Gustavo Rodíguez Ostria

La acumulación originaria de capital en Bolivia 1825 - 1855


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Tipología y configuración de las formaciones sociales

      Las formaciones sociales no son evidentemente un todo único e indiferenciado; adquieren más bien distintos matices que permiten tipologizarlas, ya en función a la configuración estructural que defina su carácter histórico, resultante este del predominio de un modo de producción u otro –tipología que puede corresponder a un solo periodo cronológico y/o a toda la historia humana–, o por la forma en que este, al realizar su hegemonía, se relaciona y articula con los modos de producción dominados.

      Es en consideración a estos aspectos que tomamos en cuenta sólo aquellos donde el modo de producción es clasista. Por tanto, con relaciones de producción asimétrica, las formaciones sociales se dividirían en:

      a) formaciones sociales precapitalistas: tributarias; esclavistas; feudales

      b) formaciones sociales capitalistas.

      Y sus diferencias fundamentales (al igual que al nivel de modo de producción) pueden encontrarse principalmente por los mecanismos de apropiación del excedente y por la forma de producción del mismo, y secundariamente por su localización espacial.

      Por otra parte, la anterior división tiene la ventaja de mostrar y explicitar aquellas formaciones sociales (las precapitalistas), hoy ya desaparecidas, de aquella única dominante (la capitalista) a nivel mundial y local (sin contar, por supuesto, las formaciones sociales socialistas).

      En ellas, estas particularidades provienen de la clase de imbricación que mantenga o pueda mantener el modo de producción capitalista ya constituido en dominante, o en vías de serlo (etapa de transición), con los modos de producción precapitalistas que ya subordinan o intentan hacerlo. Así decimos que existe una relación funcional cuando la presencia de modos de producción precapitalista no impide el desarrollo (crecimiento) y la supervivencia del modo de producción capitalista, tal como este se ha constituido originalmente en un país; coexistencia que es, por tanto, funcional a sus sistemas de dominación y patrones de acumulación; la misma que será rota si su posterior extensión regional-sectorial así lo requiere, fenómeno que generalmente aparece unido al desplazamiento de una fracción de la clase capitalista que es sustituida, a su vez, en la hegemonía del modo (y la formación) por otra.

      Una formación combinada amalgama elementos derivados de diferentes niveles de desarrollo social. Su estructura interna es, por lo tanto, altamente contradictoria. La oposición de sus polos constituyentes no solamente importa inestabilidad a la formación, sino que lleva a posteriores desarrollos. Más claramente que a cualquier otra formación, la lucha de opuestos caracteriza el curso de vida de una formación combinada. (Novack, 1973: 65)

      En consecuencia, y por la forma en que se estructuran dentro de la formación social los modos de producción bajo la hegemonía capitalista, podemos dividir a estas formaciones sociales en aquellas en las que “[e]l Modo de Producción capitalista no solamente es dominante, sino como su extensión está basada en la ampliación del mercado interno, tiende a convertirse en exclusivo” (relación funcional) (Amin, 1975: 53), en contraposición de aquellas “que tienen la particularidad de que […] es dominante el Modo de Producción capitalista, pero esta dominación no conduce a una tendencia exclusiva porque la dominación del capitalista no está basada en la extensión del mercado interno” (relación no funcional) (ibid.: 54).

      Es necesario señalar que el error de Samir Amin consiste en asimilar la primera clase de formación social, que denominaremos formación social de capitalismo exclusivo, únicamente a los países imperialistas, no pudiendo esta relación mecanicista explicar la evidente existencia de países dependientes, cuyo desarrollo capitalista adquiere una tendencia exclusivista. Theotonio Dos Santos señala:

      La imagen que la mayoría de los científicos sociales se han formado de América Latina, se arraiga en una situación histórica superada. No han sabido apreciar en los debidos términos los efectos de los procesos de industrialización y de urbanización que se intensificaron en la última década, transformando progresivamente la América Latina agraria y campesina en una región cada vez más industrial y urbana. (1967: 10)

      Quizá la afirmación de Samir Amin –siempre en lo que se refiere a los países periféricos– pueda tomarse en un sentido global. Como también ha hecho notar Manuel Castells:

      La primera gran consecuencia de la penetración colonial y del desarrollo capitalista dependiente es: la interpretación de varios modos de producción en forma tal que (salvo en los países constituidos por inmigración masiva como la Argentina), continúan existiendo vestigios importantes de ellos, incluso bajo la dominación del Modo de Producción capitalista. La comunidad primitiva, el feudalismo, la esclavitud, el capitalismo, se combinan en una complejísima trama de la que el Perú constituye el mejor ejemplo. (1975: 163)

      Por tanto, clasificaremos las formaciones capitalistas independientemente de su ubicación en el espacio económico mundial de la siguiente manera:

      b) formaciones sociales de capitalismo no exclusivo.

      Ahora bien, el supuesto subyacente tras las anteriores categorizaciones entiende las formaciones sociales como entes aislados, cerradas en sí mismas, cuyo modo de producción dominante únicamente desea asegurar en expansión y/o hegemonía interna, sin proyectar estas externamente hacia otras formaciones sociales.

      Esta situación existente en determinados horizontes temporales, en los cuales coexistieron formaciones sociales disímiles sin alcanzar ningún o poco grado de relación económica e incluso sin conocimiento de su mutua existencia, aislamiento que manaba de su propia configuración estructural, implicaba un sistema económico social donde la reproducción, sostenimiento y forma de vida de la(s) clase(s) dominante(s) se aseguraban principalmente mediante la exacción y captación del excedente interno y/o donde los procesos productivos no exigían una constante ampliación del mercado, y/o no era necesario contar para los mismos con materias primas foráneas y/o no existían (o no se buscaban) mayores “ganancias” en el exterior y/o la producción no era lo suficientemente grande para ser exportada (debido al bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas), adquiriendo, por tanto, la relación externa cuando existía a través del comercio, fundamentalmente, un carácter marginal al funcionamiento de la formación social (salvo en algunos casos, como los fenicios, por ejemplo).