Gustavo Rodíguez Ostria

La acumulación originaria de capital en Bolivia 1825 - 1855


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i). Pero, sobre todo, encontrar una metodología para analizar aquellos países donde el capitalismo se articula con modos de producción precapitalistas (capítulo ii). En la segunda parte, mostramos cómo la independencia, a la par que abrió un camino hacia la acumulación capitalista, constituyó un triunfo de los latifundistas y los sectores conservadores que a la postre bloquearían esta (capítulo i). Seguidamente, indicamos cómo la insuficiencia de las fuerzas sociales internas y el dominio comercial inglés determinaron el carácter del modo de producción capitalista en Bolivia, aunque no lo originaron todavía (capítulo ii).

      En los restantes capítulos indagamos sobre la acumulación originaria propiamente dicha, señalando las vías que esta usó (capítulo iii) y la manera en que influyó en la articulación del feudalismo agrario con el naciente capitalismo (capítulo iv).

      Para terminar, mostramos los límites de esta acumulación nacional y cómo esta situación, unida al dominio imperialista, impidió el surgimiento de una burguesía nacional en Bolivia (capítulo v). Sobre todos estos aspectos, nuestro trabajo debe ser considerado un ensayo.

      En el entendido de que no es necesario esperar de la teoría más de lo que realmente puede mostrar, acudimos a la verificación a través de datos. Desgraciadamente, la dispersión de los existentes dificulta en mucho esta investigación. Con estas limitaciones, hemos acudido a los catastros rústicos y libros de las notarías de hacienda en los departamentos de Cochabamba y La Paz.

      Aquí tampoco la elección es casual, aunque está fuertemente motivada por la disponibilidad de datos. Cochabamba tiene fama de ser una región eminentemente agrícola y su estructura agraria mostraba, en el siglo xix, un gran dominio de las haciendas feudales, por lo que consideramos que cumple los requisitos mínimos para nuestro propósito. La Paz en tanto se convertía cada vez más en un centro de decisión política y económica que se confirmaría después de la revolución liberal al filo del siglo xix. Empero, en la medida de lo posible, se ha tratado de verificar estos datos con los provenientes de los departamentos de Sucre y Tarija, aunque en esto no siempre se utilizan datos primarios.

      1 “Las enormes distancias y las montañas sólo podían ser dominadas por excelentes carreteras y ferrovías; la naturaleza abrupta por los andariveles, la carencia de agua y las inundaciones mediante costosos acueductos, poderosas bombas y socavones; la dureza de las rocas desapareció ante las potentes perforadoras. La gran explotación no puede imaginarse aislada de la electrificación; del montaje de fantásticas plantas hidroeléctricas; la complejidad extrema de los minerales obligó a sustituir los métodos primitivos de purificación con otros modernos que corresponden a los últimos adelantos de la técnica metalúrgica. Esta labor progresista la cumplió el capital internacional; la clase dominante nacional que buscó ser suplantada por fuerzas foráneas, vio reducido su papel a la función de simple agente de aquella fuerza” (Lora, 1967: 135-136).

      2 En cuanto a esto último, entre 1884 y 1888, el presidente fue Gregorio Pacheco; entre 1888 y 1892, Aniceto Arce; 1892-1896, Mariano Baptista, y entre 1896 y 1899, Severo Fernández Alonso. Nótese que todos ellos, salvo Baptista, eran capitalistas mineros.

      3 Se refiere al actual Archivo Histórico de La Paz, que está bajo dependencia de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés. (ne)

      PARTE PRIMERA

      Marco teórico-conceptual

      CAPÍTULO I

      Modos de producción

      y formaciones sociales

      El investigador necesita definir los conceptos con que trabaja. Esto es lo que nos proponemos en este capítulo.

      En la relación dialéctica que entabla el hombre para sobrevivir y reproducirse entra en contacto e interactúa doblemente:

      b) con otros hombres, con los cuales se organiza en el proceso productivo, independientemente de su conciencia, a través de la forma de propiedad de los medios de producción.

      La conjunción de ambos determina principalmente el grado y diversidad de apropiación del medio, la forma como se obtienen, distribuyen y utilizan los ingresos, se articulan y sitúan las clases sociales en el proceso productivo, se estructuran los aparatos políticos e ideológicos. Esto último constituye la superestructura.

      Estos dos niveles, mutuamente integrados, el primero denominado fuerzas productivas y el segundo relaciones de producción, que en el espacio histórico se articulan alcanzando diversos y distintos grados de desarrollo y cuyas

      combinaciones e interacciones entre unas y otras proporcionan las bases y la trama de las (sociedades) que se suceden a través de la historia humana: Sociedades Primitivas, Sociedades de Regadía, o de Despotismo Orientales, de Esclavismo, Feudalismo, Capitalismo, Socialismo, Formas Mixtas o Aberrantes; cada una de las cuales sigue en general un ciclo de nacimiento, crecimiento, apogeo, crisis intermedia y terminales. (Kaplan, 1976: 139)

      Es necesario advertir, sin embargo, que el segundo nivel (las relaciones de producción) no indica necesariamente igualdad en las mismas, sino, más bien, en determinados modos de producción (clasistas) son asimétricas, revistiendo un carácter de explotación (apropiación del super-plus por alguien distinto al productor directo). Es esta idea,

      en ocasiones difícil de captar por la cortina que interponen los esquemas, o los prejuicios, que hace que el hombre no pueda ser concebido independientemente de una determinada relación social, que no sólo es cotidiana, diaria, sino fundamental y que es el tipo de relación que guarda en el trabajo y la producción. (Gonzales, 1975: 29)

      Lo que constituye el único criterio válido para definir y catalogar un modo de producción, “lo único que distingue uno de los otros tipos de Sociedad, o la Sociedad de la Esclavitud de la de Trabajo Asalariado, es la formación de este trabajo excedente que le es arrancado al productor inmediato”, dice Karl Marx en El capital (1976: 164).

      En general, el concepto de modo de producción, sea cual fuere su estructura u origen, presenta las siguientes características.

      Como categoría, la noción del modo de producción adquiere simplemente un carácter explicativo-formal, utilizable para interpretar organizaciones productivas dentro de las cuales las relaciones de producción son homogéneas; está claro entonces que, en un modo de producción, no existen ni coexisten otro tipo de relaciones de producción.

      La abstracción del concepto de modo de producción significa, por tanto, aislar de la heterogeneidad todas aquellas relaciones de producción que no corresponden al modo de producción a estudiarse, dejando a este en su estado “puro”. Es solamente en este sentido que puede decirse que un Modo de Producción es un concepto abstracto que no existe en la realidad concreta, en la medida (como se verá más adelante) en que en una sociedad se encuentran diferentes y variadas formas de relaciones de producción. Metodológicamente, esta conceptualización impide los errores que devienen del uso de un mismo instrumental teórico, propio y característico de cada modo de producción en la investigación de la estructura y funcionamiento de todos los modos (la noción de capital, por ejemplo).