Entre ellos está el confundir una condición necesaria con una suficiente (o viceversa) en argumentos que utilizan una premisa del tipo “Si…, entonces…” (entonces se habla de la falacia de afirmar el consecuente o negar el antecedente). Otras violaciones se reducen a atribuir erróneamente una propiedad de un todo (una propiedad relativa o dependiente de la estructura) a sus partes constituyentes o viceversa (falacias de composición y división).
La regla de esquemas argumentales (octavo mandamiento) puede violarse —en la etapa argumentativa— por parte del protagonista cuando este se apoya en un esquema argumental inapropiado o bien cuando usa un esquema argumental apropiado pero lo usa incorrectamente. Las violaciones pueden clasificarse de acuerdo con las tres princiales categorías de esquema argumental: (1) argumentación sintomática o de tipo “instancia” [token], en la cual se establece una relación de concomitancia entre las premisas y el punto de vista (“Daniel es actor [y los actores son típicamente vanos], de manera que es ciertamente vano”); (2) argumentación comparativa o de tipo “semejanza”, en la cual se establece una relación de parecido (“La medida que propongo es justa, ya que el caso que se nos presentó el año pasado se trató de la misma manera [y ambos casos se parecen]”; y (3) argumentación instrumental o de tipo “consecuencia”, en la cual se establece una relación de causalidad (“Dado que Tomás ha estado bebiendo una cantidad excesiva de whiskey [y beber demasiado alcohol conduce a jaquecas terribles], debe tener ahora una jaqueca terrible”).
La argumentación sintomática se usa incorrectamente cuando, por ejemplo, se presenta un punto de vista como correcto porque una autoridad irrelevante o una cuasi-autoridad lo dice (variante especial del argumentum ad verecundiam) o porque todo mundo dice que es así (variante populista del argumentum ad populum y también variante especial del argumentum ad verecundiam), o cuando un punto de vista es una generalización basada en observaciones que no son representativas o son insuficientes (falacia del secundum quid o generalización apresurada). La argumentación comparativa se usa incorrectamente cuando, por ejemplo, al hacer una analogía no se cumplen las condiciones de una comparación correcta (falsa analogía). Finalmente, la argumentación instrumental se usa incorrectamente cuando, por ejemplo, un punto de vista descriptivo se rechaza por sus consecuencias no deseadas (argumentum ad consequentiam); cuando se infiere una relación causa-efecto de la mera observación de un acontecimiento que tiene lugar después de otro (post hoc ergo propter hoc); o cuando se sugiere injustificadamente que al decidir un curso de acción iremos de malo a peor (falacia de la pendiente resbaladiza o en inglés slippery slope).
La regla de conclusiones (noveno mandamiento) puede violarse —en la etapa de conclusión— por parte del protagonista cuando este concluye que un punto de vista es correcto simplemente porque se lo ha defendido con éxito (falacia de absolutización de la defensa) o por parte del antagonista cuando del hecho de que no se ha probado que algo sea el caso el antagonista concluye que no es el caso, o bien cuando del hecho de que no se ha probado que algo no sea el caso el antagonista concluye que algo es el caso (falacia de absolutización del fracaso de la defensa, una variante especial del argumentum ad ignorantiam). Al absolutizar el éxito de la defensa el protagonista comete un doble error: en primer lugar asigna a los puntos de partida compartidos un estatuto injustificado de hecho establecido, cuya verdad es indiscutible; en segundo lugar se toma una defensa exitosa y se le otorga un estatuto objetivo en vez de inter-subjetivo. Al absolutizar el fracaso de la defensa, el antagonista comete igualmente un doble error: en primer lugar confunde los roles de antagonista y protagonista; en segundo lugar, asume erróneamente que una discusión debe siempre terminar en una victoria para el punto de vista positivo o negativo, de manera que si no se tiene un punto de vista, eso automáticamente significa que se adopta el punto de vista negativo y viceversa, con lo cual se ignora la posibilidad de asumir un punto de vista “cero”.50
La regla de uso del lenguaje (décimo mandamiento) puede violarse —en todas las etapas— por parte de protagonista o antagonista si se toma una ventaja indebida de la obscuridad (falacia de falta de claridad) o ambigüedad (falacia de ambigüedad, equivocidad o amfibolía). Pueden ocurrir varios tipos de obscuridad, según provenga de de la manera en que está estructurado el texto, del carácter implícito de lo que se dice, de indefinición, falta de familiaridad, vaguedad, etc. Igualmente hay varios tipos de ambigüedad: referencial, sintáctica, semántica, etc. La falacia de ambigüedad está estrechamente relacionada con la de obscuridad, y puede ocurrir tanto sola como combinada con otras falacias (tales como las de composición y división).
Baste este breve panorama para mostrar que el análisis pragma-dialéctico de las falacias tradicionales como violaciones de las reglas de la discusión crítica es más sistemático que el tratamiento estándar criticado por Hamblin. En lugar de dar explicaciones ad hoc, se entienden aquí las falacias como subsumidas bajo una o más reglas de la discusión crítica. Las falacias que nos contentamos con agrupar por nombre en las categorías tradicionales se muestran aquí como teniendo algo en común o como claramenta distintas. Por su lado, se juntan falacias genuinamente relacionadas que en el tratamiento tradicional estaban separadas. Así por ejemplo, cuando distinguimos dos variantes del argumentum ad populum —una que viola la regla 4 de relevancia, la otra que viola la regla 8 de esquemas argumentales—, hacemos claro que estas variantes no son de hecho del mismo tipo. Igualmente, cuando analizamos una variante particular del argumentum ad verecundiam y una del argumentum ad populum como violaciones de la regla de esquemas argumentales, hacemos claro que estas variantes realmente son del mismo tipo una vez que se ven desde la perspectiva de la resolución de diferencias de opinión.
La sinopsis analítica revela también que el acercamiento pragma-dialéctico hace posible identificar obstáculos a la resolución de diferencias de opinión que son “nuevos” en el sentido de que no se habían reconocido ni nombrado como falacias: el declarar sacrosanto un punto de vista (violación de la regla 1 de libertad), el evadir la carga de la prueba mediante inmunización de un punto de vista frente a la crítica (violación de la regla 2 que obliga a defender puntos de vista presentados) o el presentar falsamente una premisa como evidente de suyo (violación de la regla 6 de puntos de partida), el negar una premisa inexpresa (violación de la regla 5 de premisas inexpresas), el negar un punto de vista aceptado o el presentar falsamente como punto de vista compartido (violaciones ambas de la regla 6 de puntos de partida), el absolutizar el éxito o el fracaso de una defensa (violación de la regla 9 de conclusiones), etc.
2.4 Usos del maniobrar estratégico
Por más justificado que esté el ver la pragmática como la versión moderna de la retórica, eso lleva a que se descuiden ciertos logros de la retórica clásica que son vitales para el estudio de la argumentación. De acuerdo con van Eemeren y Houtlosser, el método pragma-dialéctico de analizar y evaluar el discurso argumentativo puede enriquecerse si tomamos las enseñanzas retóricas y las integramos sistemáticamente al marco teórico dialéctico (1998, 1999, 2000a, 2000b, 2002b). Para remediar la separación exstente entre dialéctica y retórica, es necesario hacerse cargo de que las dos perspectivas no son incompatibles e incluso pueden ser complementarias.51 Conducir una discusión de forma razonable no es en general, dentro del discurso argumentativo el fin único de los argumentadores, sino que estos tienen también el de hacer que se acepten sus puntos de vista. Los intentos retóricos de los argumentadores para salirse con la suya son parte integral de sus esfuerzos por realizar la aspiración dialéctica de resolver la diferencia de opinión de acuerdo con los estándares propios a una discusión crítica.
Vistas las cosas pragma-dialécticamente, en el discurso argumentativo las partes en todo proceso resolutorio andan buscando el resultado retórico óptimo en la etapa por la que pasan, pero al mismo tiempo podemos presumir que mantienen el objetivo dialéctico de esa etapa de la discusión. De esa manera, el fin dialéctico de las cuatro etapas del proceso resolutorio tiene presumiblemente un correspondiente retórico. Para reconciliar la búsqueda simultánea de esos dos fines diferentes, los argumentadores hace uso de maniobras estratégicas encaminadas a disminuir la tensión potencial entre ambos (van Eemeren y Houtlosser, 2002b). Los aspectos básicos del maniobrar estratégico que distinguimos en pragma-dialéctica son: (1) hacer una selección oportuna a partir del “potencial tópico”, es decir del conjunto