deportivo, dirigiéndolo hacia un objetivo. Este influjo se ejerce a través de determinadas cargas, que provocan las correspondientes reacciones de adaptación (apartado 3.1.5). Con ello se puede, por ejemplo, desarrollar en torno a un objetivo un cierto moldeado de destrezas, ya sean de fuerza, resistencia o flexibilidad. En cualquier caso, incluso las cargas de entrenamiento realizadas con la vista puesta en un objetivo ejercen un influjo en el bienestar psico-físico global. Y los efectos que en un sistema (la esfera deportiva) favorecen el rendimiento pueden incidir negativamente sobre otro sistema (el ámbito escolar), disminuyendo el rendimiento. Esto quiere decir que el entrenamiento deportivo modifica, aun en los casos en que su objetivo se dirige a una sola faceta de rendimiento, la capacidad de rendimiento psico-física compleja, el bienestar en cuanto a la salud y la situación emocional. Por otra parte, las actividades que tienen lugar fuera del deporte presentan también efectos retroactivos sobre la evolución del estado de rendimiento deportivo. Así pues, en la planificación y realización del entrenamiento deportivo se ha de procurar que sus efectos positivos no vayan asociados a otros negativos que puedan perjudicar la evolución personal o llevarla en una dirección no deseada por los deportistas o de la que no sean conscientes.
El análisis de los rendimientos deportivos y la deducción, a partir de éste, de estrategias de entrenamiento, no deberían realizarse tomando en consideración sólo el ámbito concreto de la actividad deportiva, sino también el total de la actividad humana. A los entrenadores, profesores de Educación Física y preparadores físicos les corresponde la delicada e importante misión de propiciar que los deportistas bajo su tutela desarrollen una personalidad de adultos maduros. Así, entre los objetivos directores del entrenamiento –junto con el influjo deliberado sobre el estado de rendimiento deportivo– se encuentra la toma de conciencia y la reflexión crítica sobre las condiciones en que se desenvuelve el sistema de entrenamiento y rendimiento y sobre las relaciones de éste con la actividad y las exigencias de otros ámbitos de la vida social.
1.1.2 Definición y análisis del rendimiento deportivo
Si uno acomete la tarea de definir el rendimiento deportivo, se da cuenta en primer lugar de que, tanto en la lengua cotidiana como en la terminología científica, el concepto de rendimiento se aplica a diferentes hechos de la realidad. Parece existir, no obstante, un amplio acuerdo en considerar como rendimiento deportivo el resultado de una acción o actividad deportiva. En este sentido, se consideran como rendimientos tanto los tiempos de 10,15 o 13,5 segundos obtenidos en una carrera de 100 metros lisos como los 9,8 o 7,2 puntos para un ejercicio de barra fija o la victoria por 4-3 de un equipo de fútbol. A menudo se requiere también, para atribuir a una actividad deportiva la condición de rendimiento, que ésta satisfaga unos criterios de bondad convenidos o reconocidos, es decir, que los participantes la consideren “buena”, o bien que se asocie la ejecución de un rendimiento con un esfuerzo subjetivo. En este sentido, un salto de longitud de 5,50 m se podría considerar como rendimiento en el contexto de una liga escolar, mientras que el mismo resultado, conseguido en el calentamiento previo a un Campeonato Juvenil, no sería valorado como rendimiento. Por ello, el rendimiento como resultado de la actividad deportiva se puede definir y utilizar como concepto desprovisto de valoración y como concepto valorativo.
A veces, el rendimiento deportivo no se considera sólo el resultado de una actividad, sino que en su valoración y en la definición de su concepto se incluyen también el método y el esfuerzo individual que han conducido a este resultado, es decir, el proceso de rendir. En este sentido escribe, por ejemplo, GABLER (1988, 19): “Se entiende (aquí) por rendimiento deportivo, de un lado la realización de una actividad deportiva asociada con el propio esfuerzo, de otro el resultado de estas actividades”. En THIESS / SCHNABEL (1987, 109), GROSSER (1986, 14), y también en WAGNER (1928, 7), se pueden encontrar delimitaciones conceptuales parecidas en cuanto al contenido.
Las diferencias a la hora de definir el rendimiento deportivo se pueden tal vez explicar por el hecho de que el concepto de rendimiento ocupa un lugar fundamental tanto en las ciencias naturales como en las sociales, y su definición cambia según los puntos de vista divergentes de cada una de estas ciencias. Como ejemplo de una definición no valorativa mencionemos aquí la de la Mecánica; según ésta, el rendimiento es el trabajo realizado en un determinado periodo de tiempo, es decir:
o, por la definición de trabajo como producto de fuerza y espacio, la siguiente fórmula equivalente:
Una delimitación conceptual no valorativa es también corriente en Fisiología. Ésta se basa fundamentalmente en la definición de la Mecánica. HOLLMANN /GETTINGER (1980, 117) distinguen, desde el punto de vista de la medicina deportiva, varias magnitudes o parámetros del rendimiento: (1) la magnitud mecánica, (2) el consumo aerobio de energía por unidad de tiempo y (3) el consumo anaerobio de energía por unidad de tiempo. Insistiendo en esta relación entre el rendimiento y la energía, se puede definir el primero como la transferencia de energía por unidad de tiempo (OREAR 1982, 100).
La Psicología define el rendimiento en general como la cantidad de trabajo resuelto correctamente por un individuo en un tiempo determinado, o como la cantidad y calidad de respuestas producidas (MARSCHNER, 1976, II/1, 421 entre otras). En Pedagogía, sin embargo, está muy extendida una definición valorativa del rendimiento como unidad de producción y resultado. Como ejemplo se puede citar la definición de KLAFKI (1974, 90): el rendimiento es, según él, “resultado y realización de una actividad, asociada con un esfuerzo y, dado el caso, superación de uno mismo; dicha actividad está avalada por unos criterios de bondad que la colectividad le concede, y es por tanto valorada positivamente”. No obstante, WULF (1974, 382 y ss.), entre otros, señala la discrepancia existente entre las distintas acepciones del concepto rendimiento que se utilizan en pedagogía. Menciona cuatro usos diferentes del concepto de rendimiento: (1) en el sentido de las exigencias que se plantean, (2) para denominar el proceso por el cual las exigencias se cumplen o no se cumplen, (3) para caracterizar los resultados de un proceso de rendimiento y (4) para valorar el producto de una actividad.
En relación con los problemas de análisis y pronóstico de resultados que se plantean en la ciencia, la metodología y la práctica del entrenamiento, y con la tarea de análisis del entrenamiento y sus efectos (que se ha de delimitar con claridad respecto a los antedichos problemas), se considera conveniente restringir la definición de rendimiento deportivo al resultado de la acción. No obstante, se ha de considerar, particularmente en el deporte de competición, que el resultado de una actividad deportiva tiene dos dimensiones: “el lugar que se otorga dentro de una jerarquía a un individuo o a un equipo entre los participantes en una competición y la magnitud que se otorga a las actividades motrices de una persona o grupo, según las reglas de la competición”. Proponemos, pues, cubrir la primera dimensión del resultado con el concepto de éxito deportivo y la segunda con el de rendimiento deportivo (CARL, 1983, 26). De aquí podemos obtener la siguiente delimitación conceptual:
DEFINICIÓN:
El rendimiento deportivo es el resultado de una actividad deportiva que, especialmente dentro del deporte de competición, cristaliza en una magnitud otorgada a dicha actividad motriz según reglas previamente establecidas.
Con vistas a los análisis y decisiones sobre la actividad de entrenamiento y a la exhibición del rendimiento, que más adelante habremos de deducir sistemática e individualmente, es necesario tomar en consideración, junto con las categorías de resultado “éxito deportivo” y “rendimiento deportivo”, las categorías del “rendir” (realización del rendimiento) y sobre todo el entramado de relaciones que existe entre estas categorías a la hora de dirigir un entrenamiento (en terminología especializada se suele hablar hoy de dirigir y planificar un entrenamiento, o más sencillamente de dirección del entrenamiento).