Juan José Arjona Muñoz

Marlon Brando tenía un bulldog


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Lo desataron para hacerle un electro. Cuando la enfermera se le acercó, le hizo esto.

      (le muestra una fotografía)

      Los médicos pudieron recomponerle la mandíbula y salvarle un ojo. El pulso de Lecter no pasó de ochenta y cinco, ni cuando le devoró la lengua.

      Todos estos son datos que encontraríamos en el guion referidos a lo que otros personajes dicen sobre tu personaje —de lo que trataremos más adelante—.

      Clarice prefiere que Chilton no le acompañe a la entrevista con Lecter. Chilton la deja con un enfermero, en una sala de seguridad que cierra el paso al corredor de celdas donde se encuentra Hannibal Lecter. En la sala vemos a otro enfermero y a un policía en una especie de armería —no habíamos visto algo similar al recorrer el psiquiátrico, lo que nos provoca cierta alarma—. El enfermero recuerda a Clarice que no toque el cristal. Abre la última puerta, que da al corredor con celdas a la izquierda, y le dice que Lecter está en la última celda y que ha puesto una silla para ella. Que camine por el lado derecho del corredor, que lo hará bien y que la estará vigilando.

      Clarice entra y la puerta se cierra tras ella. Camina por el corredor y escuchamos «Hola» al acercarse a la primera celda, pequeña y oscura, y descubrimos a su inquilino, un hombre de unos sesenta años, apoyado en los barrotes de la celda y que sonríe, de forma un tanto inquietante, mientras observa a Clarice. Vemos la silla que espera a Clarice al final del corredor —expectación—. Clarice continúa y pasa junto a la segunda celda, pequeña y oscura; un lavabo, un espejo que apenas se aprecia, un sanitario y una mesa. Y descubrimos a su inquilino, un hombre de unos sesenta años, sentado en la penumbra, cabizbajo y completamente ajeno a lo que sucede a su alrededor, y a Clarice. La silla —crece la expectación—. Clarice continúa caminando. Llega junto a la tercera celda, pequeña y oscura, pero menos que las anteriores, y descubrimos a su inquilino, un hombre de unos cuarenta años que trepa por los barrotes, como si de una bestia de un zoo se tratara, acompañando el trayecto de Clarice, mientras le saca la lengua y le dice: «Puedo oler tu coño». Clarice continúa hacia la silla —crece la expectación—.

      Todo lo descrito hasta ahora sirve para crearnos una imagen mental del personaje Hannibal Lecter. Todo lo anterior es parte de la presentación del personaje. ¿Qué imagen te has creado de él?

      Hasta este momento el director, Jonathan Demme, nos ha dejado descubrir el interior de las celdas de forma progresiva: de la primera celda no observamos su totalidad, de la segunda tampoco, pero vemos algo más que de la primera, y de la tercera celda vemos algo más que de la segunda, pero tampoco la vemos completa. También nos ha presentado a los habitantes del submundo al que pertenece Hannibal Lecter, y la “locura” de esos personajes parece aumentar progresivamente. Y todo esto lo presenta con cortes a la silla a la que Clarice se dirige, creando una gran expectación. Esto es “narrar” —por cierto, puedes observar cómo se nos presenta al personaje a la vez que se hace avanzar la historia, al contrario de lo que vimos anteriormente con Galgo en la escena del hangar del aeropuerto—.

      Clarice continúa caminando hacía la última celda, la de Lecter. Encontramos la primera diferencia, la celda no tiene barrotes, sino una pared transparente que imposibilita el contacto directo. Además, está más iluminada y parece más grande. Las paredes no están desnudas, sino que de ellas cuelgan unos dibujos. En el suelo encontramos apilados unos libros y en la superficie de la mesa vemos papeles y un dibujo. También vemos el catre y una repisa sobre la que descansan varios libros y papeles. En el centro descubrimos a Hannibal Lecter. Y realmente no es lo que esperábamos. No tiene nada que ver con los otros habitantes de ese submundo al que pertenece. No “parece” un caníbal que lleve ocho años encerrado en ese psiquiátrico. No, lo que nos encontramos es la creación de Anthony Hopkins; un hombre de unos cincuenta y cinco años, aspecto limpio y cuidado, de porte elegante, casi marcial, educado, inteligente y sagaz, que toma el control de la situación inmediatamente y saca mucha más información de Clarice de la que ella consigue de él.

      Prácticamente desde el inicio, la historia se ha diseñado para crear tensión y expectación sobre quién es Hannibal Lecter. Nos ha presentado a la protagonista, Clarice Starling, a su jefe, Jack Crawford y al doctor Chilton, pero como algo secundario a la presentación de Hannibal Lecter, y se trata de un personaje “secundario”. Es decir, su función es la de aliado del protagonista. Es muy interesante que el mejor aliado de Clarice, para su meta de conseguir atrapar a Búfalo Bill, sea Hannibal Lecter que, como dice el doctor Chilton, «es un monstruo, un verdadero psicópata».

      Este personaje creó un punto de inflexión que ha servido de inspiración a muchos actores para la creación de sus personajes, pero también creó un punto de inflexión en la forma en que se construyen las historias.

      Te comenté que debes prestar atención a la forma en que nos presentan a los personajes. Como ejemplo de esto te recomiendo que te fijes en la presentación de Rick en Casablanca. También te recomiendo Notorious (Alfred Hitchcock, 1946), en la que nos muestra la nuca del personaje interpretado por Gary Grant durante dos minutos, antes de revelarnos al personaje, creando intriga en el espectador.

      Algo similar sucede con la presentación de Vito Corleone en El Padrino, donde Coppola nos “oculta” a Vito durante poco más de tres minutos. También crea expectación sobre Michael Corleone, pero de forma diferente a como nos presenta a Vito; Vito, su mujer, hijos y nietos están posando para una foto familiar. Vito pregunta a Sonny: «¿Dónde está Michael?». Sonny le responde que no se preocupe, que aún es temprano. Vito le dice a su mujer que no van a hacerse la foto, que esperarán a que llegue Michael. Esto se reafirma cuando Tom Hagen le pregunta a Sonny, «¿Qué es lo que pasa?», y Sonny responde, «Michael». Hasta el minuto decimosegundo no nos presentan a Michael Corleone, el protagonista de la historia. Al mencionar a Michael durante esa escena, crea intriga en el espectador sobre quién es ese personaje. Esa intriga es mayor debido a que Vito, que es el personaje más importante hasta este momento, es quien pregunta por él y quien se niega a hacerse la foto hasta que llegue. Cuando finalmente nos presentan a Michael, lo primero que le vemos es de espaldas, llegando a la boda acompañado de Kay. Vito observa desde una ventana, y cuando nos muestran lo que Vito mira, descubrimos la cara de Michael Corleone.

      Por regla general, cuanto mayor sea la importancia del personaje, mayor expectación se creará en su presentación, incluso cuando se trate de un personaje secundario. Como ejemplo de esto, fíjate en la forma en que nos presentan al personaje interpretado por Benicio del Toro, ‘el Coleccionista’, en la película Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014). Se trata de un personaje que no tiene gran importancia dentro de la historia, pero sí la tiene el actor que la interpreta, y se la dan al cuidar su presentación. Por cierto, también puedes apreciar la maestría de Benicio del Toro para sacar provecho de un personaje con tan poca presencia dentro de la película.

      Es importante entender que en el mejor de los casos tendrás un guion magnífico sobre el que desarrollar tu trabajo y un buen director que te ayude a crear un gran personaje, pero es necesario aclarar que esto te sucederá en contadas ocasiones, si es que te sucede en alguna. Si te involucras en un proyecto que no cumpla estas condiciones ideales, de ti dependerá ser capaz de percibirlas y proponer y aportar para convertirlo en la mejor versión posible. De eso dependerá gran parte de tu éxito profesional.

      No tengas desconfianza para hacer propuestas. Los directores y productores buscan actores que eleven la calidad de sus películas, obras y series de televisión. Ahora bien, no propongas simples ocurrencias o ya no querrán volver a escucharte.

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