cómo ha pasado de «una hora o dos» a «unas horitas».
—Y te prometo que jamás te lo volveré a hacer. La próxima vez que planeemos un fin de semana de chicas iré yo a Briar, y Lamar se quedará en casa, y tú y yo lo pasaremos mejor que nunca.
Me trago una respuesta borde. Ya se ha decidido, así que ¿qué sentido tiene discutir?
—Haz lo que quieras, Tans.
—Vamos, Be, no te enfades conmigo.
—Entonces no me dejes plantada.
—Brenna…
Pero… es maravilloso. La notificación que aparece en la pantalla es incluso peor que las sandeces de mi prima.
—Harvard ha ganado a Princeton —rujo.
Me mira con cautela.
—¿Eso es bueno o malo?
Inspiro profundamente para calmarme.
—Si hubieras escuchado una sola palabra de lo que he dicho hoy, sabrías la respuesta.
* * *
TANSY: Enseguida vuelvo.
El mensaje me llega a las nueve en punto, y me siento aliviada. Por fin. Lleva tres horas fuera.
Antes, me he aprovechado por completo de sus privilegios en el comedor. He cenado genial, he pasado el rato con unas chicas muy majas y me he quitado de encima a unos jugadores de lacrosse que han intentado ligar conmigo. Ahora, he sucumbido al aburrimiento, por lo que llevo cuarenta minutos tumbada en la cama de Aisha mientras deslizo perfiles de Tinder a izquierda y derecha sin pensar demasiado.
No suelo usar aplicaciones de citas, pero ¿qué más puedo hacer ahora? No puedo llamar a ninguno de mis amigos: están en Briar, o viendo la semifinal contra Yale o jugándola. Tampoco puedo ver el partido en el canal de New England porque Tansy y Aisha no tienen televisor, y no he encontrado ningún canal que lo retransmita en el móvil.
Así que estoy chateando con chicos aleatorios.
A los dos minutos de abrir la aplicación, ya he coincidido con alrededor de quince chicos. Y catorce de ellos ya me han escrito con varios «holaaa» y «hola, sexy», muchos emoticonos con corazones en los ojos y un «joder, tía, ¿eres real?».
Este último mensaje me ha sacado una carcajada. Vuelvo a echar un vistazo al perfil del chico. Se llama Aaron, es de complexión esbelta y larguirucha, como un jugador de baloncesto, y una sonrisa bonita. Me tumbo de lado y le contesto.
YO: A veces me lo pregunto.
ÉL: Jajaja.
YO: O sea, ¿qué es ser real? ¿Alguien es real? ¿El cielo es real?
ÉL: El cielo no es real. Siento decírtelo…
YO: Oh, Dios mío. Entonces, ¿qué es?
ÉL: Estamos en una cúpula. Es como una escena de El Show de Truman.
YO: Jo. Vaya spoiler, tío. ¡No he visto esa peli!
ÉL: Pues deberías. Es muy buena. Te gustaría mucho. Estudio cine, así que vemos muchísimas en clase.
YO: Suena genial. ¿Y en qué te especializas? ¿Guion? ¿Dirección?
ÉL: Dirección. Algún día ganaré un Oscar :) En realidad, ya hago mis propias películas.
Primero, me intriga. Hasta que lo acompaña de una carita que guiña el ojo.
Guau.
Le doy una respuesta vaga, porque presiento hacia dónde va la cosa.
YO: Mola.
ÉL: ¿No me vas a preguntar qué tipo de películas hago? ;)
YO: Me hago una idea aproximada.
Aparecen dos guiños más.
ÉL: Eres preciosa. Me encanta tu cuerpo. Me encantaría que salieras en una de mis películas.
Aunque todavía no se ha vuelto un cerdo total, solo es cuestión de tiempo, así que esquivo la conversación con un «Lo siento, no me interesa ser actriz».
ÉL: Me apuesto a que tienes unas tetas muy sexys. Mmmmmm, y tus pezones. Me encantaría chupártelos y grabarme haciéndolo.
Puaj. ¿Por qué? ¿Por qué?
Me desemparejo y me quedo mirando el techo.
Sinceramente, empiezo a cuestionarme la evolución del ser humano. Pasamos de ser cavernícolas a homo sapiens y, de ahí, a esta increíble sociedad de mentes brillantes, con Alexander Graham Bell, que inventó el teléfono, y Steve Jobs, que lo inventó… todo. Y ahora estamos involucionando. Hemos vuelto hacia atrás, a los cavernícolas, solo que ahora los llamamos playboys.
La evolución ha dado una vuelta completa, y es un rollo.
Suelto un gemido en señal de protesta a la espera de que mi prima vuelva a casa ya. No puedo creer que me esté perdiendo las semifinales por esto.
Al acordarme, busco una actualización del partido de Briar en el móvil. Según Twitter, la segunda parte ha terminado con un 2-1 a favor de mi universidad. Todavía están demasiado cerca para estar tranquilos. Harvard ha ganado a Princeton por tres goles.
Seguro que Connelly está satisfecho consigo mismo. Tal vez ha salido con la Bambi Buenorra para celebrar la victoria con su subsiguiente mamada y algo de sexo oral de besos con remolino. Bien por él.
Vuelvo a abrir Tinder cuando me llega otro mensaje de mi prima.
TANSY: Cambio de planes. Lamar viene con nosotras a la discoteca.
Se me tensan los dedos alrededor del aparato. ¿De verdad? Este es nuestro «fin de semana de chicas». Su novio ya ha arruinado todas las cosas que hemos hecho, ¿y ahora también deja que nos fastidie la fiesta en el Bulldozer? Me hacía ilusión ir, jo.
La llamo en lugar de responderle, con la garganta rebosando de resentimiento.
—¿En serio? —inquiero cuando contesta.
—Lo siento mucho —gime Tansy—. Es que… hemos hecho las paces, y me ha preguntado si podía venir. ¿Qué se supone que tenía que decirle? ¿Que no?
—¡Sí! Sí, se supone que le tenías que decir que no. Dile que no es personal. Necesitamos un rato de chicas.
—Vamos, Bren, será divertido. Te lo prometo.
Claro que sí. ¿Igual de divertido que anoche? Aprieto tan fuerte los dientes que me duele. Trato de relajar la mandíbula con una exhalación lenta. Estoy cansada de discutir con ella.
—Vale. ¿Venís a buscarme o nos vemos allí?
—Vamos a buscarte. Lamar conduce; no tiene intención de beber esta noche. Yo voy a prepararme aquí, así que en una hora estamos allí.
—Cuando sea. Escríbeme cuando estéis de camino. Voy a prepararme.
Dejo a un lado el enfado y me doy una ducha rápida, me seco el pelo y me lo arreglo con ondas sueltas que me hago con la plancha de Tansy. Me he traído un vestido negro ajustado y sexy para salir, con un escote enorme y una buena parte de la pierna al descubierto. Me lo enfundo y me acomodo en el tocador de Aisha para maquillarme. Esta noche me arreglo más de lo habitual; además de los labios rojos, que son mi marca personal, me creo un look de ojos ahumados, me hago la raya con alas y me pongo máscara de pestañas intensa.
Cuando termino, examino mi reflejo en el espejo, contenta con el resultado. La noche de ayer fue un desastre. El día de hoy también. Pero tengo un buen presentimiento para esta noche. ¿Y si Harvard pasa a la final? Briar también lo hará, y les daremos una paliza. Y en una hora o así, estaré bailando las penas en el Bulldozer.
Me suena el móvil. Bien. Allá vamos. Tansy viene de camino a recogerme y…
TANSY: