sobre Teosofía y Buddhismo, a un pueblo que desea ardientemente adquirir la civilización occidental y, según parece, ésta sólo se puede obtener por la adopción suicida del Cristianismo como religión nacional. ¡Ay, descuidan su religión nacional y natural a favor de un desarrollo parasítico y de la civilización occidental con sus (presuntas) bendiciones!
En verdad, la generación actual de japoneses es como la Grecia altiva ante Troya: “Nos ufanamos por ser mucho mejores que nuestros padres”.
Me he enterado, con decepción, que aunque se haya planeado una gira de conferencias en América, por parte del coronel Olcott, después de su visita a Japón, no pudo realizarse.
Aquí en Inglaterra, hemos trabajado duro, encarando y superando algunas dificultades; sin embargo, al igual que las cabezas de la Hydra, los obstáculos parecen multiplicarse a cada paso. Con todos estos problemas, una voluntad férrea y una devoción tenaz a nuestra gran causa, deben derrumbar, y derrumbarán, cada barrera, hasta que la corriente de la verdad irrumpa, arrastrando toda dificultad en su aluvión tumultuoso. Que el karma acelere la llegada de este día.
En el caso de América, su Karma nacional ha traído a la Teosofía a su casa. Muchos de ustedes son receptivos a la vida del alma, al aspecto psíquico de la naturaleza. Mientras la vida altruista no parece considerarse un ideal muy elevado, cuando se trata de ponerlo en práctica. Es natural que la Teosofía encuentre un nicho en muchos corazones y en muchas mentes y que suscite una armonía que resuene, tan pronto como alcance los oídos de los que están dispuestos a escuchar. En este caso, es su trabajo elevar la antorcha de la libertad del alma de la verdad, para que muchos la vean, beneficiándose de su luz.
Por eso la ética teosófica es más necesaria para la humanidad que los aspectos científicos de los hechos psíquicos humanos y de la naturaleza.
Con tales condiciones favorables para la Teosofía, como las que se encuentran en América, es natural que su Sociedad creciera rápidamente, dando nacimiento de una sucursal tras otra. Mientras la organización para la difusión de la Teosofía se amplía, debemos tener presente la necesidad de consolidación. La Sociedad debe crecer proporcionalmente y no demasiado rápido, para que no le suceda lo que ocurre con ciertos niños, que crecen excesivamente a menoscabo de su fuerza y, por ende, llega un momento de dificultad y peligro en el cual el crecimiento natural se detiene, para impedir el sacrificio del organismo. Este es un hecho real en el desarrollo de los seres humanos y debemos estar alerta para que el “niño más grande”, la Sociedad Teosófica, no sufra por la misma causa. Ya en el pasado, el desarrollo se detuvo en relación a los fenómenos psíquicos y todavía puede llegar un momento en que se arruinen, de manera análoga, los cimientos morales y éticos de la Sociedad. Lo que se puede hacer para prevenir algo similar, es que cada miembro de la Sociedad convierta la Teosofía en un factor viviente en su vida, haciéndola real, integrando firmemente los principios teosóficos en su existencia; en pocas palabras: que haga la Teosofía propia y que trate a la Sociedad Teosófica como si fuera sí mismo. El corolario de lo siguiente es la necesidad para la solidaridad entre los miembros de la Sociedad; la adquisición de tal sentimiento de identidad con cada uno de nuestros hermanos, pues, un ataque a uno de ellos es un ataque a todos. Entonces, consolidados y unidos en tal espíritu de hermandad y amor, no nos hará falta un punto de apoyo ni una palanca, como en el caso de Arquímedes, para levantar al mundo.
Necesitamos toda nuestra fuerza para encarar las dificultades y los peligros que nos rodean. Tenemos enemigos externos, a quienes combatir, en la forma de materialismo, prejuicio y obstinación; los enemigos disfrazados en la costumbre y las formas religiosas; enemigos demasiado numerosos para enumerarlos, pero tan densos como las nubes de arena que el viento Siroco levanta en el desierto. ¿Acaso no precisamos de toda nuestra fuerza contra estos enemigos? Sin embargo, existen enemigos más insidiosos quienes asumen nuestro nombre en vano, haciendo de la teosofía una palabra ridiculizada en las bocas de los hombres y de la Sociedad Teosófica, un blanco al cual tirar basura. Denigran a los teósofos y a la Teosofía, convirtiendo la ética moral en una capa con la cual cubrir sus objetivos egoístas. Y como si esto no fuera suficiente, existen los peores enemigos, los que vienen del mismo hogar: los teósofos desleales con la Sociedad y consigo mismos. En realidad, nos encontramos en medio de enemigos. Ante nosotros y a nuestro alrededor se extiende el “Valle de la Muerte” y debemos acometer a nuestros enemigos directamente si queremos vencer en la batalla. A la caballería, constituida de hombres y caballos, se le puede entrenar para que galope como si fuera un hombre en una acometida en el plano terrestre. ¿No deberíamos luchar y ganar la batalla del alma, pugnando en el espíritu del Ser Superior, para ganar nuestra herencia divina?
Echemos, por un momento, una mirada retrospectiva al camino recorrido. Como ya dijimos, tuvimos que mantenernos firmes contra los espiritistas, en el nombre de la verdad y de la ciencia espiritual. No me estoy refiriendo a los estudiantes del verdadero saber psíquico ni a los espiritistas iluminados, sino al orden ínfimo de los amantes de los fenómenos, los adoradores ciegos de fantasmas ilusorios de los muertos. Hemos luchado contra ellos por el bien de la verdad y también por el del mundo que ellos estaban extraviando. Lo reitero: nunca se ha librado una “batalla” contra los verdaderos estudiantes de las ciencias psíquicas. El año pasado, el profesor Coues se ocupó de hacer clara nuestra posición en su discurso a la sociedad occidental para la investigación psíquica. Expuse, de manera clara, la importancia real de los estudios psíquicos, haciendo un excelente trabajo en subrayar las dificultades, los peligros y, sobre todo, las responsabilidades de su búsqueda. Como él mostró, no sólo existe una similitud entre estas investigaciones y la producción de explosivos peligrosos, especialmente en manos inexpertas, sino que los experimentos se conducen sobre, con y por medio de, un alma humana, como dijo verídicamente el profesor. El experimentador, si no se ha preparado atentamente mediante un curso de estudio largo y especial, pone en riesgo, no sólo el alma del médium, sino la suya. Los experimentos hipnóticos y mesméricos actuales, son experimentos de magia negra inconsciente, si no es que consciente. El camino que conduce a tal destrucción está abierto, amplio y muy fácil de encontrar. Y muchos son los que, no sabiendo, se encaminan hacia su destrucción. La cura práctica de esto yace sólo en el curso de estudio que he mencionado anteriormente. Parece muy simple, pero es profundamente difícil, pues el remedio es el “altruismo”, la tónica de la Teosofía y la cura para todos los males. Esto es lo que los verdaderos Fundadores de la Sociedad Teosófica promueven como su primer objetivo: la hermandad universal.
Por lo tanto, la Sociedad Teosófica, aún siendo sólo un grupo de altruistas nominales, debe luchar contra todos los que, bajo su estandarte, tratan de obtener los poderes mágicos a fin de usarlos para sus fines egoístas a costa de los demás.
Muchos se han unido a la Sociedad sólo por curiosidad. Estaban en pos de los fenómenos psíquicos y, sin embargo, mantenían su actitud recalcitrante de abandonar, mínimamente, sus placeres y hábitos para obtenerlos. Ellos, muy a menudo, se alejaron con las manos vacías. La Sociedad Teosófica jamás ha sido, ni jamás será, una escuela de ritos teúrgicos promiscuos. Sin embargo, existen docenas de pequeñas Sociedades ocultas que hablan con soltura de la magia, del ocultismo, de los rosacruces, de los adeptos, etc., las cuales profesan mucho, hasta la entrega de la clave del Universo, sin embargo terminan con conducir a los seres humanos a una calle sin salida, en lugar de la “Puerta de los Misterios.” Estos son unos de nuestros enemigos más insidiosos. Bajo el disfraz de la filosofía de la Religión–Sabiduría, logran elaborar una jerga mística que es eficaz por el momento, permitiéndoles, gracias a la ayuda de un poco de clarividencia, extraviar a los aspirantes a lo oculto con tendencias místicas e ignorantes, conduciéndolos, como ovejas, adonde ellos quieren. Un ejemplo de esto es la H.B de L. de mala reputación y el ahora famoso G. N. K. R. ¡Ay! de aquellos que tratan de convertir una filosofía noble en un antro para la inmoralidad repugnante, la codicia por un poder egoísta y el lucro, bajo el disfraz de la Teosofía. El karma los alcanzará cuando menos lo esperen. ¿Es posible, para nuestra Sociedad, asistir a esto y ser respetada, a menos que sus miembros estén preparados, en el futuro, a encararlo todo como si fueran un solo hombre y lidiar con tales calumnias hacia ellos mismos, como teósofos, y tales caricaturas viles de sus ideales más elevados,