te alejas?” dice ella, manteniendo un tono ligero.
“Claro. Pero espero que no lo hagas. Me ahorrarías la vergüenza.” Pongo mi mano sobre mi corazón, pero no le hago una expresión de ruego.
Parece pensar que hablo en serio y asiente.
“De acuerdo. ¿Quién es?” pregunta ella y mira alrededor.
Mierda. Debí haberme preparado para esto. Escaneo la multitud y busco a alguien que se parezca vagamente a Emily.
“Huh… está ahí”, digo yo, asintiendo a una rubia linda y delgada cerca de la puerta de salida. “En ese mameluco negro.”
“Ah”, dice ella, asintiendo. “Es linda.”
Hago una mueca y ella responde.
“Lo siento”, dice ella. “Te preguntaría por qué no están juntos, pero no quiero echarle sal a la herida.”
“Estoy seguro de que podrías compensármelo”, digo yo con una sonrisa.
Su forma de voltear los ojos fue épica. Mi sonrisa se vuelve traviesa. Tomo un trago de mi cerveza, la cual ya está bastante tibia.
Miro por encima de mi hombro para ver lo que está haciendo Mason, pero no está por ningún lado. Maldito.
Cuando miro hacia atrás, ella está frunciendo el ceño de nuevo a su pantalla. Mierda, está perdiendo de nuevo el interés. ¿Por qué demonios Mason tuvo que escogerla a ella?
Necesito un nuevo método.
“Hey, ¿qué es tan interesante en tu teléfono?” pregunto yo.
Ella me mira. “Un correo de mi jefe. Soy abogada y mi jefe es demasiado detallado. Lo estoy intentando, pero no logro comprender este correo.”
Ladeo mi cabeza. ¿Cómo debería solucionar esto? Supongo que no he intentado ser directo todavía…
“¿Puedo hacerte una pregunta?” digo yo.
“Claro. Pregunta”, dice ella y apaga la pantalla de su teléfono. Ella me mira.
Me inclino, bajo la voz y utilizo toda la fuerza de mis ojos azules. “¿Tienes novio o esposo?”
En sus mejillas aparece un ligero rubor. “No.”
“De acuerdo. ¿Qué tal esto? Guardas tu teléfono por veinte minutos y me dejas entretenerte.”
El rubor se expande por todas sus mejillas. “De acuerdo…” dice ella, dudando.
Mete su teléfono en su cartera con un golpe satisfactorio. Sonrío y estiro mi mano.
“Jett James.”
“Cady Ellis”, dice Cady. Su agarre es firme e incluso dominante.
Tengo una imagen mental dominándola en la cama y ella luchando cada segundo hasta que está gritando mi nombre. Mi pene se retuerce ligeramente.
Es en ese momento que decido que me gusta.
“Un placer”, le aseguro. “Parece que ya terminaste con tu trago. ¿Qué tal si vamos al bar y te consigo otro?”
“Oh, no lo sé… tengo trabajo mañana…” dice Cady. Pero puedo notar que quiere otro trago y usa la excusa para coquetear.
“Vamos. Otro trago”, digo yo y le ofrezco mi mano. Le guiño el ojo. “Nuestra relación necesita algo de picante.”
Cady voltea sus ojos, pero me permite guiarla al bar. Pido un whisky puro para mí y ella pide un vodka con un poco de soda y rodaja extras de limón.
“Y dos shots de tequila”, digo yo. “Y no pretendas que no quieres. Te vas a tomar el shot.”
Cady arruga sus cejas, pero no lo rechaza. “De acuerdo.”
El bartender sirve los dos shots y me entrega los limones. Le deslizo el vaso del shot a ella y levanto el mío.
“¿Por qué deberíamos celebrar?” pregunta Cady.
“Por una buena noche”, digo yo, chocando mi vaso con el suyo. Tomo el licor, me quema, pero es delicioso. El limón hace su trabajo y sabe algo agrio después del tequila.
“Jesús”, dice Cady, temblando mientras muerde su pedazo del limón. “No tomo tequila desde la universidad.”
Le guiño el ojo y echo el pedazo de limón usado en mi vaso. “Vamos al borde del techo. Me gusta tener una perspectiva diferente siempre que puedo.”
Lidero el camino y Cady me sigue hasta el borde, el cual está protegido con barras de metal. Miro al paisaje y soy recompensado con una vista de la esquina de la calle Atlanta del centro desde ocho pisos de altura. Aunque es tarde, todavía hay bastante tráfico y da la impresión de ser un mar de luces rojas.
Cady se detiene a mi lado y se inclina para mirar. Observo su trasero y se ve fantástico ahora mismo, atrapado en esa falda de tubo.
“Todo se ve tan pequeño desde aquí arriba”, suspira Cady.
“Creo que ese es el tequila hablando”, digo yo y levanto mis cejas.
Cady me mira. “Sí, cierto.”
Cady desvía la mirada e inclina sus codos en la barra de metal más alta. Imito su posición y noto que solo soy unos centímetros más alto que ella. Cady es mucho más alta de las chicas con las que suelo salir, pero es agradable.
Cady me mira y bebe de su trago.
“¿Qué haces?” pregunta Cady.
“Soy un agente deportivo”, digo yo. “Pero solía ser un jugador de béisbol profesional.”
Sus cejas se elevan. “¿En serio?”
“Sip. Fui el jardinero central de los Atlanta Braves por tres años.”
“¿Por qué no sigues jugando?” pregunta Cady y ladea su cabeza.
Yo arrugo mi cara. “Me desgarré el manguito rotador. El doctor del equipo miró mi hombro y dijo que necesitaba cirugía. Eso fue todo, hasta ahí llegó mi carrera.”
“Jesús. Lo siento”, dice Cady, mirando mi hombro. Puedo sentir ese cálculo de nuevo, sus ojos grises escaneándome mientras hacen una especie de cálculo.
“Está bien. Puedo hacer algo que me gusta, así que no puedo estar muy molesto.” Bebo un trago de mi whisky y disfruto el ardor mientras trago. “¿Cuál es tu trabajo?”
“Soy abogada. Litigadora civil para ser exactos. Trabajo para Hansen & Felder.”
“Lo siento, pero no sé nada de leyes.”
“Somos una de las principales firmas de la ciudad”, dice Cady.
“Suena lujoso”, bromeo yo. Cady me mira y se ríe.
“Sí. No es muy romántico”, admite Cady. Su teléfono comienza a vibrar con insistencia en su cartera. “Ugh, por esto. Son las diez y media un viernes por la noche y sigo recibiendo llamadas.”
“Diles que fuiste temprano a la cama. Estabas enferma y querías descansar un poco.” Elevo mis cejas. “De esa forma también te cubres para mañana.”
De nuevo parece que quiere tomar mi consejo, pero una parte de ella duda.
“Oh, no lo sé…” dice Cady, arrugando su nariz.
“¿Sabes lo que necesitas?” pregunto yo.
“Hmmm, ¿ir temprano a la cama?”
“No, creo que necesitas bailar.”
“Oh, no lo sé, Jett…” dice Cady. Su lenguaje corporal es algo reservado.
“Esto no es bueno