Karen Clippinger

Anatomía y cinesiología de la danza


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extremidad superior son por lo general más pequeños y ligeros para cumplir su papel de alcanzar y manipular objetos.

      · Los huesos cortos tienen forma cúbica y se encuentran en la porción superior de la mano (huesos del carpo; véase la figura 1.4) y el pie (huesos del tarso; véanse las figuras 1.1 y 1.4). Estos huesos ayudan a amortiguar los golpes, a transmitir fuerzas y a generar pequeños movimientos complejos.

      · Los huesos planos son relativamente finos y planos, pero a menudo ligeramente curvos. Estos huesos suelen proteger importantes estructuras blandas subyacentes (como el encéfalo) y su forma también ofrece una gran superficie para la inserción de músculos. Encontramos ejemplos en la porción superior de la pelvis (ilion) como se aprecia en la figura 1.1, y las costillas, esternón, escápulas y algunos de los huesos del cráneo que aparecen en la figura 1.4.

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      · Los huesos irregulares no pertenecen a ninguna de las tres clasificaciones precedentes y muestran formas complejas y variadas. Su forma se adapta a propósitos especiales, y cumplen distintas funciones como proteger la médula espinal, soportar el peso del cuerpo, transmitir cargas, ofrecer puntos de inserción a los músculos y facilitar movimientos. Son ejemplos las vértebras y las porciones inferiores de la pelvis (isquion y pubis), que aparecen en las figuras 1.1 y 1.4.

      · Los huesos sesamoideos (G. sesamoeides, parecidos al sésamo) son huesos que se forman dentro de un tendón. Ayudan a proteger el tendón de un desgaste excesivo por el rozamiento contra el hueso subyacente, y modifican el ángulo del tendón para que el músculo pueda generar una fuerza más eficaz. Son ejemplos la rótula (figura 1.1), encapsulada en el tendón del cuádriceps femoral, y los dos huesecillos dentro del tendón del músculo flexor corto del dedo gordo, localizados debajo de la base del dedo gordo y de los que se habla en el capítulo 6. Como estos huesos sesamoideos son relativamente planos, muchos manuales los incluyen en la categoría de «huesos planos», mientras que otros les otorgan una clase propia.

       Estructura del hueso

      El hueso no posee una composición uniforme. Por ejemplo, el porcentaje relativo de mineralización varía de uno a otro, así como en un mismo hueso, para favorecer sus funciones. En general, los huesos presentan una lámina externa de hueso muy densa, llamada hueso compacto, y una lámina interna de hueso menos denso, llamada hueso esponjoso o trabecular. El hueso compacto aporta resistencia y rigidez. El hueso esponjoso (L. verja, reja) contiene muchos espacios abiertos entre finas láminas de hueso (trabéculas). Estas trabéculas (L. trabs, viga) forman un tipo de retícula que se corresponde con las líneas de tensión que soporta el hueso. Esta arquitectura proporciona a los huesos resistencia y amortiguación adicionales, al tiempo que les permite ser mucho más ligeros que si estuvieran compuestos sólo de hueso compacto.

       Estructura de un hueso largo típico

      El hueso compacto, el hueso esponjoso y otras estructuras presentes en un hueso largo típico aparecen en la figura 1.2. Conocer estas estructuras es clave para comprender la salud y el crecimiento óseos. El tramo con forma de tallo, llamado diáfisis (G., crecimiento entre), presenta paredes gruesas de hueso compacto y una cavidad hueca, llamada cavidad medular (L., tuétano). La lámina de hueso compacto se adelgaza hacia los extremos. Los extremos, de mayor tamaño, se llaman epífisis (G. epi, encima + physis, cuerpo). Estas epífisis engrosadas ofrecen una amplia área para la inserción de los músculos. También ofrecen un área superficial mayor para la articulación con los huesos adyacentes, mejorando así la estabilidad articular. Las superficies de las epífisis que realmente entran en contacto con los huesos en oposición están revestidas de una fina capa de tejido conjuntivo especializado o cartílago articular. El cartílago articular ayuda a mitigar las fuerzas y permite a las articulaciones moverse con más suavidad (véase Articulaciones sinoviales, págs. 12 y 13 para más información). En vez de albergar una cavidad hueca, las epífisis están rellenas de hueso esponjoso. Los espacios del hueso esponjoso y de la cavidad medular están llenos de una sustancia blanda y grasa llamada médula ósea. Parte de esta sustancia (médula roja) es vital para la producción de hematíes.

      En el hueso todavía en crecimiento, hay una lámina de cartílago que separa cada epífisis de la diáfisis. Se denomina lámina epifisaria (G. epi, encima + physis, cuerpo) o «lámina de crecimiento» (véase Desarrollo y crecimiento óseos para más información). En el adulto, estas láminas epifisarias se han reemplazado por hueso, y la diáfisis se ha fusionado con las epífisis. El hueso empleado en esta fusión es muy denso y visible como una línea epifisaria en las radiografías.

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      Con la excepción de la porción de las epífisis cubierta de cartílago articular, todo el exterior del hueso está revestido de una membrana fibrosa llamada periostio (G. peri, alrededor + osteon, hueso). La lámina interna del periostio contiene células capaces de depositar hueso nuevo (osteoblastos). El periostio cuenta con una nutrida red de vasos sanguíneos, esenciales para la nutrición ósea. También ofrece un lugar para la inserción de músculos y ligamentos en el hueso. Los músculos, por lo general, no se insertan directamente en el hueso, sino que sus extensiones de tejido conjuntivo, como los tendones, se insertan en el periostio, que a su vez cuenta con pequeñas fibras que penetran en el hueso (fibras de Sharpey). El periostio puede resultar dañado con facilidad y, debido a su abundante inervación, puede ser el responsable de gran parte del dolor asociado con síndromes compartimentales tibiales, contusiones y fracturas.

      El endostio (G. endon, dentro + osteon, hueso) es una membrana que tapiza las superficies internas del hueso, como la cavidad medular y los conductos que discurren a través del hueso compacto. Como el periostio, contiene células que intervienen en el crecimiento y reparación del hueso. Estas células, localizadas en el endostio y periostio de los huesos en crecimiento, son especialmente importantes para el aumento del diámetro de los huesos en comparación con su crecimiento longitudinal (véase Desarrollo y crecimiento óseos para más información).

       Estructura de otros tipos de huesos

      De forma parecida a los huesos largos, los huesos cortos, irregulares y planos presentan una lámina externa de hueso compacto cubierta de periostio. Bajo esta lámina de hueso compacto se encuentra el hueso esponjoso revestido por el endostio. Estos tipos de huesos no son cilíndricos y por tanto no tienen epífisis, diáfisis ni cavidad medular, a pesar de lo cual contienen médula ósea entre sus trabéculas. Algunos huesos planos contienen médula roja, es decir, el tuétano capaz de producir hematíes.

      Durante el desarrollo fetal, cierto tejido conjuntivo especializado (mesénquima) se transforma directamente en hueso, lo cual se denomina osificación intramembranosa (L., dentro de la membrana; os, hueso + facia, construir), aunque lo más normal es que se convierta en los modelos cartilaginosos de los huesos que más tarde son reemplazados por hueso a medida