su mano y noto lo delicada que parece y la llevo a un área donde hay varias personas bailando.
Cady está tiesa al comienzo, su cara parecía decir “puedo pensar en diez cosas que preferiría hacer en vez de esto.” Se mueve como si estuviera hecha de madera y apenas me toca.
Esto no servirá.
La giro gentilmente y acerco su cuerpo al mío. La música ruge y nos movemos con ella. Lento al comienzo y luego con más fuerza hasta que ella comienza a tocarme.
Sí, mierda, pienso. Dios, se siente bien.
Cady me sorprende al girar, deslizar sus brazos por mi cuello y besarme. Me sorprendo al comienzo, pero sus labios son tan suaves y dulces. Me invitaban.
La sensación va directo a mi pene y me pongo duro al instante.
Comienzo a liderar el beso, domino sus labios y a tocar su lengua con la mía. Sabe increíble, a menta fresca y vodka. Podría beber de sus labios por toda la noche.
Cady se retira, prácticamente jadeando. “¿Quieres ir a mi casa? No vivo lejos.”
Oh, diablos. Claro que quiero.
Pero Mason aparece en mi cabeza y lo arruina todo. Es muy fácil ir a casa con una chica y no volverla a ver.
La miro y sigo saboreándola en mis labios. Sería genial aceptar su oferta, ir a su casa y follarla hasta que salga el sol. Pero hay algo en ella que no me permite hacerlo.
¿Así se siente ser un caballero? Me pregunto yo.
“Sabes, no hay nada que me gustaría más que llevarte a casa y hacerte gritar mi nombre hasta que quedes ronca”, le susurro yo al acercarme. “Pero no creo que eso sea bueno para nuestra relación. No puedo llevarte a casa, no hemos tenido ni siquiera nuestra primera cita.”
Cady se pone roja como un tomate. “Yo… yo… debería irme…”
Cady saca el teléfono de su cartera y se voltea. Mi brazo se estira y la agarra, deteniéndola.
“No te vas a ir sin mi número”, digo yo. “Ni siquiera lo intentes.”
Le saco su teléfono de su mano, ignoro la mirada que me está dedicando. En unos segundos pongo mi nombre y mi número y luego me llamo a mí mismo. Mi teléfono comienza a sonar con “Swimming Pools” de Kendrick Lamar y luego le guiño el ojo.
“Ahora tengo tu número”, le bromeo yo y le regreso su teléfono.
“Aj, adiós”, dice Cady, volteándose.
No puedo resistir la oportunidad de agarrarla y volver a girarla hacia mí, presionar sus caderas con las mías y volver a reclamar su boca. Sus uñas se clavan en mi pecho, pero puedo notar que le gusta ser dominada.
La suelto y mis dedos pican con ganas por darle una nalgada. Honestamente, con esa falda de tubo prácticamente me lo está rogando.
“Ahora te puedes ir”, digo yo con una sonrisa.
Desearía tener una fotografía de su expresión, de indignación mezclado con interés carnal. La indignación ganó y ella me hizo una mueca y volteó. La vi escapar lo más rápido que pudo en esos tacones altos.
Me sueno los nudillos y pienso que debería haberla llevado a casa, al diablo con Mason.
Me muevo hacia la salida mientras ajusto el bulto en mis pantalones y miro alrededor. Mason y Alex no están por ningún lado. Típico.
Bajo lentamente por las escaleras y pienso en Cady. Su suéter rojo, su falda de tubo y sus tacones.
Sí, las mujeres son todas iguales… pero al menos alguien ha capturado mi interés.
Sonrío mientras bajo por las escaleras.
2
Cady
Abro mis ojos y gruño. No es solo la mañana, es la luz del sol en mi habitación. Milo, mi gato extraviado que se volvió mi compañero, ronronea y roza su barbilla contra mis dedos.
“Demoniooooooooooos”, digo yo, dando la vuelta. Milo me mira juzgándome con su ojo azul restante. El otro había sido cosido y ya se había curado. Es una mezcla de siamés y es demasiado snob para un gato que rescaté de un basurero fuera de mi casa.
A Milo no le importa que salí a beber anoche, Roza su barbilla contra mi mano, maúlla con su voz ronca y me ordena que lo acaricie. Acaricio su cabeza y Milo comienza a ronronear de felicidad.
“Eres el peor”, le digo a Milo. Él se sube a mi pecho. Incluso después de tenerlo por un año, Milo no pesa más de 5 kilos. “No te aprecio para nada.”
Milo amasa un poco la sábana y luego se baja. Regresa al borde de la cama y me mira con anticipación. Suspiro al verlo intentar llevarme a la cocina para darle algo de comida enlatada.
“Tienes bastante comida seca”, le digo yo.
Me giro y me siento, haciendo un sonido patético. En este momento, siento cada uno de mis treinta y tres años y algo más. De verdad ya no tengo veinte años y tengo una resaca para probarlo.
Me pongo una camiseta por encima de mis bragas, el primer paso de muchos para comenzar el día. Reviso mi teléfono y veo que son solo las nueve. Normalmente entraría en pánico, pero sé que tengo el día libre.
Bueno, no totalmente libre, pero planeaba trabajar desde casa hoy. Miro mi correo por un segundo y luego suelto un suspiro de asco y apago la pantalla. Hay una docena de nuevos correos, una docena de correos de voz y dos docenas de textos esperándome.
Atravieso los pisos de cemento de mi apartamento y miro las ventanas que cubren toda la pared y proporcionan mucha luz. Además de mi dormitorio, el apartamento tiene una oficina, una habitación extra y una enorme sala/cocina. Pago bastante por él, pero no puedo quejarme mucho. Ni siquiera cuando hay mucha luz.
Orino, mis bragas en mis tobillos, la puerta abierta y los ojos cerrados por la luz y me obligo a pensar. Pero mi cerebro no está funcionando, así que me desvisto y abro la ducha. El vapor comienza a acumularse, atrapado entre las frías baldosas oscuras y la puerta de vidrio.
Inclino mi cabeza contra el vidrio por un momento. Pienso en la noche anterior y todo regresa de inmediato.
El tejado. La fiesta. Jett.
Dios, no siquiera pude irme con gracia. No sin Jett jalándome hacia sus brazos, besándome y haciéndome sonrojar. Es tan alto, con cabello casi negro corto a los costados y largo arriba. Llevaba una camisa roja de cuadros, jeans pegados y botas. Tiene unos ojos azul oscuro. Tenía una barba espesa, algo que me atrae mucho.
Oh y sus tatuajes…
Está tatuado en casi toda su piel, desde su cuello a la v desabotonada en su camisa hasta sus dedos. Mordí mi labio mientras estaba bajo el agua. Dios, pensaré en esos tatuajes cuando esté sola y aburrida, eso era seguro.
Me quedo en la ducha más tiempo del que debería, pensando en las razones por las cuales no puedo tener a un hombre como Jett en mi vida. Oh, hay tantas razones.
Una, no tengo el tiempo para dedicarme a una relación real. Tengo un trabajo serio y la mayoría de los hombres no puede apreciar a una mujer que trabaja tanto como yo.
Dos, no quiero involucrarme en todo el trabajo involucrado en salir con un tipo apuesto. Es demasiado trabajo.
Y tercero, quiero un bebé. No, necesito un bebé, punto. Tampoco deseo toda esa mierda y drama del papá del bebé.
Me echo algo de champú en mi cabello y lo acaricio. Sé que parezco estar obsesionada con mi carrera, pero hace seis meses que tengo esta urgencia. Los bebés comenzaron a parecerme lindos de repente. Me encuentro mirando aparadores con cosas de bebés y riéndome de videos