Iñaki Fernández Redondo

El fascismo vasco y la construcción del régimen franquista


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otra parte, 1936 fue un año especialmente duro para la Falange de Vizcaya. Además de las desavenencias internas, se inició un fuerte seguimiento policial contra el partido y sus actividades. Tras la victoria del Frente Popular la apuesta por el derribo violento de la República era ya firme, por lo que arreció la presión gubernativa sobre ellos. En febrero se realizó una redada en los locales de Falange, deteniéndose a los allí reunidos y clausurando el centro.46 El mes siguiente se multó a los dirigentes provinciales del partido a consecuencia de la prohibición de venta de Arriba.47 Con la prohibición de la prensa falangista, la venta y distribución clandestina de No Importa se convirtió en una nueva fuente de detenciones. La ilegalización del partido también supuso la imposibilidad de manifestarse públicamente, lo que condujo a nuevos conflictos y detenciones como ocurrió en mayo en Gallarta durante los funerales del guardia civil Jerónimo de la Fuente, asesinado unos días antes en la misma localidad.48 Asimismo, la Falange vizcaína emprendió su participación en la conspiración para acabar violentamente con el régimen republicano. Las posibilidades de un movimiento contra la legalidad republicana en Vizcaya estaban consideradas como muy escasas y la propia debilidad de la trama conspirativa en la provincia lo ponía de manifiesto (Azcona y Lezámiz, 2013). José María Areilza fue el principal interlocutor de Mola en la provincia, proporcionándole información y haciendo labores de enlace entre él y otros elementos de la rama civil de la conspiración (Areilza, 1974: 124). Las únicas posibilidades de éxito se encontraban fijadas en un posible levantamiento del batallón Garellano. El papel de Falange en esta trama no fue muy importante por su escasez numérica. Durante marzo se enviaron diversas cartas a empresarios y entidades bilbaínas solicitando dinero con vistas, presumiblemente, a la financiación del golpe, lo que valió una fuerte multa del gobernador civil a los mandos provinciales.49 Según Felipe Sanz, en abril, mientras se encontraba en la cárcel, se comprometió como representante de Falange en la confabulación.50 Los contactos con los militares determinaron los puntos de concentración de los voluntarios falangistas donde debían recoger armas y prestar su apoyo.51 Además, se establecieron planes de actuación conjunta con otras fuerzas de extrema derecha en diferentes localidades del entorno de Bilbao, como en Guecho y Portugalete.52

      1. LOS DOS MODELOS DE FALANGES VASCAS

      En los aspectos que hemos analizado hasta el momento hemos señalado que el caso de Álava se podía diferenciar ya fuese en lo que hacía a sus antecedentes ideológico-culturales o en la práctica de la violencia política. Estos elementos, junto a los que vamos a ir desgranando en este apartado, tienen la suficiente entidad como para permitir el establecimiento de dos modelos de implantación y desarrollo fascista en el País Vasco. Por una parte tendríamos las provincias costeras de Vizcaya y Guipúzcoa, y por la otra el País Vasco continental, conformado por Álava. En el caso de las primeras, afectadas de manera previa y más intensa por los procesos de modernización, el fascismo alcanzó una implantación muy superior. En ambos casos el número de militantes que alcanzó el partido era al menos tres veces superior al de Álava, y a diferencia de esta, tanto la Falange vizcaína como la guipuzcoana consiguieron asentarse en diferentes localidades de sus provincias además de en la capital. Asimismo, el perfil colectivo de sus afiliados era más diversificado y maduro. Por otra parte, también se produjo un mayor desarrollo organizativo en las provincias costeras de acuerdo a su mayor potencia numérica. Así, tanto en Guipúzcoa como en Vizcaya FE de las JONS desplegó diversos servicios o delegaciones: CNS, SF, Primera Línea…, que no pudo organizar en Álava. Todos estos elementos se complementaron con cierta supeditación jerárquica del núcleo alavés a la jefatura provincial de Vizcaya que se mantuvo hasta el nombramiento de Ramón Castaño como jefe provincial.

      Deteniéndonos en la implantación geográfica, en Álava, como hemos señalado, FE de las JONS no consiguió establecer ninguna organización más allá de Vitoria. Esto es especialmente cierto con anterioridad a las elecciones de febrero de 1936 porque a partir de estas la Falange alavesa experimentó un limitado crecimiento y llegó a contar con presencia en otras localidades de la provincia como Anda o Murguía, si bien en ningún caso se establecieron jefaturas locales o estructuras organizativas, limitándose a la existencia de uno o dos afiliados aislados. También existieron grupos no organizados de falangistas en algunas localidades del valle de Ayala, como Llodio, Amurrio, Barambio o Larrimbe, pero dependían jerárquicamente de la provincial de Vizcaya.