muerte de Roland ha sido un golpe muy duro para todos –replicó Megan.
–Al menos, estamos ahora juntos para compartir el dolor.
–Sí, pero la pobre Amy está tan sola… Se me parte el corazón viéndola. Ella finge que está bien, pero es tan frágil. Lo está pasando muy mal.
Heath se encogió de hombros.
–Papá le sugirió que se tomara un descanso. Y Joshua y yo también. Se tomó dos semanas y cuando volvió estaba aún peor que antes. No sé qué podemos hacer.
Megan se apoyó en la vieja mesa que había servido de escritorio a todos los enólogos que habían trabajado en Saxon´s Folly.
–La boda habría sido dentro dos semanas. Debe estar pensando en ello todo el tiempo.
–Es probable –replicó Heath algo tenso.
Había estado tanto tiempo resistiéndose a aceptar aquella boda de Amy con su hermano que odiaba tener que volver a recordarla.
–Necesita mantenerse ocupada.
–¿Para qué?
–Para no seguir pensando en la muerte de Roland. Voy a tratar de que participe más activamente en los preparativos del festival –dijo Megan, muy amiga de organizar la vida de los demás–. Ella iba en el coche con él. Aún debe tener pesadillas por la noche.
Heath trató de apartar aquel trágico recuerdo de su mente. Deseaba olvidar aquella noche infausta en que su hermano murió.
Por eso, se puso a considerar la idea de su hermana. El Festival de Verano de Saxon´s Folly tendría lugar la víspera de Navidad. Una época con mucho trabajo. En las ediciones anteriores, Roland y Megan se habían hecho cargo de la mayor parte de la organización. Roland como director de marketing y Megan como relaciones públicas. Desde la muerte de Roland, Megan había estado asumiendo más la función de marketing, dejando la de relaciones públicas en manos de Alyssa Blake, la prometida de Joshua. Estaba seguro de que Amy acogería con entusiasmo la idea de colaborar más activamente en la organización del festival.
–No me parece mala idea –dijo él finalmente–, pero el festival no va a reemplazar a la boda.
–Lo sé, Heath.
–Tiene que asumir la realidad. Roland ya no estará nunca más entre nosotros.
Heath giró la cabeza y dio media vuelta a una botella de los estantes.
–Ella lo sabe perfectamente –replicó Megan–. Por eso, se siente tan perdida y desolada–. Tal vez tú podrías hablar con ella, Heath.
No. Él no quería hablar con Amy. Y dudaba mucho que ella quisiera escucharlo. Además, ya había hecho bastante daño a todos.
Dejó la botella en su sitio y se acercó a la mesa en la que Megan estaba apoyada. Se dejó caer en una silla y apoyó los codos en el escritorio.
–No –respondió él con firmeza.
–¿Te has peleado con ella? –preguntó Megan extrañada.
–¿Peleado? –exclamó él con el ceño fruncido–. ¿Por quién me tomas?
–Pensé que podría ser tu idea de una terapia de choque.
–¿Una terapia de choque? De ninguna manera.
Megan tomó un ejemplar del catálogos de vinos que mandaban a sus clientes VIP y pasó las hojas distraídamente.
–Está bien, me he equivocado. Me pareció que habías estado tratando de evitarla estas últimas semanas. Pensaba que erais amigos.
Desde el funeral de Roland, Amy había rechazado todos sus intentos de acercarse a ella. Hasta que, finalmente, se había dado por vencido.
–No exactamente.
Desde que Amy había cumplido los dieciséis años, lo que él sentía por ella no era amistad. Era algo mucho más peligroso.
–Supongo que después de lo que hiciste por ella…
–¿Qué he hecho yo por ella?
–Compraste la viña que su padre dejó casi en la ruina –respondió, dejando el catálogo en la mesa.
–Yo no hice eso por Amy. ¿De dónde has sacado esa idea? Lo hice por mí mismo. Cuando descubrí que Saxon´s Folly no era lo bastante grande para papá y para mí, comprendí que solo me quedaban dos opciones: trabajar para otra persona o montar mi propio negocio.
–¿Pero por qué Chosen Valley? ¿No te diste cuenta de la afrenta que eso podía suponer para nuestro padre?
–Fue una buena decisión.
–Pero podrías haber…
–Déjalo, Megan.
–Le conseguiste un trabajo a Amy aquí en Saxon´s Folly.
–¿Y qué? –replicó él, encogiéndose de hombros–. También lo conseguí para Caitlyn. Tal vez mi vocación frustrada sea la de gestor de recursos humanos.
Megan se echó a reír.
–¿Tú? ¿De recursos humanos? Eres demasiado blandengue para eso. Lo único que harías sería ayudar a la gente aun en contra de los intereses de la empresa. Conseguiste ese trabajo para Amy porque te daba pena, porque, habiendo estado tan mimada por su padre, no tenía conocimientos ni…
–¡Basta ya, Megan! –exclamó Heath, aliviado, sin embargo, de que su hermana pensara que había hecho aquello por altruismo y no por motivos personales.
–Está bien, dejémoslo así –replicó ella con una mirada de triunfo.
Cuando Megan se marchó, él se quedó pensativo. Si su hermana se había dado cuenta de que estaba evitando a Amy, los demás también podrían haberlo notado. Lo último que deseaba era preguntas incómodas. Tenía que hacer las paces con Amy. Y cuanto antes, mejor.
Amy lo vio llegar. Bajó la cabeza y se dedicó a introducir una larga lista de cifras de ventas en el ordenador. Cuando Heath se detuvo delante de su mesa, sintió una gran agitación en el pecho.
–¡Heath! ¡Qué sorpresa! –exclamó sonrojada.
Presentía que sus disimulos no le habían engañado.
Vio la imponente figura de Heath. Era alto y con el pelo bastante oscuro en comparación con el de Roland, que era casi pelirrojo. Tenía unos ojos negros inescrutables. La camiseta negra y los pantalones vaqueros igualmente negros contribuían a subrayar aún más su aspecto inquietante.
De adolescente había estado siempre metido en todo tipo de peleas. No en vano le llamaban Black Saxon. Pero siempre había sido muy amable con ella. Había sido un rebelde. Se había enfrentado con su padre, desafiando su autoridad. Su familia se sintió aliviada cuando se fue a la universidad. Ella había oído historias de sus novatadas y sus fiestas salvajes, pero lo encontró muy cambiado al regresar. Había madurado. Durante un tiempo, llegó a considerarlo uno de sus mejores amigos.
Pero en algún momento, algo se torció en su relación. Se volvió más reservado e introvertido. Y cuando el negocio de las viñas de su padre estuvo a punto de quebrar, Heath se apresuró a comprarlas por cuatro perras. Tal vez, sintiéndose culpable, le había buscado un trabajo en Saxon´s Folly… cerca de Roland.
Pero su amistad pareció romperse definitivamente después de la noche de la muerte de Roland.
Era un hombre inescrutable para ella. Fue incapaz de conocer sus sentimientos cuando se descubrió que Roland era su hermano adoptivo o cuando él se enteró de la llegada de su hermanastro Rafaelo el mes anterior.
Amy miró a Heath. Se sentía incómoda ante su presencia. Trató de remediarlo.
–¿Crees que Caitlyn será feliz con Rafaelo?
–¿Por qué no iba a