muy fuertes y producen suelos oscuros; estos pueden acumularse o disolverse y recubrir otras partículas del suelo con un color negro. Cuando el hierro es un componente del suelo, se oxida y las partículas del suelo se cubren de un tono rojo y amarillento. Cuando el óxido de manganeso es un componente principal del suelo, sus partículas adquieren una tonalidad negro púrpura. La presencia de estos colores suele indicar un buen drenaje y aireación.
Los suelos grises pueden indicar carencia de material orgánico. A menudo, también indican condiciones anaeróbicas porque los microbios que pueden sobrevivir en esas condiciones suelen usar el hierro del suelo, volviéndolo incoloro en el proceso. De forma similar, el magnesio se reduce a compuestos incoloros por otros tipos de microbios anaeróbicos del suelo.
Los científicos del suelo usan cartas de colores para identificar, comparar y describir las condiciones del suelo. Para el jardinero, sin embargo, el color juega un papel menor. Para nosotros, un buen suelo tiene el color del café oscuro y ello, de nuevo, debido a sus componentes orgánicos.
La textura del suelo
Los científicos del suelo describen el tamaño de las partículas del suelo en términos de textura. Existen tres categorías de textura del suelo: arena, arcilla y limo. Todos los suelos tienen una textura específica que permite juzgar su propensión a sustentar una red de nutrientes del suelo sana y, por tanto, plantas sanas.
La textura del suelo no tiene nada que ver con su composición. Si piensas, por ejemplo, que el término «arena» se aplica solo a las partículas de cuarzo te equivocas. Es cierto que la mayoría de las partículas de arena son cuarzo mineral, pero toda clase de rocas puede ser meteorizado hasta convertirse en arena: silicatos, feldespatos (silicato de potasio y aluminio, silicato de sodio y aluminio y silicato de calcio y aluminio), hierro y yeso (sulfato de calcio). Si la arena proviene de barreras de corales en la superficie es caliza. La mayor parte de las partículas de limo también son cuarzo mineral (solo que son mucho más pequeñas en tamaño que las que se encuentran en los suelos arenosos), y los limos pueden tener los mismos componentes que la arena. Las arcillas, por otro lado, se componen de un grupo completamente diferente de minerales, los silicatos de aluminio hidratados, junto con otros elementos tales como en magnesio o el hierro, que a veces sustituyen parte del aluminio.
Así que la idea clave para el jardinero es que la textura solo tiene que ver con el tamaño de las partículas y no su composición. Entonces, ¿qué tamaño de partículas constituye la arena, limo y arcilla?
Empecemos con la arena. Sin duda has estado en una playa y sabes que las partículas de arena son visibles a simple vista. Estas varían en diámetro de 0,06 a 2 mm. Cualquier cosa más grande tiene demasiado espacio entre las partículas individuales para ser útil a un jardinero excepto como grava para un camino. Las partículas de arena son lo suficientemente pequeñas pa-
ra retener algo de agua cuando se agregan, pero la mayor parte es agua gravitacional que drena con facilidad dejando mucho aire y tan solo un poco de agua capilar. Además, las partículas de arena son lo suficientemente grandes para verse influenciadas por la gravedad y se asientan rápidamente en el fondo cuando se mezclan con agua. En cuanto a la textura, los suelos con grandes proporciones de arena son grumosos cuando los frotas con los dedos.
El siguiente en el tamaño de la textura es el limo. Las partículas de arena pueden verse a simple vista, pero necesitarás un microscopio para ver las partículas individuales de limo. Al igual que la arena, consisten en roca meteorizada solo que son muchísimo más pequeñas, entre 0,004 y 0,06 mm de diámetro. Los espacios porosos entre las partículas de limo son mucho más pequeños y retienen mucha más agua capilar que la arena. Al igual que la arena, las partículas de limo se ven influenciadas por la gravedad y se depositarán cuando se sumerjan en agua. La textura del limo cuando se frota con los dedos es la de la harina.
Las arcillas se forman durante la intensa actividad hidrotermal o por acción química: la del ácido carbónico cuando meteoriza las rocas que contienen silicatos. Las partículas de arcilla se distinguen enseguida del limo, pero en este caso se requiere un microscopio electrónico, pues estas partículas son así de pequeñas; las más pequeñas que constituyen el suelo tienen 0,0004 mm de diámetro o menos. Las partículas de arcilla son «plásticas» y un poco resbaladizas cuando se frotan con los dedos. Ello obedece a que las partículas de arcilla absorben y retienen mucha agua, y de ahí que se conozcan como compuestos de silicatos hidratados. Además del silicio, contienen agua y a menudo aluminio, magnesio y hierro.
Para comparar, pongamos las cosas bajo una perspectiva más familiar. Si una partícula de arcilla tuviera el tamaño de una semilla de margarita, una partícula de limo sería un rábano grande, y un grano de arena sería una carretilla de jardín grande. Otra manera de ver la textura del suelo consiste en visualizar un gramo de arena (en torno a una cucharita de café) extendido con el espesor de una partícula. Esto ocuparía un área de aproximadamente una moneda de dos euros. Si tuvieras que extender una cantidad igual de arcilla del grosor de una partícula, necesitarías una cancha de baloncesto e incluso algunas de las gradas alrededor.
Un diagrama de las texturas del suelo.
¿Qué importancia tiene la textura? El tamaño de las partículas determina su área superficial y el área superficial de los espacios porosos entre las partículas individuales. La arcilla tiene una enorme área superficial en comparación con la arena. El limo está en medio. La arcilla tiene espacios porosos más pequeños entre las partículas, pero muchos más espacios porosos en total, así que el área superficial de los espacios porosos en la arcilla es mayor que la del limo, que a su vez es mayor que la de la arena. Por cierto, la materia orgánica, normalmente en forma de humus, se compone de partículas diminutas que, al igual que la arcilla, tienen mucha área superficial en donde se adhieren los nutrientes de las plantas, lo que evita la lixiviación. El humus también retiene el agua capilar.
Todos los suelos tienen texturas diferentes, pero cada uno puede ponerse en una categoría específica, dependiendo de la cantidad de granos del tamaño de la arena, limo y arcilla que contengan. El suelo ideal de un jardín es el suelo franco, una mezcla relativamente a partes iguales de arena, limo y arcilla. El suelo franco tiene el área superficial de limo y arcilla para retener nutrientes y agua, y el espacio poroso de la arena para facilitar el drenaje y ayudar a absorber aire.
Analiza tu suelo
Un buen suelo de jardín contiene de un 30 a un 50 % de limo, de un 20 a un 30 % de arcilla y de un 5 a un 10 % de materia orgánica. Puedes averiguar lo cerca que están tus suelos de este ideal: la tierra franca. Todo lo que se necesita es un tarro de un litro, dos tazas de agua, una cucharada sopera de un suavizante de agua como, por ejemplo, Calgon líquido. También necesitarás suelo de la parte superior de unos 30 cm de profundidad de las zonas que quieras analizar, ya sea tu huerto, arriates o césped.
Mezcla cada muestra de suelo con dos tazas de agua y una cucharada sopera de suavizante del agua. Deposítalo en el tarro, ciérralo y agita vigorosamente de forma que todas las partículas queden suspendidas en el agua. Entonces déjalo en reposo para que las cosas se asienten. Tras un par de minutos, todas las partículas de arena se habrán asentado. Lleva unas cuantas horas para que las partículas más pequeñas de limo se asienten encima de la arena. La mayor parte de las partículas más pequeñas del tamaño de la arcilla estarán en suspensión hasta un día entero. El material orgánico en el suelo flotará arriba y permanecerá ahí durante un periodo más largo.
Espera veinticuatro horas y entonces mide el grosor de cada capa con una regla. Para determinar el porcentaje de cada una, divide la profundidad o grosor de cada capa por el total de la profundidad de las tres capas y luego multiplica el resultado por cien. En el momento que sepas los porcentajes de cada material en tu suelo, podrás empezar a cambiarlo físicamente de ser necesario. Cómo hacerlo se aborda en la segunda parte de este libro.
La estructura del suelo
El tamaño individual del material particulado o textura es obviamente una característica importante de los suelos, pero también lo es la forma real que adoptan estas partículas