Charlie Donlea

La chica que se llevaron (versión latinoamericana)


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      —No pensaba arrojarte —sonrió Matt, sin percatarse de la rivalidad entre ellas.

      —¿Y tu traje de baño? —preguntó Nicole—. Es una fiesta con piscina, ¿sabías?

      —Sí, gracias, me enteré —replicó Megan.

      —¿Entonces?

      —Lo llevo puesto, solo que no siento necesidad de desfilar en él.

      —Se entiende —rió Nicole—. No hace falta que estés en bikini para darse cuenta de que adelante no tienes nada. —Nicole tomó una cerveza de la hielera—. Supéralo de una vez, o pídele a Papi que te pague unos implantes.

      —Basta, Nicole —dijo Stacey.

      Nicole abrió la cerveza.

      —Tal vez, ya que no quieren mostrarse en bikini, quieran venir con nosotras más tarde a nadar desnudas en el lago.—Rió—. Sí, claro, las princesas porristas metiéndose desnudas en el agua. —Nicole comenzó a subir por la escalinata—. Matt, diles a tus amigos que a medianoche nos desnudamos todos.

      Stacey hizo una mueca de desagrado cuando Nicole trepó los primeros escalones.

      —Debe de ser feo saber que lo único que tienes de bueno como persona son las tetas.

      Nicole hizo caso omiso del comentario y continuó subiendo, balanceando las caderas. Se volvió a mirar a Matt.

      —Más te vale meterte en el agua con nosotras más tarde.

      Cuando Nicole se alejó, Megan se dirigió a Matt.

      —¡Qué zorra es! No puedo creer que pases tiempo con ella.

      —¿Nicole? —Matt rió, quitándole importancia al asunto—. Es buena chica. Solo que está enojada con la vida. Quiere sentirse aceptada, como todo el mundo. No te enganches.

      Jessica Tanner bajó por la escalera y le sonrió a Nicole cuando pasó a su lado. Tomó una cerveza de la hielera portátil.

      —Tenle paciencia —le dijo a Megan—. Tiene algo contigo.

      —¿Conmigo? —se sorprendió Megan.

      —Piensa que eres elitista. —Jessica levantó las palmas y se encogió de hombros—. O algo así. Que te crees demasiado superior como para mezclarte con las que no son de tu grupito. Tiene razón Matt; no te enganches. Nicole es inofensiva.

      —¿No es amiga tuya? —quiso saber Stacey.

      —Sí, es mi mejor amiga. —Jessica sonrió—. Pero no soy ciega, me doy cuenta cuando mi amiga se comporta como una tonta. —Abrió la lata de cerveza—. Creo que es justamente eso lo que Nicole detesta de tu grupito. Que se defiendan a muerte pase lo que pase. Le molesta. —Bebió un sorbo de cerveza—. A mí también, a veces. Pero te digo algo —prosiguió, dirigiéndose de nuevo a la escalera—. ¿Quieres taparle la boca? Acepta el desafío de meterte en el lago desnuda.

      Eran las once y media de la noche cuando el primer grupo fue nadando a la plataforma flotante. Anclada a veinticinco metros del muelle de Matt e iluminada por una luz halógena adosada al mástil que tenía en el centro, era un faro en la oscuridad de la bahía. Estaba hecha de gruesos tablones de pino y era una pequeña terraza sobre el agua de la bahía, amarrada al fondo con una larga cadena. Dos de los muchachos acarrearon la hielera portátil y la subieron a la plataforma. No pasó mucho tiempo antes de que empezaran a pelear jocosamente y terminaran empujándose al agua de espaldas y de cabeza. Las chicas chillaban, acurrucadas en un rincón, dejando que los varones jugaran a ver quién era el último en permanecer de pie. Matt, capitán del equipo de lucha, ganó con facilidad. Luego llegó el turno de las chicas, a quienes los varones empezaron a empujar al agua. Algunas se defendían, pero eso solo hacía que dos o tres varones las levantaran de las axilas y tobillos para arrojarlas al agua.

      Cuando se calmó el alboroto, todos se sentaron en el borde de la plataforma con los pies colgando en el agua. Bebieron cerveza, ya más tranquilos. Cada vez que el grupo se reunía para una fiesta acuática en la bahía, la escena se repetía: alguien siempre comenzaba a hablar de meterse desnudos al agua. Los varones eran mayoría en la plataforma —doce a ocho— y esperaban ansiosos que las chicas mágicamente se quitaran los trajes de baño y se metieran al agua. Ellos harían lo mismo, prometían. Se arrojaban desafíos al aire y se llegaban a acuerdos antes de que el grupo finalmente se aburriera y nadara de regreso al muelle, sin que la expedición a la plataforma hubiera sido algo más que un buen ejercicio y muchas risas.

      Alentadas por Matt, Megan y Stacey, junto con otras tres porristas, habían nadado hasta la plataforma. Jessica, Nicole y Rachel también, y juntas formaban un grupo de ocho chicas. Ahora, con los veinte chicos y chicas sentados con las piernas en el agua, balanceándose con el vaivén, las conversaciones comenzaron a tomar diferentes caminos. Megan estaba sentada junto a Matt y hablaban de Duke. Él también pensaba ingresar en esa universidad en el otoño y ambos se alegraban de saber que encontrarían una cara conocida allá. Nunca habían sido novios, aunque el verano anterior habían salido varias veces con amigos mutuos y habían ido a ver Misión Rescate juntos, a lo que llamaron “una cita” solo después de que se besaron en el auto de Matt. Pero aunque eran exitosos en sus grupos, por algún motivo nunca habían logrado sentirse cómodos juntos. Fue así que el último año escolar los encontró como amigos, deseando pasar a otro nivel, pero sin hacerlo.

      —Y bien, ¿quién va a ser el primero? —preguntó Nicole al grupo después de veinte minutos sobre la plataforma flotante—. ¿No vinimos aquí nadando por un motivo?

      —Ve tú —la desafió uno de los varones.

      —Ay, por favor —descartó Nicole—. No es que no vaya a hacerlo, es que no quiero ser la única persona desnuda en el lago. Quiero a los varones desnudos, pero ustedes no se atreven a quitarse los trajes de baño. —Miró a Jessica y Rachel—. ¿Tienen miedo de que se les encoja el amiguito? Está tan oscuro que de todos modos no vamos a poder ver nada.

      Jason Miller se puso de pie y se le acercó.

      —Ve tú, y yo te sigo.

      Nicole hizo una mueca.

      —Sí, claro, yo me desnudo para que me mires arrojarme al agua. Después terminarás sentado junto a tus compañeros, aterrado porque se te paró y no puedes zambullirte así.

      —Eres pura cháchara, Cutty. Lo haremos juntos.

      Siguieron discutiendo a ver quiénes se desnudarían y en qué orden. Luego establecieron reglas sobre dónde dejarían los trajes de baño; si alguien los tocaba, pagaría las consecuencias.

      Mientras todos hablaban, Megan se volvió hacia Stacey.

      —Hagámoslo de una vez.

      —¿En serio? —sonrió Stacey.

      Matt se sumó a ellas.

      —Vale, tapémosles la boca ya.

      —Estoy —concordó Tyler, mirando a Stacey.

      —De acuerdo —dijo Stacey, y en un retorcerse sincronizado de brazos y piernas, se deshicieron de sus trajes de baño y se zambulleron antes de que nadie se diera cuenta de lo que hacían.

      —¡Nos vemos, cabrones! —gritó Matt en el aire antes de caer al agua. El grupo levantó la vista y vio un resplandor de nalgas desnudas, sombreadas por la noche, y luego solo se oyó el ruido de la zambullida. Los cuatro rieron a carcajadas y se alejaron de la plataforma, protegidos por el agua oscura.

      Su accionar hizo que todos se pusieran de pie y comenzaran a desvestirse en masa, para luego arrojarse al agua. Nicole tardó unos segundos, pero no se apresuró a buscar la protección del agua. Se protegió los pechos con el brazo, tironeando a Jessica y Rachel para que se unieran a ella. Los varones que quedaban sobre la plataforma chiflaban ante el espectáculo. Jessica y Rachel se desvistieron rápidamente y se zambulleron. Nicole se volvió lentamente hacia los varones que la estaban mirando, se descubrió el pecho y los desafió con la mirada durante