con chocolate caliente y arrumacos, pero no de la de sus padres, bisabuelos a los que nunca conocí. ¿La incluyo en mi red, aun muerta? La de ella, ¿aún existe? ¿O es que soy un habitante temporario de una red multigeneracional marcada por ciertos inciertos apellidos transformados por las migraciones o reconocibles por algunos tradicionales, o por una combinación específica de algunos pocos genes que no solo me diferencian de un orangután y de una lagartija, sino que me generan una fisonomía parecida a (la foto) de mi tatarabuelo cuando era joven? La respuesta está a merced, por cierto, de la definición operacional que utilicemos. Y la definición operacional, en tanto instrumento, está al servicio del propósito de su uso.
Incluso una definición vaga como «tu red social, tal como la sientes», que asegura la idiosincrasia de la respuesta, merece su respeto tanto en una conversación informal —en la que la rigurosidad nos importa menos que lo que Roman Jakobson llamó la función fática (de conexión o contacto) del lenguaje que su precisión referencial— como en una investigación rigurosa acerca de, por ejemplo, qué es lo que la gente define como su red social o a quién incluye espontáneamente.
Para complicar la cuestión de las fronteras de la red social, las últimas décadas han lanzado un desafío extraordinario a través de la creación y el imponente desarrollo de las redes sociales electrónicas, que han multiplicado más allá de todo cálculo la capacidad de conexión entre individuos y, en muchos casos, relegado a un papel secundario la conexión in vivo… tema que, a pesar de haber escrito un libro y varios artículos al respecto, me abruma y sobrepasa, tal vez porque no mamé la revolución electrónica como lo hicieron desde niños mis vástagos y, aún más, desde la cuna, los vástagos de mis vástagos. Por lo que mi meollo se revuela cuando me pregunto, por ejemplo: la admirable autora de este volumen debe tener (no lo sé, solo me imagino) centenares de «amigos» en Twitter. ¿Los incluye ella como miembros en el trazado del mapa de su red social personal? Si, en su sitio de red, miles de admiradores (miles y uno conmigo) la aclaman, le envían comentarios a sus comentarios y ella, generosamente, incluye respuestas afectuosas y respetuosas, genéricas y puntuales, ¿ellos la pueden definir legítimamente como miembro de su red social personal, o ella a ellos? ¿Cuánto de los aspectos cualitativos de su identidad (o de la mía, o de la tuya, lector) se ha construido sobre la base del proceso cálido de lo que Ronald Laing y colaboradores (1966) llamaron «la espiral de las perspectivas recíprocas» (mi imagen de ti, mi imagen de tu imagen de mí, mi imagen de tu imagen de mi imagen de ti, y así), tan propio de las interacciones en red?
Con esta media verónica le paso la faena de la respuesta a estas y miles de otras preguntas a la mente inquisitiva y la pluma rica de Isabel Sanfeliu, quien ha expandido aún más su óptica experta en los procesos grupales tanto como en la introspección para regalarnos en este volumen, con su estilo a la vez erudito y poético —rara y feliz combinación—, una incursión minuciosa al tema de las redes sociales en todas sus complejidades… y tantos otros temas asociados a este, desde la evolución de la red en el curso de la existencia hasta la evolución de la identidad en el curso de los recambios de red, pasando por las sutilezas de la comunicación interpersonal, la complejidad y el cimbronazo cualitativo generado por los avances de la era digital, así como su impacto en la globalización, sus alcances y las paradojas que genera.
De hecho, una visión psicosocial compleja del individuo-en-sociedad genera un caleidoscopio de interconexiones; reaparece la supergalaxia, esta vez del vasto ámbito de los conceptos psicosociales, en los que hay ideas centrales e ideas satélites de cada una, conceptos que, junto con sus satélites, intersectan el espacio conceptual de tantas otras. Además, acaba asociándose en órbitas recíprocas, influenciadas a su vez por macroconceptos aún distantes que, por su peso específico y masa, afectan por mera presencia gravitacional la órbita de tantos otros conceptos, y aun nos permite entrever la presencia virtual de constelaciones en proceso de ser creadas y que, quién sabe, puede que revolucionen y hagan periféricas tantas ideas centrales en nuestro universo actual.
Fascinante ese laberinto multidimensional (¡vaya, otra metáfora!, tal vez un poco menos sistémica, en el sentido de recursiva, pero tiene su encanto), esta vez de las ideas y los modelos de nuestra feraz disciplina, pleno de avenidas iluminadas, caminos circulares, callejones sin salida, pistas falsas y vías regias, y en constante evolución. Y qué maravilla poder tener como guía para su recorrido a este Hilo tendido por Isabel Sanfeliu, una Ariadna de lujo que nos transmite el placer de explorar confines, jugar con ellos, desgranarlos, descubrir sus códigos, y abrir así nuevos interrogantes que a su vez invitan a su exploración. El amenazante Minotauro se esfuma cuando descubrimos que la oscuridad de los nuevos laberintos al final de los laberintos ya explorados puede ser leída no como un mensaje de peligro o de rechazo, sino como una invitación a explorarlos, cosa que hace (y nos invita a hacer) Isabel Sanfeliu con inteligencia, audacia y alegría.
Caminante, no hay camino…
CARLOS SLUZKI, M.D.
Clinical Professor, Department of Psychiatry George Washington University
Professor Emeritus,, Global and Community Health and Conflict Analysis and Resolution George Mason University
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
GRANOVETTER, M. S., «The strength of weak ties», Am. J. Sociology, 78(6), 1973, pp. 1360-1380.
KAHN, R. L., y ANTONUCCI, T. C., «Convoys over the life course: Attachment, roles, and social support», en P. B. Baltes y O. Brim (comps.), Life-span development and behavior, vol. 3, Nueva York, Academic Press, 1980, pp. 254-283.
LAING, R. D., PHILLIPSON, H. y LEE, A. R., Interpersonal Perception: A Theory and a Method of Research, Londres, Tavistock Publications, 1966.
La araña teje su red, el pescador lanza la suya: atrapar para de-vorar. Hay entramados que protegen, otros capturan, algunos —como los hilos subterráneos del micelio— sustentan. ¿Cómo sobrevivir enredados? Describimos redes neuronales que transmiten y generan información; en otros casos se hace referencia a la red social de un sujeto: grupo, vínculo, comunicación… complejos retículos inseparables. ¡Tantos lugares desde los que abordar este tipo de estructura!
¿Por qué despierta temor la tecnología que estamos creando? ¿Deberíamos frenar el progreso de la ciencia que modifica nuestro entorno a más velocidad de la que alcanza nuestra capacidad de adaptarnos a él?, ¿o acaso los dispositivos cibernéticos no son más que pseudópodos humanos? ¿Podrán las máquinas superar a nuestra inteligencia? ¿Qué nuevas formas de construcción social de realidad están siendo creadas o modificadas? ¿Somos realmente más violentos? ¿Se puede amar sin mirarse, sin olerse, sin tocarse? ¿Qué decir del actual empeño de exhibirse en la Red? Exhibir un avatar que se confunde con nosotros mismos. ¿Qué tipo de vínculo puede generarse con un cíborg? ¿Habrá que crear un concepto nuevo para definir ese peculiar enlace?
Son preguntas que están ahí, en boca de todos, antes eran solo patrimonio de los autores de ciencia ficción.
Nuestra propuesta busca ahondar en ellas ofreciendo un mapa que aporte sentido, una perspectiva histórica que evite precipitados dictámenes en un mundo globalizado. Tanto fanáticos como escépticos o detractores de la Red olvidan dotarla de un contexto antes de establecer juicios de valor.
Los saltos tecnológicos culminan procesos, son puntos de inflexión que necesitan del entrecruce de aportaciones de distintos campos, es el análisis transdisciplinar. Por lo tanto, para argumentar una postura y actuar en coherencia con la misma, considero necesario tomar distancia del hecho puntual, del acontecimiento aislado.
Pretendemos discurrir sobre el efecto a medio plazo y los cambios que ya se están produciendo a partir del despliegue de la comunicación a través de Internet. Es difícil intuir peculiaridades del territorio que recorreremos en unos pocos años, lo que sí podemos es indagar algunos de los hilos que parecen gobernar la complejidad de nuestra época: la función social y los aspectos evolutivos del miedo, el vacío que deja la autoridad cuestionada, la dificultad para identificarse con cuerpos intuidos, deformados en lo