de los escuchas y lectores; y (3) usar los más efectivos “dispositivos de presentación”, es decir los varios medios estilísticos y en general los varios medios verbales y no verbales de comunicar un mensaje. Si la selección resulta en una sucesión concertada de “jugadas” en la cual lo que se elija respecto de los tres aspectos está coordinado, entonces se está usando una estrategia argumentativa plenamente desarrollada.52
Un análisis pragma-dialéctico puede beneficiarse de varias maneras si usa esta concepción de maniobrar estratégico cuando intenta reconstruir el discurso argumentativo. Si se toma en cuenta el maniobrar estratégico, se obtiene una visión más clara de la dimensión retórica del discurso y con ello se abarca una mayor parte de la realidad argumentativa. Al comprender de forma más completa y sutil cuáles son las razones que subyacen a las diferentes jugadas en el discurso, hacemos más profundo nuestro análisis. Y combinando estas enseñanzas de la retórica con la visión pragma-dialéctica que ya se había logrado en el proceso de reconstrucción, nuestro análisis estará mejor justificado.53
(a) Falacias como descarrilamientos del maniobrar estratégico
El maniobrar estratégico que tiene lugar en el discurso argumentativo para mantener el equilibrio entre objetivos dialécticos y retóricos puede a veces llevar a inconsistencias y “descarrilarse”. Tales descarrilamientos generalmente coinciden con aquellas jugadas no constructivas en el discurso argumentativos a las que la tradición llamó falacias. Uno de los problemas cruciales a la hora de detectar falacias es el de cómo distinguir entre discurso argumentativo correcto y discurso argumentativo falaz. En la pragma-dialéctica las jugadas argumentativas se consideran correctas si están de acuerdo con las reglas que se aplican a la etapa de una discusión crítica en la que se realizan, y se consideran falaces cuando violan alguna de esas reglas.54 Sin embargo, para determinar sistemáticamente y para todas las etapas del proceso resolutorio si las jugadas argumentativas violan o no una regla, se necesitan criterios claros que permitan decidir cuándo exactamente se ha violado una cierta norma encapsulada en una discusión particular. El concepto de maniobrar estratégica puede coadyuvar en la identificación de tales criterios.
En principio, todas las jugadas hechas en el discurso argumentativo están motivadas tanto por el fin de argumentar razonablemente como por el fin de salirse con la suya, pero estas dos aspiraciones no se encuentran siempre en perfecto equilibrio. Por un lado, los hablantes y escritores pueden descuidar sus intereses persuasivos, por ejemplo por miedo a que se les perciba como no razonables; por otro lado, pueden descuidar su compromiso con el ideal crítico debido a su hábito de convencer a la otra parte. Si se descuida la persuasividad el argumentador sale perjudicado pero no su adversario, y por tanto no se puede “condenar” al primero como falaz. En cambio, si una de las partes de la discusión permite que su compromiso de llevar a cabo un intercambio razonable de jugadas argumentativas sea superado por el fin de persuadir a la otra parte, entonces el maniobrar estratégico se descarrilla, ya que la otra parte se vuelve una víctima del proceso. En ese caso el maniobrar estratégico se debe condenar como falaz.55
Cada modo de maniobrar estratégico se asocia a un cierto continuo de acción entre correcta y falaz, y a menudo la línea de demarcación entre ambas características solamente puede determinarse por el contexto.56 Los criterios para determinar si una maniobra estratégica es falaz pueden ser especificados de forma más plena y sistemática si somos capaces de apoyarnos en una clasificación bien motivada de los diversos modos de maniobrar estratégico en las diversas etapas de la discusión. Por ejemplo, si para la etapa de confrontación puede establecerse cuáles son las maneras de las que las partes de la discusión disponen para modular a su favor sea los temas en los que tienen una opinión diferente o las posiciones que asumen, y si se pueden especificar los modos de maniobrar estratégico que estén al servicio de ciertos fines retóricos “locales” y asociados a la etapa en cuestión, entonces se vuelve posible investigar con mayor precisión cuáles son las condiciones de corrección que se aplican. Cuando ponemos en relación los modos de maniobrar estratégico propios de la etapa de confrontación con el fin dialéctico de esa etapa, podremos establecer criterios apropiados que haya que tener en cuenta a la hora de decidir si una particular instancia de maniobrar estratégico se ha descarrilado o no, y por ende si se ha cometido o no una falacia.
(b) Ejemplificación de los límites del maniobrar estratégico
Para ejemplificar como puede proceder la identificación de criterios de demarcación entre modos falaces y correctos de maniobrar estratégico, podemos tomar como caso ilustrativo una “publicitorial” en la que [la transnacional petrolera] Shell defiende su permanencia dentro del proyecto de Gas Natural Licuado de Nigeria:57
Si nos salimos ahora, el proyecto se colapsará. (…) Una cancelación seguramente dañará a miles de nigerianos que iban a trabajar en el proyecto, y a cientos de miles que se beneficiarían dentro de la economía local. El medio ambiente también sufriría, ya que se espera que la planta reducirá en gran medida la necesidad de quemar gas en la industria petrolera.
Los argumentos para no salirse del proyecto los extrae la compañía Shell directamente de las preocupaciones que tienen sus adversarios políticos en cuanto al pueblo de Nigeria y al medio ambiente, de forma que su maniobrar estratégico se caracteriza por el uso de [lo que la retórica clásica llamaba] conciliatio, es decir el convencer a la otra parte explotando sus propios argumentos. Dadas las preocupaciones que profesan sus adversarios, Shell puede estar seguro de aceptación en el nivel de las proposiciones. Pero, ¿cómo procede la compañía petrolera a asegurarse de que sus adversarios acepten el potencial justificativo de los dos argumentos que apoyan un punto de vista que es precisamente el opuesto al de esos adversarios? La compañía presta apoyo a la idea de que los argumentos de sus adversarios tienen un potencial justificativo superior para su propio punto de vista, y lo hace afirmando que hay una relación causal entre salirse Shell del proyecto y que las circunstancias humanas y ambientales se deterioren. Con todo y usar la palabra “seguramente”, en realidad Shell no logra que el lector deje de cuestionar el supuesto vínculo causal, de forma que no puede sostenerse que ha ocurrido aquí de hecho un descarrilamiento del maniobrar estratégico, con lo cual no tenemos razones suficientes para acusar a Shell de una petitio principii. El uso de conciliatio será una descarrilamiento del maniobrar estratégico solamente si presuponemos que en todos los casos en los que alguien toma un argumento de la contraparte, ese argumento tiene automáticamente un potencial justificativo incuestionable para el punto de vista de que se trata, con lo cual no habría lugar para criticar ese presupuesto y se cometería siempre una petitio principii en esos casos.
2.5 Investigación empírica asociada a la teoría pragma-dialéctica
Durante las dos décadas pasadas los pragma-dialécticos han comenzado a llevar a cabo varios tipos de investigación empírica sobre el manejo de diferencias de opinión tanto en situaciones informales como en contextos más institucionalizados. Esta investigación está directamente relacionada con el marco teórico antes descrito y tiene por fin describir y explicar la manera en que las personas producen, identifican y evalúan el discurso argumentativo. Los temas que se investigan van desde los principios que organizan la práctica de argumentar hasta los procesos cognitivos y las estructuras discursivas que juegan un papel en producir e interpretar el discurso argumentativo así como los factores que dan cuenta de las diferencias individuales en la competencia argumentativa.
Como han mostrado van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993, 1997), es posible hacer aseveraciones empíricamente fundadas acerca de la función, estructura y contenido de intercambios argumentativos. Una fundamentación empírica primaria de semejantes aseveraciones proviene de evidencia etnográfica. Otras fuentes se hallan en la información comparada sobre el discurso en general y sus estructuras y estrategias convencionales. En casos de diálogo, otra fuente de fundamentación empírica puede provenir de varias pistas que indican cómo entienden los participantes mismos la función argumentativa del discurso. Pausas, interjecciones (“este…”, “bueno…”), interrupciones y vueltas a empezar son rasgos vocales característicos de turnos conversacionales