Katja Oskamp

Marzahn, mon amour


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no hay que sentir vergüenza, ni por la ridícula lógica publicitaria que vende exclusividad masivamente, ni porque se siga asumiendo la «distinción» como un valor que conlleva desprecio a quienes no pueden «distinguirse». Tampoco hay que sentir vergüenza si un exconsejero de cultura de otra comunidad autónoma declara sobre las campañas de fomento de la lectura que su objetivo es alimentar el «tópico de que ser lector te hace mejor persona».10 No hay que sentir vergüenza de la ausencia de predicados, mejor persona para qué, mejor persona por leer qué, no hay que sentir vergüenza de que no recuerde cuántas «mejores personas» muy leídas han llevado a cabo actos dañinos a pequeña y gran escala, y cuántas no leídas no solo no han hecho daño, sino que son admirables, eso no importa. Ni hay que sentir vergüenza por la campaña ligada al Plan de Fomento de la Lectura 2017-2020, con el título: «Leer te da vidas extra».11 No hay que imaginar qué pensarán de esa frase las personas trabajadoras mal pagadas, agotadas, casi vencidas, las emigrantes sin papeles, las obligadas a trabajar en negro y las que no pueden trabajar: ¿qué tal «el dinero te da vidas extra», ¿qué tal «la inspección de trabajo te da vidas extra»?, ¿qué tal «las becas y los años sabáticos y el derecho efectivo a la vivienda y al trabajo y a la protección de las personas dependientes te dan vidas extra?». ¡Toma tu pluma, camarada capitalista, y entrega tu novela rosa o negra o ambas cosas, pero muy culta y distinguida, al trabajador precario o al desfondado o a la trabajadora sin contrato y dale una vida extra!