H. P. Blavatsky

El holograma esotérico


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el momento de la cosecha, al cual le sucede el invierno con sus tempestades. Por lo tanto, a pesar de que felicite a todos ustedes, mis colaboradores sinceros y activos por nuestra noble causa, y especialmente mi querido colega W. Q. Judge, debo instarles a que incrementen sus esfuerzos en lugar de relajarlos.

      Al considerar, retrospectivamente, el año que acaba de transcurrir, ustedes se han percatado de cuanto se ha realizado mediante el poder de la unión y de la devoción altruista al trabajo. Durante 1888 y 1889, sólo seis nuevas sucursales se han formado en América; mientras que, en el año pasado, se han organizado 15 sucursales más; de misma forma, en proporción, los números de la Sociedad han crecido de manera más rápida. Lo que es aún más importante, es el cambio de ánimo entre los miembros, en lo referente a la Sociedad y a su trabajo, cuyas señales no son escasas. Los doce meses pasados han presenciado más actividad en el verdadero trabajo teosófico: el esfuerzo por ayudar a los demás, que cualquier año anterior en la historia de la Sociedad en Occidente. Existen señales visibles, aunque afloran sólo gradualmente, las cuales nos indican que sus miembros están, finalmente, despertándose de su apatía, dedicándose al trabajo con ardor para practicar el primer principio de la verdadera Teosofía: la hermandad universal. Se están percatando, gradualmente, del deber de ayudar a los demás, así como ellos han sido ayudados, difundiendo, entre todos, un conocimiento de las verdades balsámicas y vitales de la Teosofía. El esfuerzo por enviar los folletos está recibiendo un apoyo constante, más trabajadores están dando su asistencia voluntaria y los fondos están llegando para realizar el trabajo con mayor eficacia y ardor. Las sucursales de la costa del Pácifico han puesto el ejemplo al emprender esta tarea como trabajo de sucursal de manera sistemática y organizada; y se debe elogiar la entrega devota de estos trabajadores. Enviamos nuestra gratitud también a todos los miembros sinceros en América que han respondido de manera tan noble y generosa a mi ruego de ayuda para continuar la publicación de la revista Lucifer. Mis agradecimientos más profundos se dirigen a cada uno de ellos personalmente; y el fruto de sus esfuerzos madurará en el curso futuro de la revista.

      Durante el año pasado, en Inglaterra, la Sociedad Teosófica y su trabajo ha crecido rápidamente, extendiéndose mucho. Nuestra causa ha obtenido dos adherentes nobles y devotos, cuyos nombres han sido prominentes por largos años, en relación con todo esfuerzo por auxiliar verdaderamente a la humanidad que sufre; estoy hablando de Annie Besant y de Herbert Burrows. Con ellos, nuestro movimiento en occidente ha ganado exponentes capaces, tanto con la pluma como con el lenguaje. Han llenado, de alguna manera, la profunda necesidad, sentida desde hace tiempo, de oradores que pudiesen colocar la Teosofía en su verdadera luz ante un gran público; y yo, especialmente, le debo mucho a Annie Besant por su asistencia individual y cooperación en la organización de la revista Lucifer.

      Aquí, en los últimos doce meses, se han formado nuevas ramas, un amplio número de miembros se ha unido a nuestras filas, mientras el cambio de tono de la prensa, las cartas y los artículos frecuentes sobre la Teosofía, hacen evidente el crecimiento del interés general al respecto. El interés en Londres es tan intenso, que nos vimos obligados a construir una gran sala de reunión en la nueva sede central, adonde nos trasladaremos en agosto para las reuniones semanales de la Logia Blavatsky, ya que nuestro antiguo lugar es demasiado pequeño para acoger el número de visitantes que viene a las reuniones.

      La visita prolongada del coronel Olcott en Inglaterra ha auxiliado mucho nuestro trabajo. Sus conferencias en Inglaterra y en Irlanda han suscitado la formación de nuevas sucursales y su ejemplo e influencia han contribuido positivamente bajo todo aspecto. Para mí, su presencia ha sido un gran placer y una gran satisfacción; además, la fuerza añadida cuando los “dos Fundadores” estaban juntos, otra vez, cerca el uno del otro, ha repercutido en todo aspecto de nuestro trabajo. Con gran dolor le he visto partir para la India sin que pudiera visitar América, como había prometido; pero la Sociedad en oriente lo necesita más y la muerte de Powell hizo imperativo su regreso inmediato. Aunque no haya conocido a Powell personalmente, no puedo no rendirle un caluroso tributo de gratitud en su memoria por el espléndido trabajo cumplido en favor de la Sociedad y por la nobleza de su completa abnegación para servir a la humanidad. Dos trabajadores de aquí, Bowels Daly y E. D. Fawcett, han acompañado al coronel Olcott en su regreso a la India, y estoy segura que la presencia de estos dos caballeros en Adyar será muy útil para mi amado colega, nuestro presidente Fundador.

      Gran parte de estos resultados se deben a la fuerza que se ha agregado y, sobre todo, al espíritu desarrollado de solidaridad que la organización de la Sección Esotérica ha infundido en la Sociedad Teosófica. A los miembros de esa Sección les digo: vean y percátense de los grandiosos resultados realizados por quienes son verdaderamente sinceros y unidos altruistamente, a fin de trabajar en favor de la humanidad. Que el resultado de este año les muestre, con señales inequívocas, la responsabilidad importante que les incumbe, no sólo hacia la Sociedad, sino hacia la humanidad entera. Por lo tanto, no relajen, ni por un instante, sus esfuerzos, acérquense más, hombro a hombro, cada día. Estén unidos como si fueran un solo hombre, pase lo que pase, que haga buen tiempo o tempestad, y la victoria de la causa a la cual han dado su promesa solemne será cierta. Si se esmeran, al unísono con su ser superior, sus esfuerzos fructificarán en el bien y así ocurrirá para la Sociedad, para ustedes y para la humanidad. Los años futuros mostrarán un crecimiento constante y sano, una organización fuerte y unida, un instrumento durable, confiable y eficaz en mano de los maestros. Una vez unidos en solidaridad real, en el verdadero espíritu de hermandad universal, ningún poder podrá derrumbarles, ningún obstáculo podrá impedir su progreso y ninguna barrera detendrá el adelanto de la Teosofía en el siglo venidero.

      Ya hemos dicho lo suficiente acerca del pasado. Que el aliento que procede de los resultados cumplidos durante el año transcurrido, nos induzca a realizar mayores esfuerzos, obrando con más intensidad. Que todos sientan que tras de la Sociedad Teosófica se encuentra un poder que nos infundirá la fuerza necesaria para mover el mundo, si sólo nos uniéramos y trabajáramos como si fuéramos una mente y un corazón. El único requisito que los maestros nos piden es que cada uno haga lo mejor que puede y, sobre todo, que cada uno se esfuerce, verdaderamente, para sentirse uno con todos sus compañeros de trabajo. Lo que se necesita no es un acuerdo pasivo sobre cuestiones intelectuales o una unanimidad imposible en lo que concierne a todos los detalles del trabajo; sino que una sincera devoción procedente del corazón para nuestra causa, la cual inducirá a cada uno a ayudar a su hermano lo mejor que pueda, para efectuar el trabajo en favor de la causa; ya sea que concuerden o no en el método exacto para llevar a cabo esta obra. El único individuo que yerra completamente en su método, es aquel que nada hace. Cada uno puede y debería cooperar con los demás, cohesionándose en un amplio espíritu de amistad sentida en el corazón, a fin de fomentar el trabajo para llevar la Teosofía al hogar de todo ser humano en el mundo.

      Miremos adelante y no atrás. ¿Qué nos deparará el futuro? En primer lugar, una advertencia. Al comenzar el nuevo ciclo, los precursores de la nueva sub–raza entran en escena en el continente americano, por lo tanto, presenciamos el preludio del desarrollo de los poderes psíquicos y ocultos humanos. De ahí, el gran adelanto de movimientos como la ciencia cristiana, la curación de la mente, la curación metafísica, la curación espiritual y así sucesivamente. Todos estos movimientos ejemplifican, simplemente, las diferentes fases del ejercicio de estos poderes crecientes, aún no comprendidos y, por ende, puestos en práctica de forma errónea a causa de la ignorancia. Hay que entender, a la vez, que todas estas manifestaciones nada entrañan de “espiritual” o de “divino”. Las curaciones que llevan a cabo se remontan, simplemente, al ejercicio inconsciente del poder oculto en los planos inferiores de la naturaleza, por lo usual, de prana o las corrientes vitales. Las teorías conflictivas de estas escuelas estriban en una metafísica mal aplicada y mal comprendida y, a menudo, en falacias lógicas absurdamente grotescas. Sin embargo, todas tienen un aspecto común que presenta el riesgo más grande en el futuro inmediato. En casi toda circunstancia, la tónica de la enseñanza de estas escuelas es tal que conduce a la gente a considerar el proceso de curación como si se aplicara a la mente del paciente. Aquí es donde yace el peligro, ya que cualquiera de estos procesos es simplemente una psicologización del paciente, a pesar del astuto disfraz orquestado