ambientales (y sociales) en el interés de una ganancia a corto plazo. Se trata de encontrar formas más eficientes de explotación de la naturaleza bajo la apariencia de un desarrollo ecológicamente sostenible que requiere únicamente ajustes menores en la articulación conservación-mercado (Fletcher, Dressler y Buscher, 2014; Brockington, Duffy e Igoe, 2008).
En otras palabras, nos encontraríamos, en términos de A. Escobar (1999: 85), en una fase en la que el capital opera en dos formas distintas e interrelacionadas. La una, de larga data y por consiguiente más familiar, corresponde a la «forma moderna del capital ecológico», en la que el capital, motivado por asegurar la ganancia y disminuir los costos de producción, es incapaz de mantener las condiciones sociales y materiales de su propia producción y, al contrario, las degrada. Al degradar y destruir sus condiciones naturales, el capital se reestructura cada vez más a expensas de lo que O’Connor (2001: 175) llama las condiciones de producción [véase el epígrafe «La segunda contradicción del capitalismo», en pp. 54-59][1]. «La historia de la modernidad puede ser vista como una capitalización progresiva de las condiciones de producción» (Escobar, 1999: 87). En la segunda forma, «la forma posmoderna del capital ecológico», o lo que O’Connor llama la fase ecológica, la naturaleza, no es vista únicamente como una realidad externa que deba ser explotada, sino como una fuente de valor en sí misma. Bajo esta perspectiva, que empieza a afianzarse a partir de la década de los noventa, el periodo de consolidación neoliberal, «la dinámica primaria del capital cambia de forma: de la acumulación y crecimiento con base en una realidad externa, a la conservación y autogestión de un sistema de naturaleza cerrada sobre sí misma» (O’Connor, 1993). Añade este autor, «entramos aquí en un mundo en el cual el capital no se limita a apropiarse de la naturaleza y convertirla después en mercancías que funcionan como elementos de capital constante y variable, sino más bien un mundo en el cual el capital rehace la naturaleza y sus productos, biológica y físicamente, a su propia imagen» (p. 281). En esto consiste la esencia del proyecto global de neoliberalización de la naturaleza.
El neoliberalismo es el proyecto ideológico y político más poderoso en la gobernabilidad global que ha surgido luego del keynesianismo (Anderson, 2000). Inspirado en las ideas del liberalismo económico de la primera mitad del siglo xx, en particular de las ideas de Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek, Joseph Schumpeter y, posteriormente, de Milton Friedman, el discurso neoliberal se ha convertido en la racionalización ideológica dominante del fenómeno de globalización y de las reformas del Estado contemporáneo (Castree, 2010; McCarthy y Prudham, 2004; Peck y Tickell, 2002; Harvey, 2005). Definir el neoliberalismo no es una tarea directa, en parte porque el término neoliberalismo representa un complejo ensamblaje de compromisos ideológicos, representaciones discursivas y prácticas institucionales promovidas por alianzas específicas de clases dominantes organizadas en múltiples escalas geográficas. Al igual que globalización o naturaleza, «neoliberalismo» es una palabra compleja y, por lo tanto, denota un amplio rango de significados que pueden ser aplicados a una variedad de referentes del mundo real. Visto desde esta perspectiva, en la medida en que el significado del término es claramente determinado en cada contexto de aplicación no significa que el neoliberalismo carezca de dimensiones identificables. Entre sus elementos centrales está el liberalismo y su dogma al cual se refería Polanyi como el «sistema de mercados autorregulados» (2001 [1944]); es decir, un sistema dotado de «facultades casi míticas» (p. 31), en constante expansión en el ámbito geográfico, abarcador como mecanismo de asignación de bienes y servicios y central como metáfora para organizar y evaluar el comportamiento de las instituciones (McCarthy y Prudham, 2004: 276).
La corporatización, mercantilización y privatización de hasta ahora bienes públicos ha sido la señal distintiva del proyecto neoliberal. Su objetivo primordial consiste en la apertura de nuevos espacios para la acumulación de capital en dominios hasta ahora considerados fuera de los límites del cálculo de la rentabilidad. Servicios públicos de toda naturaleza (agua, telecomunicaciones, transporte), la provisión de servicios sociales (educación, salud, pensiones), instituciones públicas (universidades, laboratorios de investigación, seguridad) han sido privatizadas en cierto grado a través del mundo capitalista y aun fuera de este (China). Aun, la vida misma no ha escapado de esta oleada de mercantilización. Los derechos de propiedad intelectual establecidos mediante el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPS) bajo las regulaciones de la Organización Mundial de Comercio, define el material genético, germoplasmas y otros productos como propiedad privada. De esta manera, rentas por el uso de este material pueden ser extraídas de las poblaciones cuyas prácticas han desempeñado un papel crucial en el desarrollo de esos materiales genéticos (Harvey, 2005: 160).
Los análisis y criticas del neoliberalismo se han enfocado en reformas de programas gubernamentales de enfoque social, políticas de apertura al comercio, privatización de servicios públicos y flexibilidad laboral, políticas monetarias y de control de la inflación. Escasa referencia se ha hecho al mundo biofísico, en particular, al nexo entre neoliberalismo, por un lado, la gobernanza ambiental, los cambios ambientales y políticas ambientales, por otro. Es a lo largo de las últimas dos décadas que este tópico ha ido ganando espacio en las agendas de investigación de las universidades y la puesta en práctica de sus principios como ejes de articulación de las políticas públicas es cada vez más objeto de un creciente cuestionamiento (Castree, 2010: 1730). Existe un voluminoso cuerpo de literatura que explora las conexiones entre los principios y políticas neoliberales por un lado y el mundo biofísico, por otro. Un sinnúmero de estudios, tanto teóricos como empíricos, llevados a cabo principalmente en el marco de un nuevo campo de estudios, la Geografía Crítica, analizan el proceso neoliberal como el enfoque dominante que gobierna las actividades humanas y sus relaciones con el entorno natural. Este es un tópico importante porque el neoliberalismo, como un producto de la sociedad y sus instituciones, va más allá de esto: todas las prácticas humanas tienen efectos sobre el mundo biofísico que a su vez tiene la capacidad de sostener o alterar dichas prácticas.
Neoliberalismo y naturaleza
En términos ideales, el neoliberalismo es simultáneamente un proyecto social, ambiental y global. Socialmente, implica una renegociación de los límites entre el mercado, el Estado y la sociedad civil de tal manera que un número creciente de las esferas sociales son gobernadas bajo la lógica económica. Ambientalmente, implica la privatización y mercantilización de un número creciente de aspectos de la esfera biofísica bajo el apoyo del Estado y grupos de la sociedad civil, actuando como facilitadores y reguladores. Finalmente, en términos geográficos, está implícito en el proyecto neoliberal su carácter expansivo, que ve en el mercado el mecanismo más efectivo para la asignación de bienes y servicios a escala global (Castree, 2008). Este proceso ha ido acompañado de la expansión de la influencia de las instituciones multilaterales, la ascendencia gradual del corporativismo global, la profundización de redes transnacionales, la transición de gobierno a gobernanza y la autocrítica neoliberal de las practicas (nacionales) heredadas (Peck, 2004: 397).
Definición y características
Las definiciones de neoliberalismo abundan. Diferentes definiciones enfatizan distintos elementos de la configuración neoliberal en línea con las preocupaciones de investigadores, ideologías y contextos de análisis. D. Harvey (2005: 2) condensa acertadamente un conjunto de rasgos que caracterizan y moldean el neoliberalismo como objeto de estudio:
El neoliberalismo es en primer lugar una teoría de prácticas de economía política que propone que el bienestar del ser humano puede ser potenciado de mejor manera a través de la emancipación de las libertades y capacidades de emprendimiento individual en un contexto institucional caracterizado por sólidos derechos de propiedad privada, mercados libres y libertad de comercio. El papel del Estado es el de crear y mantener un contexto institucional apropiado para tales prácticas… Si no existen mercados (en áreas como el suelo, aire, educación, salud, seguridad social, contaminación ambiental) ellos deben ser creados, si es necesario, mediante acción del Estado. Una vez creados, la intervención del Estado debe mantenerse a un nivel mínimo ya que, de acuerdo a la teoría, no posee suficiente información para apreciar las señales del mercado (precios) y debido a que poderosos grupos de interés inevitablemente producirán sesgos y distorsiones en