
“Fue muy vergonzoso”, dije yo con otro suspiro. “Aunque se aseguró de pedir mi número…”
“Espera, ¿hizo eso antes o después de rechazarte?”
“Mmmmm… después”, dije yo, moviéndome para buscar dos tazas.
“¡Amiga! Eso es muy caliente”, dice ella. Olive muerde su croissant y gime en apreciación. “Dios, esto es bueno.”
“Estás ensuciando tu ropa de migajas”, señalo yo.
Olive se sacude las migajas de su enterizo de chifón y se encoge de hombros. “¿Y qué tan caliente era? Descríbelo.”
“Mmmmm…” Comienzo a recordarlo mientras echo la leche. El café está terminado y nos sirvo dos tazas llenas de un café que olía increíble. “Era muy alto. Tenía cabello oscuro y corto y una sonrisa increíble. Tenía un montón de tatuajes.”
“¿Todo el brazo?” pregunta Olive, aceptando su café. “Gracias.”
“Ambos brazos tenían tinta y su cuello también… era muy caliente.”
“Genial. Bueno, tal vez te llame.”
“¡Sí y tal vez luego vengan hombrecitos verdes de una nave espacial!” dije yo. “Oooh, espera un segundo…”
Dejo mi café en la cocina y voy a buscar una carpeta blanca gruesa de la mesita de café. Milo maúlla con tristeza y Olive se inclina y lo rasca en la cabeza.
Miro la carpeta blanca y una carpeta negra casi idéntica e intento recordar cuál es la que tiene una lista de donantes de esperma y cuál es la que tiene muestras de pintura para la habitación extra.
Después de echarle un vistazo a la cubierta, traigo la carpeta de muestras y la abro en la primera página que marqué. “Tienes que ayudarme a escoger un color para el próximo cuarto del bebé.”
Olive agarra el libro y mira la página abierta y luego me entrega la caja de croissants.
“No hay que desperdiciarlo”, murmura Olive mientras observa las páginas.
Tomo el croissant y lo muerdo. Cierro mis ojos; el sabor es tan bueno como para tener un orgasmo. “Ohhhh.”
“Lo sé”, dice Olive sin levantar la mirada. “Escucha, tengo una pregunta extraña. No te juzgo ni nada, pero… ¿los socios en la firma saben que estás planeando embarazarte?”
Presiono mis labios y contesto mientras frunzo mis cejas ligeramente. “No.”
“Es solo que… sabes, no vas a poder trabajar tanto. Sarah, ¿conoces a la que trabaja en derecho contractual? Ella dijo que sus horas fueron reducidas a la mitad.”
Ella no levanta la mirada del libro, pero siento que este es su momento de honestidad sobre el tema.
“Me he preparado financieramente, si es eso a lo que te refieres.” Arrugo mi cara.
“No, es solo que… me pregunto si los socios se quedarán atónitos cuando una de sus principales litigantes anuncie que está embarazada.”
“Probablemente. Pero no puedo permitir que un viejo me diga que es mala idea tener un bebé solo porque es malo para él. Mi fertilidad no tiene que adecuarse a su mejor momento.”
“Hmm”, dice Olive, arrugando las cejas. “Hey, ¿has tenido suerte con la carpeta de los donantes de esperma?”
Sacudo mi mano. “Aj, no. He rechazado… casi toda la lista.”
Olive sonríe. “¡Muy selectiva!”
“¿Quieres escuchar algo loco?”
“Siempre.”
“Casi le pido que pase solo 1 noche, ya sabes… para ver si quería ayudarme a acelerar el proceso.” Arrugo mi cara al decirlo.
La boca de Olive forma una O perfecta. Le toma un segundo recuperar el habla.
“Espera, ¿solo ibas a… usarlo por su esperma?”
“Bueno, sí. El que fuera tan caliente tampoco iba nada mal.”
“Oh dios mío, ¿en serio? Eso es increíble. Espero hayas conseguido su número.”
Siento mis mejillas encenderse. Milo vuelve a saltar en el mostrador y lo agarro para acariciar su suave pelaje.
“De hecho sí. Lo hice.”
Olive me mira y lo considera.