de la naturaleza. La primera sitúa el neoliberalismo como una manifestación específica del proceso de acumulación del capital. El capitalismo, como un proceso en constante crecimiento requiere cada vez más de espacios de realización, es decir, de oportunidades de generación de riqueza. La naturaleza, bajo todas sus formas, es uno de los últimos reductos (sino el último) para asegurar la continuidad del proceso de acumulación. La segunda idea, derivada de la anterior, tiene que ver con la lógica de mercantilización de la naturaleza que conduce a categorizar sus bienes y servicios como objetos de transacción en el mercado, subordinando de esta manera, la naturaleza a las leyes de la oferta y la demanda y dando lugar a la aparición de seudomercancías o mercancías ficticias. Por último, y esta es la tercera idea, este proceso de mercantilización de la naturaleza, conjuntamente con una dinámica incontrolable de crecimiento económico, afecta negativamente a una de las condiciones de producción (el entorno natural) dando lugar a una contradicción que, en principio, tiende a manifestarse en crisis de subproducción debido a los recursos que deben ser destinados para reparar y mantener las condiciones de producción.
Tenemos entonces los tres pivotes alrededor de los cuales emerge todo un andamiaje teórico para la comprensión y análisis de las relaciones entre sociedad y mundo biofísico: el concepto de acumulación y toda la teoría marxista que lo soporta, la tesis de la gran transformación de Polanyi y su concepto central de las mercancías ficticias, y el argumento de O’Connor sobre la segunda contradicción del capitalismo y las crisis de subproducción. Las conexiones intelectuales entre estas corrientes de pensamiento y sus proponentes son ampliamente reconocidas y han dado lugar a un desarrollo teórico de enfoques y conceptos utilizados en un amplio repertorio de trabajos teóricos y empíricos focalizados en encontrar respuestas a las preguntas antes formuladas.
La naturaleza: una mercancía ficticia
Una de las contribuciones remarcables del pensamiento de K. Polanyi (2001 [1944]) consiste en recordarnos que el mercado, como el principio básico de organización de las sociedades, tuvo su origen histórico en la transición del feudalismo al capitalismo. Su creación requirió la transformación de la naturaleza en la tierra, la vida en trabajo y el patrimonio en capital. Esto fue para Polanyi La gran transformación, la conversión de los medios de producción (no únicamente sus productos) en mercancías para ser manejadas a través del mercado.
Todo el sistema económico conocido por nosotros hasta el final del feudalismo en Europa occidental estuvo organizado ya sea en principios de reciprocidad o de redistribución o de la vida doméstica. Estos principios fueron institucionalizados con ayuda de una organización social bajo patrones de simetría, centricidad y autarquía… Los mercados no desempeñaban una parte importante en el sistema económico.
En el proceso de formación del mercado, la tierra fue abstraída del mundo natural y tratada como una mercancía intercambiable, el trabajo fue abstraído de la vida y tratado como una mercancía para ser valorada e intercambiada de acuerdo a la oferta y la demanda, y el capital fue abstraído de su contexto social, no más tratado como un patrimonio colectivo o individual, sino como una fuente intercambiable de ingreso para los individuos.
Polanyi detalló las tensiones inherentes entre la naturaleza y la tendencia ilimitada de crecimiento del capital originadas en el tratamiento de insumos no producidos como mercancías (naturaleza, trabajo y capital) como si estos fuesen mercancías.
El trabajo no es sino otro nombre de la actividad humana que acompaña a la vida misma… tierra no es sino otro nombre para la naturaleza que no es producida por los seres humanos… y dinero es simplemente un símbolo del poder de compra que, como regla, de ninguna manera es producido sino que se origina a través del mecanismo financiero (2001 [1944]: 75).
Debido a que estos insumos son la base misma de la producción de mercancías y circulan como mercancías, aunque nunca pueden ser producidas como verdaderas mercancías, Polanyi sostuvo que se trata de mercancías ficticias y si su mercantilización se lleva a cabo sin control, esto eventualmente conducirá a su degradación, escasez y, en última instancia, a su desaparición y por lo tanto también al colapso de la sociedad de mercado:
permitir que el mecanismo del mercado sea el único director de los seres humanos y de su entorno natural, independientemente de la cantidad y el poder de compra, resultará en la demolición de la sociedad (p. 76).
Como insistimos a lo largo del presente trabajo, el problema de fondo de la ideología neoliberal al pretender regular la interacción de las sociedades con el mundo biofísico es su tratamiento de la naturaleza como una mercancía ficticia.
Ya en 1972, el estudio Los límites del crecimiento advertía que la humanidad se vería obligada a destinar una fracción creciente del capital y de la fuerza de trabajo para hacer frente a las restricciones ecológicas causadas por el crecimiento económico. Esta tesis ha sido corroborada en sucesivas actualizaciones del estudio (Meadows, Randers y Meadows, 2005). El estudio analiza cómo el crecimiento de la población y el uso de los recursos naturales interactúan produciendo una creciente tensión que se manifiesta en los límites físicos del planeta bajo la forma del agotamiento de los recursos naturales y su capacidad finita para absorber la contaminación procedente de la industria, agricultura y el consumo. El mensaje es inequívoco: ya a partir de la década de los noventa se presenta una creciente evidencia de que la humanidad se está dirigiendo hacia un territorio insostenible. Los escenarios de crecimiento examinados (en particular el escenario 2) resultan en niveles de producción industrial que dan origen a un aumento vertiginoso de la contaminación. Una parte se debe a la contaminación directa de las actividades industriales y otra parte obedece al deterioro o saturación de los procesos naturales de asimilación de la contaminación. De acuerdo con el estudio, por ejemplo, la contaminación tiene un impacto mayor en la fertilidad del suelo y las crecientes inversiones para restaurar su fertilidad no serán suficientes para contrarrestar una disminución dramática de la productividad agrícola en las próximas décadas. El estudio demuestra que el agotamiento progresivo de los recursos no renovables determina un aumento de sus costos de tal manera que una fracción creciente del capital debe ser destinado a la obtención de estos recursos. Este fenómeno trae como consecuencia una contracción de la producción y, en definitiva, a un eminente colapso de los sistemas socioeconómicos[4].
La tensión ampliamente percibida entre el principio capitalista de la expansión sin límites y el carácter finito de los recursos naturales, incluida la limitada capacidad de absorción del entorno físico de residuos y desechos, se hace presente cada vez con mayor intensidad (Wallerstein, 2013). La tesis de los «límites planetarios» (Rockstrom, Steffen, Noone, Person et al., 2009), aunque pueda parecer prematuramente alarmista, no deja de ser motivo de una creciente aprensión. Pero aparte de escenarios apocalípticos de agotamiento y escasez de los recursos, la conjetura de Polanyi parece estar tomando forma en la actualidad. Los síntomas de que la expansión del mercado ha alcanzado umbrales críticos respecto a las tres mercancías ficticias debido a la erosión de las «salvaguardias institucionales» se manifiesta en una «crisis de reproducción social, la renovación de las condiciones sociales requeridas para sostener la sociedad capitalista» (Calhoun y Derlugian, 2011: 271). Se pregunta Streeck si «acaso el victorioso capitalismo no se ha convertido en su peor enemigo». Los umbrales críticos se manifiestan en los diferentes frentes (Streeck, 2016; Wallerstein, Collins, Mann, Derluguian y Calhoun, 2013). La mercantilización del trabajo parece haber llegado a límites peligrosos que ponen en serio peligro la continuidad misma del sistema capitalista (Collins, 2013: 37-69). En la misma línea, señala Streeck (2016: 62) que ha sido la excesiva mercantilización del dinero la causa de la crisis financiera de 2008: la transformación de una ilimitada oferta de crédito en productos financieros sofisticados que terminaron en una burbuja de inimaginables consecuencias en ese momento. La tendencia de la transformación del viejo régimen de M-C-M’ hacia uno nuevo de M-M’ continua de manera ineluctable. Por último, y dentro de esta misma lógica, la financiarización de la naturaleza [véase el epígrafe «La financiarización de la naturaleza», en pp. 187-191] como mecanismo de creación de nuevos espacios de inversión, comercio y especulación, es la última etapa de un proceso que terminará con la degradación, probablemente irreversible, del entorno biofísico.
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