Alberto Alexis Martínez

Vidas - Relatos y emociones


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vez que Lucía le avisa a Dan sobre la aprobación de su hijo que acepta conocerle, entonces marcan una cena para el domingo y Dan es esperado con cierta amabilidad por Tony, cuando Lucia se lo presenta.

      Dan le abraza y comenta:

      —Estoy orgulloso de conocerte, porque soy tu fan desde que fuiste la estrella de aquel partido en la final por el campeonato nacional hace cuatro temporadas...

      —A sí, fue un gran partido aquel —responde Tony.

      Así es que Dan le lleva la conversación por el tema del fútbol, como su gran admirador, donde demuestra sentir un notorio orgullo por el chico, cosa que a Tony le cae muy bien, pues Dan era un perfecto crítico y comentarista sobre el tema, donde defendía situaciones correctas que a Tony le habían fallado los jueces, esto le genera un gran aprecio, a lo que Dan, le propone todo tipo de ayuda económica para conseguirle al mejor representante que le pueda convertir en una estrella mayor en el fútbol.

      Compenetrados en el tema del fútbol, ambos acaban dejando sola a Lucía mientras salen abrazados a dar una vuelta por el jardín comentando todo lo que a este deporte se refiere y a la forma en que Dan podía invertir capital en él, para que sea integrado a las ligas mayores, donde, no solo se requiere capacidad, sino también un apoyo económico en base a publicidad y prensa.

      Tony en consecuencia, acaba aceptando bien a Dan, quien, con su fuerte estímulo, le brindó la confianza que al chico le había faltado siempre por la carencia de un padre, así que Dan fue aprobado totalmente no solo por Lucia, sino también por Tony que encontró en él a un Mentor que nunca había tenido.

      Estando todos muy felices, se vuelven a reunir con total afecto dos o tres veces por semana, hasta que cierto día, Dan la invita a cenar a Lucia el viernes, diciéndole que sería un día muy especial, pues deberían hablar de algo muy serio, si bien, Dan se lo dijo en un tono tan cariñoso que ella no sintió miedo sobre lo que Dan le fuera a decir...

      Una vez en un restaurante, Dan, le dice:

      —Hoy tengo dos cosas muy importantes para decirte, estás pronta… Entonces, la primera es esta —Dan saca un anillo y le dice— Quiero casarme contigo, y quiero que no dudes ni un instante de que te amo, ¿tú me aceptas?

      —Sí, claro Dan, claro que acepto…

      Ahí ambos se dan un beso, luego, Dan continúa…

      —Pero hay una segunda cosa que tengo que decirte y que es muy importante, antes de más nada, quiero que sepas que por sobre todas las cosas, no dudes de que yo me enamoré de ti, pero hay algo más en el pasado que te lo tengo que contar.

      —¿De qué se trata Dan? no me asustes.

      —No, no es nada malo, es solo que hay algo que creo que nunca te lo esperarías, veras… —Y ahí Dan comienza a hablar con ella largo y tendido por un par de horas... En eso, en algunos momentos ella lagrimea, sacude su cabeza y finalmente, entre llanto y sonrisas, ella termina abrazada a él.

      Al otro día, Lucia le dice a Tony que esa noche vendrá a cenar Dan, y que quiere que esté presente para hablar de algo muy importante con él.

      Siendo ya de noche, así que llega Dan, Lucía había preparado una deliciosa cena, y en cuanto toman un aperitivo, Dan propone un brindis por algo muy especial…

      —Te explicaré Tony —dice Dan, en cuanto bebe un trago y tras un respiro, continúa— Hijo, la vida está llena de situaciones, así que te contaré algo de mi vida que tú lo tienes que saber...

      —Bien, te escucho Dan…

      —Hace muchos años, yo era un Especialista en Motores de Automóvil y la situación aquí no estaba bien, así que me llamaron de una empresa en España, y finalmente acepté una oferta de empleo con un excelente salario por tres años, así que marché a España con mi esposa, y allá tuvimos un hijo poco antes de terminar mi contrato y de regresar a Estados Unidos, así que sacamos los pasajes para volver en un barco donde abordamos con mi esposa y mi hijo de once meses... En esa travesía, se inició un incendio a bordo cuando estábamos ya cerca de la costa este, así que se solicitó auxilio, mientras entre los tripulantes y otros hombres que éramos pasajeros intentamos sofocar el fuego a bordo, yo le dije a mi esposa con mi hijo en brazos que corriera a donde estaban los botes salvavidas ante el eventual naufragio del buque, que es lo que intentábamos evitar. El bote salvavidas ya estaba comenzando a bajar, cuando mi esposa arrojó al niño sobre el bote donde lo atrapó una mujer, y luego ella intentó saltar, pero no consiguió apoyarse y sin hacer pie cayó al mar perdiéndose en las aguas...

      Tras una pausa, Dan continúa:

      —Finalmente, yo salté a un último bote con otros hombres, donde los que quedamos como sobrevivientes fuimos rescatados bastante tiempo después por diversos barcos que llegaron en nuestro auxilio, pero una vez en tierra, fue muy difícil encontrar a otros sobrevivientes entre los muertos y desaparecidos.

      Sin condiciones, yo había quedado solo, había perdido todo, mi familia, mi documentación y el dinero, inicialmente, yo quedé internado por quemaduras y un principio de problemas pulmonares por el humo, en fin… Cuando fui dado de alta, no tenía más noticias de mi esposa ni de mi hijo... Así que tuve que ponerme a trabajar para poder sobrevivir ahora en Nueva York e intentar descubrir lo que había sucedido con ellos. Pasados los años, ya con una situación económica estable, contraté entonces a un experto en tragedias náuticas, que, tras muchas investigaciones, me informó que, en ese viaje, habían abordado cinco niños de menos de un año, incluido mi hijo, pero que, según los registros, habían sido rescatados cinco niños con vida de menos de un año… Esto me confirmó que mi hijo estaba vivo.

      Contraté entonces a un investigador particular para que localizara a esos niños y uno a uno fueron siendo descartados, hasta que se llegó a la situación de que una mujer había abordado sola, pero salió con un hijo en sus brazos, el investigador finalmente, descubrió que el chico jugaba al fútbol, así que le solicitó su transpirada camiseta para poder hacerle un análisis de ADN, por medio del cual, se corroboró que ese chico, que en definitiva, era mi hijo, eres tú y que la mujer que lo recogió y lo salvó al niño para cuidarlo con todo su amor, era tu actual madre Lucia, a quien yo ahora, le he pedido que se case conmigo, porque su hijo, o seas tú, es también mi hijo y yo soy tu verdadero padre.

      Tony, de inicio quedó mudo, luego, como despertando de un sueño, consiguió gritar,

      —¡Papá!, ¡entonces yo tengo un padre, yo tengo un padre!

      —Sí, así es hijo, y siempre lo tuviste, solo que no te pude encontrar antes, pero tu madre te cuidó bien, y ahora tendrás madre y padre en casa.

      Tony comprendió que su padre no escatimó recursos para encontrarle, por lo tanto, él no había muerto como creía, y nunca le había abandonado.

      Lucía, por su parte, no sabía quién era el padre de aquel niño que recibió en el bote antes de que su madre cayera al mar, y tampoco si se había salvado o no, pero finalmente, el milagro ocurrió, y ese milagro fue Dan Nolan, que ahora había aparecido y que sería su marido y padre de su hijo.

      07. MARY Y EL PADRECITO

      Mary tenía trece años, y ya empezaba a pensar como una señorita, por lo tanto, las fantasías fluían por su cabeza, muy en especial, cuando veía pasar frente a su casa, a un apuesto joven estudiante que siempre pasaba elegante de jeans y camisa a cuadros con sus libros debajo del brazo, el muchacho era un individuo que en ese entonces tenía ya veinte años.

      En sus fantasías la niña lo miraba y suspiraba por él, como si fuera un príncipe azul que venía a buscarla en su corcel blanco, pero en realidad, el joven solo pasaba de camino a sus estudios. Mary se ponía entonces todas las tardes a la misma hora en la ventana o en el jardín para verle pasar. Un día, el joven notó la presencia de la chica que todos los días estaba allí mirándole sonriente, pero que solo era una niña, así que él le sonrió, a lo que ella también le sonrió muy simpáticamente. Cada día que pasaba ya era una sonrisa rutinaria, hasta que un día que ya estaba