Josh Axe

La dieta Keto


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pagaba las consecuencias. Su nivel de azúcar en la sangre lo ubicaba en la zona de la prediabetes, y él tomaba medicinas para mantener bajo control su presión arterial y colesterol. Me contó que poco antes había iniciado una dieta cetogénica para recuperar su salud, y que aunque había bajado unos kilos, no se sentía bien.

      —El problema —me dijo— es que me duelen las articulaciones. Me siento torpe y cansado. Mi piel está tan irritada como cuando estaba en la preparatoria. He oído tan buenos comentarios de esta dieta que no sé qué pasa. ¿Podría ayudarme?

      Le respondí que me daba gusto que hubiera descubierto la dieta cetogénica y le expliqué que muchos de mis pacientes habían obtenido excelentes resultados.

      —Pero hay una forma correcta y otra incorrecta de hacer la dieta —añadí—, y sin una guía es fácil meterse en problemas.

      Le expliqué entonces que él tenía un caso clásico de Keto Flu o gripe cetogénica, afección que se desarrolla en ocasiones cuando el cuerpo de una persona pasa de quemar azúcar a quemar grasa y tiene que ajustarse a la cetosis. Pero señalé que la Keto Flu no era inevitable, y que en realidad era improbable si la dieta se aplicaba del modo correcto.

      —Platícame qué comes todos los días —le dije— y te aseguro que aclararemos esto.

      Describió su día usual: desayunaba café y tocino frito en mantequilla, comía huevo con queso y tocino envuelto en una tortilla sin cereales y cenaba una hamburguesa no orgánica cubierta con —¡adivinaste!— queso y tocino. Le puse la mano en el hombro y sonreí.

      —Esto será muy fácil de remediar —afirmé, y le hice algunas sugerencias para que pusiera en regla su programa cetogénico para que pudiera sentirse sano y maximizar su pérdida de peso.

      Para comenzar, le sugerí que sustituyera el tocino de cerdo por el de res (el de cerdo está saturado de toxinas y podría tener parásitos) y que lo limitara a una vez al día. En lugar de hacerlo con tocino, le dije que empezara el día con un vigorizante smoothie cetogénico de aguacate, leche de coco, colágeno en polvo y espinacas. Como la forma más sana de iniciar un régimen cetogénico es consumir una amplia variedad de antioxidantes y nutrientes, le sugerí también que a mediodía comiera una enorme ensalada de nutritivas verduras cubiertas con aguacate, pechuga de pollo orgánica deshebrada y aceite de oliva. Y para la cena le recomendé una hamburguesa orgánica de carne de animales alimentados con forraje, para evitar las hormonas y toxinas de la carne de res convencional, junto con una abundante guarnición de verduras asadas al horno cubiertas con ghee, mantequilla que contiene vitaminas solubles en grasas y ácidos grasos saludables y que es capaz de fortalecer los huesos y estimular la pérdida de peso. Se lo escribí todo y le pedí que regresara en seis semanas.

      Cuando volví a ver a Dave, era ya otra persona. Había bajado 9 kilos y se veía esbelto y en buen estado físico. Su piel se había limpiado y su energía era mayor que nunca. Su presión arterial y colesterol habían vuelto a la normalidad, lo que le permitió dejar de medicarse, y su glucosa en la sangre se hallaba de nuevo en una gama saludable, así que se había librado también del riesgo de diabetes. Tiempo después me enteré de que Dave participaba ya en medios triatlones Ironman. Años más tarde me encontré con él en una carrera y su aspecto seguía siendo increíble.

      En la última década he conocido a cientos de Daves, personas sinceramente interesadas en mejorar su salud y dispuestas a hacer los cambios de estilo de vida indispensables, pero que cometen algunos errores clásicos. Necesitan una guía firme y de base científica para implementar modificaciones de la manera más efectiva y segura posible. Yo he asumido la misión de brindar esa guía, lo cual es justamente el propósito de mi programa cetogénico.

      QUÉ SON LA MACROMANIPULACIÓN Y LA KETO FLU O GRIPE CETOGÉNICA

      La historia de Dave saca a relucir un riesgo común entre quienes improvisan su dieta cetogénica. Él leyó que esta dieta era un enfoque alto en grasas para la pérdida de peso e inventó una dieta alrededor de los alimentos grasosos de su preferencia: tocino y mantequilla. El problema es que el tocino de cerdo y la mantequilla convencional no son ni de cerca tan ricos en nutrientes como muchas otras opciones altas en grasas. Como ingería fuentes de grasas menos nutritivas, se expuso sin saberlo a desarrollar la gripe cetogénica. Hay un arte para la macromanipulación, y en mi Dieta Keto yo elegí con todo cuidado los tipos de grasas más saludables, junto con toda una serie de ingredientes nutritivos que alientan la energía y la claridad mental, reducen el estrés (sí, la comida puede ayudar a esto) y promueven la curación, a fin de ofrecer a tu cuerpo un firme sostén en su entrada en cetosis.

      Más adelante detallaré esas otras opciones alimentarias; primero deseo extenderme en la gripe cetogénica y sus causas, porque una nutrición deficiente es sólo una de varias razones de que las personas experimenten ciertos síntomas poco después de empezar la dieta.

      Entrar en cetosis te hace pasar de ser quemador de azúcar a ser quemador de grasa. Francamente, no hay muchos otros cambios metabólicos que puedas hacer que resulten mejores para tu salud. Pero si toda tu vida has consumido carbohidratos, como es el caso de la mayoría de nosotros, tu cuerpo nunca ha estado cerca de la cetosis. Así, no es raro que durante este proceso experimentes síntomas físicos como fatiga, dolor de cabeza, náusea y estreñimiento, justo los que caracterizan a la gripe cetogénica.

      Además, si tu régimen normal ha sido la dieta estadunidense clásica, es muy probable que seas adicto a los carbohidratos y el azúcar, así que es lógico que tengas síntomas de abstinencia cuando abandonas por primera vez ese hábito, tal como sucede con cualquier otra sustancia adictiva, como el tabaco o el alcohol. La comparación entre azúcar y sustancias adictivas no es meramente teórica, por cierto. Las señales médicas de abuso de sustancias son los antojos, un consumo continuado pese a las consecuencias negativas, fallidos intentos de abandono y síntomas de abstinencia. ¿Todo esto te suena conocido? La gran mayoría de los adictos al azúcar o los carbohidratos con los que he trabajado dijeron haber experimentado eso, y una buena explicación científica aclara por qué.

      Las investigaciones demuestran que los postres y los alimentos altos en carbohidratos afectan al sistema de recompensas del cerebro casi igual que como lo hacen la cocaína y la nicotina.1 Cuando esa región cerebral se activa, libera dopamina, neurotransmisor asociado con el placer. Este patrón es inconsciente e incontrolable. Cada bocado de azúcar detona una descarga de dopamina que te hace desear más azúcar; tan pronto como interrumpes el ciclo azúcar-dopamina con la reducción de carbohidratos, tu antojo se intensifica. De hecho, los antojos de azúcar son la razón número uno que mis pacientes dan por la cual no pueden apegarse a su dieta.

      Dadas las evidencias de que el azúcar es adictiva, no es de sorprender que los síntomas de la gripe cetogénica sean similares a los de la abstinencia de otras drogas: dolor de cabeza, fatiga, ofuscación y mal humor, síntomas que no son peligrosos pero que dificultan el apego a una dieta y hacen que algunas personas se den por vencidas antes de que consigan experimentar sus beneficios. Sin embargo, si tú entiendes por qué ocurren esos síntomas —que son una señal de que te has librado de tu larga esclavitud a los carbohidratos, incluidos los altibajos de energía y los cada vez más agudos antojos de azúcar, y de que ya sigues un camino más limpio y saludable—, la gripe cetogénica será más fácil de enfrentar y tenderá menos a descarrilar tus esfuerzos.

      Los síntomas desaparecen por sí solos en unas semanas, una vez que superas la abstinencia de azúcar y que tu sistema se adapta al uso ya no de glucosa sino de cetonas, productos finales de la cetosis que tu cuerpo emplea como combustible. Si sigues mi programa cetogénico, minimizarás la intensidad de la gripe cetogénica o la evitarás por completo. Al paso de los años, he identificado los alimentos más nutritivos cuya sinergia da sustento a la dieta cetogénica y que incrementarán la probabilidad de que te sientas a la perfección mientras pasas por la cetosis.

      Igual que muchos otros que se informan superficialmente en internet sobre la dieta cetogénica, Dave cometió un error clásico: atendió sólo a los macronutrientes —es decir, aumentó su consumo de grasas y redujo el de carbohidratos—,