Iñaki Fernández Redondo

El fascismo vasco y la construcción del régimen franquista


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de actividad falangista en Álava, amenazando, por ejemplo, con convocar una huelga general cuando los falangistas vitorianos sopesaron la organización de un mitin en Vitoria en marzo de 1934.11 En Vizcaya las primeras actuaciones fascistas fueron recibidas con llamamientos a la unidad por parte de la izquierda y advertencias sobre la supuesta connivencia con las fuerzas policiales.12 En mayo de 1935 el PC de Euzkadi hacía un llamamiento antifascista como reacción al asesinato de un vendedor de periódicos que imputaba a Falange.13 Cualquier actividad que pudiese remitir a fascismo era recibida con abierta hostilidad y así, en enero de 1934, con motivo de una conferencia del conocido orador Federico García Sanchiz, se produjeron serios altercados en Bilbao y sus alrededores. El literato Juan Antonio de Zunzunegui y su acompañante, el médico de Santurce Bruno Alegría, fueron agredidos en la estación de tren de Portugalete cuando regresaban de ver la charla al grito de «¡Muera el fascismo!».14 En el caso guipuzcoano las cosas fueron más lejos.

      Dos días después del reparto de octavillas en la playa de Ondarreta, el diario nacionalista El Día publicó una nota entre amenazante y premonitoria:

      El empleo de la violencia constituía un lugar central dentro de la ideología y de la praxis política fascista. González Calleja (2008) ha señalado que

      el carácter ontológico de la violencia distinguía al fascismo […] pues la militarización de la acción política no se entendía como un simple recurso […] sino como un elemento nodal, que superaba el carácter de mero instrumento táctico para convertirse en una manifestación de la voluntad de poder nacional a través de la fuerza