Óscar Pulido Cortés

Diagramas y Polifonías. Experiencias de Pensamiento


Скачать книгу

Se desarrollan experiencias integrales en perspectiva filosófica, es decir, pensamos y nos preguntamos constantemente sobre nuestras vidas, a través de actividades de expresión corporal, artísticas y actividades que promueven habilidades de pensamiento. Siempre hay invitados especiales —filósofos, escritores, especialistas del medio ambiente, museólogos, entre otros—, con los que los niños y niñas dialogan e intercambian inquietudes y saberes. Se incluyen desplazamientos y visitas a lugares destacables de la región como museos, parques naturales o el mismo municipio que los acoge. Se realiza una fogata, que usualmente es acompañada de una experiencia espiritual, dirigida por expertos en la cultura indígena de la región. A la fecha, se han llevado a cabo cinco versiones anuales, las cuales se instalan en las mismas instituciones educativas. En estos espacios, se alberga un gran número de niños y niñas estudiantes desde el grado quinto al séptimo.

      La organización cuenta con el apoyo institucional de los colegios y de la UPTC. También se recibe el apoyo municipal, pues, se vinculan las alcaldías y algunos sectores voluntarios, como la policía, la defensa civil y otras entidades que contribuyen con alimentación o recursos.

      Esta experiencia —considerada como única y novedosa—, reúne discursos, prácticas y recursos que se materializan en producciones propias del proyecto en Boyacá, como la colección Expresiones de Infancia, Editorial NEFI compuesta por tres libros: Filosofando con el universo: voces de la infancia (Suárez & Pulido-Cortés, 2016), Pregúntele al filósofo: inquietudes de la infancia (Suárez & Rodríguez, 2020) y Pensando la filosofía: voces de la infancia (Suárez & Mariño, 2020), donde los autores nos invitan a soñar y a transitar por el mundo filosófico de la infancia. Se puede afirmar, que los campamentos filosóficos producen muchas ganancias, no económicas, sino espirituales —en la perspectiva de Hadot (2006)—, y de conocimiento, ya que son tiempos de recogimiento y unión, espacios para pensar, preguntar y vivir.

      Perspectivas teóricas

      A continuación, se presentan los fundamentos teóricos del proyecto. Se hace un recorrido sobre las categorías de estudio, referentes que permiten hacer una lectura sobre las prácticas, discursos y materiales educativos que se han generado en Filosofía e Infancia. Estas categorías no son concebidas como núcleos de análisis individual o separado, sino como una estructura rizomática que se relaciona entre sí desde cada uno de sus puntos. Dichas categorías son: perspectiva de filosofía e infancia, práctica, pedagogía, maestro y materiales educativos.

      La perspectiva de Filosofía e Infancia

      La perspectiva de Filosofía e Infancia, es asumida como una experiencia pedagógica, una manera de comprender la filosofía y su encuentro con la infancia. En primer lugar, la filosofía como forma de vida, es una categoría acerca del concepto de experiencia de acuerdo con la obra de Foucault (2014), pues la conexión entre filosofía e infancia, adquiere el carácter de una experiencia vital, tal como podría hallarse en el mundo griego, explorado tanto por Foucault (2014), como por Hadot (1998), donde se comprende la filosofía como un modo de vida y no solo como un cúmulo de saberes, lo cual nos hace recordar su definición etimológica: la filosofía es amor a la sabiduría, deseo por el saber. En segundo lugar, se piensa en la filosofía como la forma por excelencia de relación, reconocimiento y agitación del otro, y también como forma máxima de la amistad, afecto, pasión.

      La opción teórica de la experiencia pedagógica, se expone en el capítulo Filosofía e infancia: un proyecto para cuidar de sí (Suárez, et. al. 2017). Resalta la intención centrada en el cuidado de sí, el cuidado de los otros y el cuidado de lo otro, hace que Filosofía e Infancia, se presente como una experiencia de constitución de sujetos y como ejercicio de pensamiento, en el sentido de que pensar quiere decir inventar. De esta manera, los ejercicios y las prácticas exigen una determinada actitud para pensarse a sí mismo, para relacionarse con el otro y para actuar ante el mundo. El cuidar de sí, implica formas de ejercitación que el sujeto realiza sobre sí mismo, pero que inciden en su entorno.

      Entonces, el cuidado de sí no es una actitud que se queda sólo en el interior de los sujetos. No se está preso en lo individual, pues implica también lo colectivo, lo exterior, tiene que ver consigo mismo y con los otros. Por medio de la actitud filosófica se da, entonces la actitud política. El individuo que se preocupa por sí mismo y se gobierna a sí mismo, tiene la capacidad de ocupar un lugar político en su sociedad, un lugar activo. El sujeto al cuidar de sí y tener una actitud filosófica, por ende, es crítico, creativo y sensible, lo que le da la capacidad de velar por su ciudad. (Suárez, et al., p.167)

      La infancia, en esta perspectiva, no es solo una opción etaria, es decir, que tiene en cuenta la edad, aunque los niños y adolescentes son el centro del proyecto, la infancia trasciende el fragmento poblacional y se asume como posibilidad, potencia, fuerza vital, una manera particular de habitar el mundo, caracterizada por: la pregunta, el cuestionamiento y la creación como acto de resistencia, lo lúdico como estado de bienestar, el pensamiento como experiencia, el saber como reconocimiento de lo que el hombre hace desde lo ancestral, hasta la tecnología de punta, un estado mágico, fantástico donde todo puede ser posible, y también como un acontecimiento político que es capaz de ubicarse críticamente ante las construcciones de las infancias institucionalizadas.

      La práctica y la pedagogía

      Según Espinel y Heredia (2017), la práctica puede estudiarse desde diversas ópticas según los cuestionamientos que surjan en relación con ella en una investigación. En el plano de lo educativo, la práctica es comúnmente concebida como la puesta en escena en el aula de clase de unos principios teóricos que surgen del ideal de sujeto que se espera formar en la escuela, pero no se limita a eso. La práctica, además, es el nicho donde los actores educativos, a partir de la realidad, recrean nuevas posturas y recurren a otras posibilidades pedagógicas.

      Desde los aportes de Foucault (como se citó en Castro, 2005), se retoman tres características de la noción de práctica que posibilitan su estudio: homogeneidad, sistematicidad y generalidad.

      Las tres características determinan los elementos que se deben tener en cuenta al analizar las prácticas de los maestros en Filosofía e Infancia, y los materiales educativos que de ellas emergen. Estas prácticas, al estar cargadas de una intencionalidad educativa, tienen una conexión directa con la pedagogía. Así, la categoría práctica pedagógica, propuesta por Zuluaga (1999), permite entender que, a partir de la práctica, los maestros se vinculan con los conocimientos y que se generan modos de actuar en la escuela. Es una categoría que permite analizar cómo el maestro traslada los saberes al aula de clase, cómo su proceder se ve influido por el contexto histórico y cultural y cómo los estudiantes y demás actores educativos se involucran y participan de esas prácticas, y construyen sus respectivas formas de apropiación. De esta manera, la práctica pedagógica es un campo de estudio que le permite al maestro movilizarse del discurso a la práctica y de la práctica al discurso, a través de la reflexión que lo conduce a la configuración de otros saberes.

      El maestro y los materiales

      En esta investigación se comprende que el maestro suscita un recorrido por el saber. Según Kohan (2014), el maestro está para acompañar y provocar la incertidumbre de los estudiantes, buscar otros lugares para ver y leer el mundo, estar en movimiento, buscar el afuera y mantenerse en un constante viaje que permite transitar de un lugar a otro, sin un punto de llegada determinado. En ese viaje se aprende a través de las experiencias y se dan otras formas de reinventar la escuela y las relaciones que allí surgen. En esta medida, es importante reconocer, conceptualizar, sistematizar y visibilizar esas otras formas de habitar y de proceder en la escuela. Pineda (2016), sobre la labor del maestro, afirma:

      Solo se trata de estar allí, de acompañarlos en sus dudas y en sus desafíos, en sus preguntas y en sus hipótesis… y celebrar con ellos cada pieza que encuentra por fin a aquella con la que ha logrado casar de alguna manera (tal vez nunca casen definitivamente, tal vez mañana aprendamos que todo fue un error, pero que la verdad se construye a través de todos esos intentos). Acompañar a los niños en la búsqueda de relaciones de sentido se traduce en la tarea del maestro. (p. 8)

      En cuanto a las prácticas del maestro, se evidencia la relación directa con el uso de los materiales