Alberto Alexis Martínez

Vidas - Relatos y emociones


Скачать книгу

tú fuiste a la cafetería, yo regresé a la sala y vi tu carpeta... Así que ¡no me engañas Juan!

      —Bueno, sí, es cierto” dice él, pero yo soy un latino y vengo de una familia muy pobre.

      —Bien, mis padres ya fallecieron, así que no hay nadie más que yo para juzgarte y yo siempre te aprecié, así como tú eres, con tu creatividad y tu timidez, además, ahora ya eres un hombre famoso por lo que veo...

      —Si, en efecto, estoy muy bien reconocido como artista a nivel internacional —afirma Juan.

      Tras este encuentro, él la invita a quedarse para almorzar, pero cuando van a entrar a la sala, él se detiene recordando que está el cuadro semidesnudo de Helen en la sala, pero en eso, ella lo mira y le dice...

      —Sí, ya lo sé, ya lo vi por la ventana al llegar, ese cuadro está precioso, más allá de que mi cuerpo haya sido puramente imaginario, porque nunca me viste sin ropas…

      Juan tenía una cocinera, así que ella se queda a almorzar, pero al llegar la noche él le insiste para que ella se quede en la casa pues tiene varios cuartos, en efecto, ella se acaba quedando uno y otro día, no queriendo salir más de aquel lugar maravilloso donde la paz, el aire y también la buena vida que llevaba Juan, quien solía recibir a algunas amistades locales que tenía, la hacen sentir tan bien que al final, la propuesta de matrimonio no se hace esperar y el sueño de aquel adolescente se acaba tornando realidad.

      Ambos viajaron varias veces a Estados Unidos, pero volviendo siempre a aquel lugar de ensueño en la campiña de Francia, donde él realizó sus mejores obras siendo una de ellas, la de formar una familia con Helen.

      10. EL SECUESTRO DE HERMES

      Nelson era un corredor de seguros dedicado a Empresas Constructoras, y viajaba de Rio de Janeiro al norte para visitar varias obras en construcción y cerrar contratos.

      Al poco rato de salir del perímetro urbano, en la carretera divisa a un hombre que sale del medio de unos arbustos, haciéndole señas con ambos brazos para que se detenga, y a medida que se acercaba, como buen vendedor, sabe juzgar a las personas con solo un vistazo y reparó que, si bien el hombre estaba desarreglado, sin afeitar, camisa sucia y ropa arrugada, también percibió que ningún vagabundo usa pantalón con zapatos de vestir y camisa, aunque sucia, pero blanca.

      Nelson consideró que no era alguien peligroso, así que detiene su marcha, y el hombre con mucha delicadeza le solicita si le podría “dar una carona” como se dice en Brasil, quien pide se le acerque en su auto hasta algún lugar.

      Nelson acepta y le pregunta:

      —¿Hacia dónde va usted?

      —Yo voy hasta Juiz de Fora —esta es una ciudad cercana, pero en el Estado de Minas Gerais...

      —¿Usted vive allí? —le interroga Nelson.

      —No, no, voy a buscar a alguien —responde el hombre.

      Y así la conversación continúa:

      —Bueno, yo me llamo Nelson, ¿cuál es su nombre?

      —El mío es... Joao, Joao Gómez —Obviamente Nelson percibe que está mintiendo, porque ese es un nombre y apellido brasilero, y el hombre tenía un fuerte acento alemán, así que continúa porque obviamente era un tipo que más que generar miedo, era alguien que temblaba de miedo al responder.

      Entonces Nelson, observando que aquí había algo extraño pues este hombre no era quien decía ser, continúa:

      —¿Y de que trabaja usted...?

      —Yo... ah, yo soy pintor, pinto casas...

      —Ah, sí —dice Nelson— Me parece perfecto, porque ya que está, mire, yo tengo que pintar un galpón de madera en una casa de campo que tengo aquí cerca, ¿a usted le interesaría hacerlo?

      —Bueno, lo que pasa es que yo... ahora no puedo, tengo que llegar a Juiz de Fora y después debo seguir viaje.

      Nelson cavila un poco, y de pronto sale de la ruta y detiene el auto... Ahí, con un gesto de “basta de tonterías” le dice:

      —Vamos hombre, usted no se llama Joao Gómez ni es pintor... por sus manos se ve que usted nunca tocó un pincel en su vida y su ropa se ve que es de marca y no son cosas de un obrero... Vamos, dígame que está pasando aquí y por qué usted me viene mintiendo.. —al tiempo que hace alarde de tener un arma entre sus ropas.

      El hombre temblando y casi que, llorando, le dice:

      —Bien, le contaré todo... Es que yo fui secuestrado y permanecí encerrado hace varios días, no sé cuántos, perdí la noción del tiempo, pero anoche me conseguí escapar y busqué ayuda para salir de Río de Janeiro, solo debo salir del Estado.

      —Bueno, pero ¿por qué no me lo dijo desde un principio?, ya le habría llevado hasta la Policía.

      —No, por favor, ¡la Policía no!, los que me secuestraron son un grupo terrorista con vínculos políticos y tienen a mucha gente, incluso en la Policía de Rio donde muchos trabajan para ellos, por eso, necesito llegar a otro estado donde pueda hablar con la Policía Federal, lejos de Rio.

      —Pero, ¿cuál fue la razón de su secuestro...?

      —Es que yo soy el Gerente Comercial de una Multinacional Alemana, a la cual le han solicitado una suma millonaria para supuestamente dejarme en libertad, si bien, sé que los terroristas no lo harán, porque escuché algunos nombres importantes de la política, y ellos no permitirán que yo los divulgue... ¿Me entiende?

      —Entonces, ¿cuál es su verdadero nombre? —Indaga Nelson— Si voy a ayudarle debo saber de quién se trata.

      —Bien, mi nombre es Hermes Schneider, mi empresa es una filial alemana y yo fui secuestrado en Sao Paulo, por eso me dirijo hacia el norte, ya que ellos me deben estar buscando en el sur, entre Rio y Sao Paulo, seguramente, cuando me encuentren me matarán para que no hable. Cuando me hicieron hablar por teléfono para demostrar que aún estaba con vida, yo mezclé palabras en alemán, para que retrasaran todo lo posible, porque sería ejecutado una vez recibieran el dinero.

      —Muy bien —dice Nelson— haremos lo siguiente, a poca distancia hay una estación de gasolina donde paran los camioneros, allí usted se podrá asear, afeitar, y yo le daré alguna ropa de mi valija para que se cambie, así no va a llamar la atención en la frontera del Estado, luego, seguiremos adelante hasta resolver el caso.

      Así fue que llegaron a la frontera y pasaron del Estado de Rio de Janeiro a Minas Gerais sin levantar cualquier sospecha, y una vez del otro lado, siendo ya casi de noche, siguieron hasta un pequeño hotel en Juiz de Fora, registrándose como corredores de seguros, donde solicitaron la cena en el dormitorio mientras asistían en televisión el noticiario local al tiempo en que Nelson elaboraba un plan estratégico.

      Al otro día, Nelson se comunica con el Canal local de TV, y solicita hablar en privado con el director del Noticiario, para lo cual, va solo y se reúne con él diciéndole que se trata de un asunto “muy importante y de su interés”. El director entonces, a puerta cerrada le escucha atentamente, mientras Nelson le explica entonces al director del noticiario:

      —¿Está usted en conocimiento del caso del ejecutivo secuestrado en Sao Paulo?

      —Sí, así es, hemos estado acompañando ese caso.

      —Bien, el hombre se ha escapado, y yo lo estoy ayudando, está en un lugar seguro, porque sus secuestradores son un grupo terrorista donde existe la implicación de Políticos de mucho renombre, y de gente de la Policía de Rio, entonces, la salida sería entregarse ante un medio de prensa, con la filmación del hecho y con la presencia de la Policía Federal, que, siendo de conocimiento público a través de la prensa en vivo y en directo, esto sería una garantía de que no se produzcan atentados, y él quedaría de este modo protegido de eventuales acciones por parte de policías corruptos al servicio de los políticos involucrados… Todo esto, debería ser transmitido en directo a fin